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Capítulo 14: Conciencia.

Unos meses más pasaron, ya estaban casi a fin de año. Donatello decidió hacer un experimento algo simple, dejando un pequeño pajarito en la sala donde su hermano se encontraba. Leonardo se abalanzó sobre el pequeño pajarito con ferocidad desenfrenada, su cuerpo temblando de emoción mientras se movía con una velocidad sobrenatural. Sus ojos brillaban con una intensidad salvaje mientras emitía gruñidos guturales, sus garras afiladas desgarrando el aire con una determinación implacable.

El pajarito aleteaba frenéticamente, luchando por escapar de la furia desenfrenada de la tortuga desatada. Los chillidos de terror llenaban la habitación, mezclándose con los rugidos guturales de Leonardo mientras luchaba por atrapar a su presa. El sonido de las alas aleteando y el batir de los cuerpos se entremezclaban en un caos ensordecedor, una danza frenética de vida y muerte que llenaba el espacio con una sensación de urgencia y desesperación.

Los chillidos del pajarito resonaban en los oídos de Leonardo, alimentando aún más su frenesí salvaje. Sus ojos se fijaron en la presa mientras se lanzaba una y otra vez, su cuerpo temblando de emoción y su respiración agitada, una mezcla de determinación y ansiedad que llenaba la habitación con una sensación de peligro inminente y ferocidad incontrolable.

Donatello observó con una mezcla de preocupación y asombro la violenta exhibición de comportamiento animal de Leonardo. Con mano firme, tomó una libreta y comenzó a anotar meticulosamente cada detalle de la conducta de su hermano mayor. Registró los gruñidos guturales, los movimientos frenéticos y la intensidad salvaje que consumía a Leonardo mientras perseguía al pequeño pajarito.

Cada rasgo de la ferocidad desatada de Leonardo quedó plasmado en la libreta, desde el brillo salvaje en sus ojos hasta la ferocidad con la que atacaba a su presa. Las páginas se llenaron rápidamente con descripciones detalladas de los movimientos, los sonidos y las expresiones que pintaban un cuadro vívido de la bestia desencadenada que habitaba dentro de su hermano.

Con cada anotación, Donatello sentía que el abismo entre ellos se ampliaba, su corazón pesado con la carga de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros. Cerró la libreta con un suspiro pesado, consciente de que este era solo el comienzo de una larga y ardua batalla por traer de vuelta al hermano que una vez conocieron.

Donatello ingresó a la habitación con cautela, su mirada fija en la figura salvaje y desenfrenada de Leonardo. Mientras se acercaba lentamente, Leonardo se lanzó hacia él con un rugido gutural, sus ojos brillando con una ferocidad despiadada. "Leo, cálmate. Todo estará bien", dijo Donatello en un tono sereno y tranquilizador, aunque sabía que sus palabras apenas tendrían impacto en la bestia frenética frente a él.

Mientras Leonardo se abalanzaba, el collar en su cuello se activó de repente, enviando una descarga eléctrica que lo obligó a retroceder momentáneamente, sus gruñidos transformados en gemidos de dolor. Donatello observó la escena con una mezcla de angustia, su mente corriendo frenéticamente en busca de una solución a la desesperada situación. "Leo, no puedo dejarte seguir así. Necesito ayudarte a salir de esto. Confía en mí", insistió, su voz resonando con una determinación inquebrantable a pesar de la furia desenfrenada de su hermano.

Donatello se mantuvo firme mientras Leonardo se acercaba lentamente, su expresión salvaje y agresiva ahora cediendo paso a una necesidad desesperada de apoyo. Sin apartar la mirada de su hermano, Donatello extendió la mano y comenzó a acariciar suavemente el caparazón de Leonardo, sus dedos moviéndose con ternura sobre la superficie áspera. "Estoy aquí, Leo. Siempre estaré aquí", murmuró con voz suave, sus palabras cargadas de una tristeza insondable mientras luchaba por encontrar una forma de rescatar al hermano que una vez conoció.

Leonardo se dejó caer contra Donatello, su cuerpo temblando con el esfuerzo de contener la tormenta que lo consumía. Sus ojos brillaban con una mezcla de miedo y anhelo, mientras su respiración se estabilizaba lentamente en respuesta al toque tranquilizador de su hermano. Donatello se mantuvo a su lado, acariciando el caparazón con movimientos suaves y reconfortantes, esperando que el contacto físico pudiera proporcionar algo de consuelo en medio del caos abrumador que había consumido a Leonardo.

Donatello permaneció en silencio junto a Leonardo, su mano continuando el suave movimiento de acariciar su caparazón incluso después de que su hermano se quedara dormido. Mientras la calma llenaba la habitación, Donatello se levantó con cuidado y comenzó a limpiar los restos del desorden causado por el comportamiento salvaje de Leonardo.

Recogió los trozos de madera y tela desgarrada, limpió las manchas de sangre y aseguró cualquier objeto que pudiera ser peligroso. A medida que trabajaba, su mente se perdía en un torbellino de pensamientos, tratando de encontrar una solución a la situación desesperada en la que se encontraban. Sabía que no podía rendirse, que tenía que encontrar una forma de ayudar a Leonardo a recuperarse, incluso si la tarea parecía cada vez más imposible.

Mientras limpiaba, Donatello se detuvo de vez en cuando para mirar a Leonardo, su rostro pacífico en el sueño, mostrando una pequeña esperanza de que su hermano pudiera encontrar la paz que tanto anhelaba. Con un suspiro cansado pero lleno de determinación, Donatello continuó con su labor, prometiéndose a sí mismo que no dejaría que la oscuridad consumiera a su familia por completo.

Trás unas horas, Donatello cuidadosamente administró las pastillas tranquilizantes a Leonardo, esperando que ayudaran a mantener bajo control los momentos de comportamiento salvaje. Mientras Leonardo miraba con sus ojos vidriosos, un cambio pareció tomarlo, y en lugar de intentar atacar, se acercó a Donatello como si fuera un perro callejero.

Leo se acurrucó a los pies de Donatello, buscando contacto físico y comodidad. Su mirada, que solía estar llena de confusión y agresión, ahora mostraba una mezcla de sumisión y necesidad. "Ya sé ya sé.. ya lo sé hermanito..." Donatello acarició suavemente el caparazón de Leonardo, tratando de transmitirle una sensación de seguridad.

Sin embargo, Donatello estaba consciente de que incluso este momento de tranquilidad era frágil, y que cualquier intento de Leonardo de hacer daño sería respondido con una descarga eléctrica para protegerlos a ambos. A pesar de la apariencia cariñosa de Leonardo en ese momento, Donatello seguía en guardia, sabiendo que la situación era delicada y complicada.

Después de unos días de cuidados y monitoreo constante, Donatello decidió que era hora de intentar ofrecerle a Leonardo un poco de comodidad adicional. Con cuidado, le dio una mantita suave y cálida, esperando que le brindara un sentido de seguridad y protección.

Leonardo miró la manta con curiosidad al principio, antes de acurrucarse en ella, envolviéndose en su suavidad. Sus ojos reflejaban una mezcla de gratitud y confusión, como si estuviera luchando por procesar la sensación reconfortante que le proporcionaba el simple gesto.

Donatello observó a su hermano mientras se acomodaba, esperando que la manta le brindara un poco de alivio a la turbulencia que lo consumía. A pesar de los desafíos persistentes, esperaba que este pequeño gesto ayudara a Leonardo a sentirse un poco más en casa.

Donatello se sentó junto a Leonardo, observándolo con una mezcla de preocupación y esperanza. "¿Te gusta la manta, Leo?" preguntó, su voz llena de un tono suave y reconfortante. "¿Te sientes cómodo así?"

Leonardo emitió suaves ruiditos de aprobación, su mirada fija en la manta que lo envolvía con un calor reconfortante. Sus ojos brillaban con resignación, como si estuviera luchando por encontrar las palabras adecuadas para expresar sus emociones en medio de la confusión que lo consumía.

Donatello continuó acariciando su caparazón con ternura, esperando brindarle a su hermano un sentido de seguridad y protección en medio de la agitación que los rodeaba. "Espero que te sientas mejor, Leo", susurró, tratando de transmitir su afecto y cuidado a través de su voz tranquila y constante. "Estoy aquí para ayudarte, pase lo que pase."

Donatello extendió sus brazos con un gesto de cariño, listo para abrazar a Leonardo en un gesto de consuelo. Sin embargo, en el momento en que intentó acercarse, Leonardo se apartó bruscamente, emitiendo un sonido agudo similar a un "HISS". Donatello se retiró con rapidez, reconociendo la señal de rechazo de su hermano.

"Está bien, Leo", murmuró Donatello, su voz teñida de tristeza. "No te presionaré." Se inclinó hacia atrás, dándole a Leonardo el espacio que parecía necesitar, y continuó observándolo con una mezcla de compasión y preocupación, preguntándose cómo podría ayudarle.

Leonardo's sleepless night / rottmntDonde viven las historias. Descúbrelo ahora