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Capítulo 18: ¿Que hago?

Donatello se acercó a Yuichi, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y precaución. "¿Crees que debería sacarle el collar a Leo?" preguntó en voz baja, mirando a la tortuga dormida recostada en las piernas de Yuichi. "Temo que le cause más malestar que alivio, pero no sé qué más hacer para ayudarlo."

Donatello bajó la cabeza, sus ojos llenos de lágrimas. "No sé cómo ayudarlo sin tenerle miedo..." murmuró con tristeza, frustración y confusión en su voz. La situación le pesaba en el corazón, y se sentía atrapado en un dilema sin solución aparente.

"No puedo seguir así... no puedo...", se dijo a sí mismo, su voz entrecortada por la emoción. Las lágrimas brotaban libremente mientras luchaba con su impotencia y su incapacidad para encontrar una solución, se sentía frustrado.

Donatello se acercó con cautela y ternura a Leonardo, tomando suavemente su caparazón entre sus manos. "No quería lastimarte, nunca fue mi intención...", murmuró con voz quebrada. Sus ojos reflejaban una profunda tristeza y preocupación mientras acariciaba el caparazón de su hermano. "Solo... solo quiero que estés bien, Leo. No sé cómo ayudarte si no me dejas...", agregó con un suspiro entrecortado, tratando de controlar las lágrimas que amenazaban con brotar.

Leonardo despertó de su sueño con un bostezo suave, sus ojos entrecerrados parpadeando lentamente mientras se acurrucaba bajo la manta que Donatello le había regalado. La habitación estaba tranquila y la suave luz que se filtraba por la ventana le daba un ambiente acogedor.

En ese momento, Yuichi, quien estaba a su lado, se despertó y comenzó a estirarse con pereza. Leonardo le dedicó una sonrisa cariñosa y se acercó a él, buscando un abrazo. Emitió un suave ruido de cariño, como un "chrrp", y rodeó a Yuichi con sus brazos de manera afectuosa. Sin embargo, Yuichi parecía incómodo y se liberó del abrazo de Leonardo antes de levantarse y alejarse hacia la puerta.

Leonardo observó a Yuichi con una mirada de confusión, sin entender por qué se había ido de esa manera. Emitió otro ruidito de cariño, buscando su atención. "¡Chirp!", expresó con ternura, preguntando en su peculiar lenguaje, pero Yuichi solo le miró y salió de la habitación sin decir una palabra.

Leonardo quedó en la cama, sintiéndose desconcertado y un poco triste por la reacción de Yuichi. No comprendía por qué se había alejado de esa manera, pero esperaba que todo se aclarara con el tiempo. Se acomodó bajo la manta y dejó escapar un suspiro, preguntándose qué podría haber causado esa extraña situación.

Donatello notó la interacción entre Leonardo y Yuichi y decidió acercarse al tortugo, que yacía bajo la manta, un poco confundido por la repentina partida de su amado. Se sentó a su lado y comenzó a acariciar su caparazón con suavidad. "No te preocupes, Leo, hablaré con Yuichi para entender qué sucedió", le aseguró con un tono reconfortante, tratando de calmar cualquier inquietud que Leonardo pudiera tener.

Mientras acariciaba a su hermano, Donatello le dedicó una sonrisa cálida y le dijo: "No te preocupes, todo estará bien. Solo necesitamos resolver este pequeño malentendido y pronto estaremos todos juntos de nuevo". Continuó mimándolo con gestos cariñosos, esperando brindarle consuelo en medio de la confusión que ambos compartían.

Levantó lentamente su cabeza, sorprendido por la muestra de afecto de Donatello. Sus ojos brillaban con curiosidad y un atisbo de duda, mientras sus labios emitían suaves sonidos, buscando confirmar si todo estaba bien. Se apegó más al abrazo de su hermano, sintiendo el consuelo que le brindaba y confiando en el lazo que siempre los había unido.

Los ruiditos que emitía Leo reflejaban su agradecimiento y su necesidad de seguridad en aquel momento de incertidumbre. No obstante, en su gesto se escondía un destello de confusión, como si estuviera tratando de descifrar las intenciones de Donatello detrás de aquel gesto afectuoso.

La tortuga de orejas rojas observó a Donatello mientras este se quedaba dormido en su cama, su respiración tranquila y pausada. Con cuidado, se acomodó junto a él, recostando su cabeza en el caparazón, sintiendo la suave calidez que irradiaba su hermano. Los sonidos suaves y reconfortantes que emitía eran como un suave arrullo, acompañando la tranquilidad del momento.

A medida que el sueño comenzaba a envolverlo, se dejó llevar por la sensación reconfortante de tener a Donatello cerca, protegiéndolo con su presencia. Aunque la incertidumbre aún se aferraba a su corazón, el consuelo de sentir a su hermano a su lado lo ayudaba a encontrar cierta paz.

Donatello se despertó con una determinación renovada, arreglando la habitación con movimientos rápidos y precisos. Observó a Leonardo por un momento, sintiendo un cosquilleo nervioso en el estómago mientras se acercaba con cuidado. Con manos temblorosas, retiró el collar de su cuello, liberándolo del constante recordatorio que había atormentado a Leonardo durante tanto tiempo.

"Está bien, Leo, es hora del paso dos, ¿no crees?" murmuró, intentando ocultar su nerviosismo tras una sonrisa tranquila. "Estoy seguro de que lo harás bien. Confío en ti", añadió, transmitiendo confianza a su hermano en medio de la incertidumbre.

"Estás libre, Leo", murmuró Donatello, su voz cargada de emoción. "Ahora, es hora del paso 2. Sé que lo harás bien". Con una sonrisa esperanzada, se preparó para continuar apoyando a Leonardo en su proceso de recuperación, esperando que con el tiempo, su hermano volviera a ser el Leonardo que conocía y amaba, apenas y podía contenerse de la emoción.

Leonardo se despertó con un sobresalto, observando la habitación que había sido ordenada y sintiendo una extraña sensación de liberación. Miró alrededor, confundido, hasta que su mirada se posó en Donatello lleno de emoción y alivio, y luego su mirada bajó hacia su cuello desnudo. La realización golpeó a Leonardo y en un arrebato de alegría y gratitud, se abalanzó sobre Donatello en un abrazo apretado.

Los sonidos de agradecimiento y afecto se escaparon de sus labios mientras se aferraba a Donatello, sintiendo que un gran peso se levantaba de sus propios hombros. Finalmente libre de las limitaciones del collar, Leonardo se sentía renovado y lleno de esperanza por lo que vendría a continuación.

Donatello se acercó lentamente a Leonardo, sosteniendo con delicadeza los peluches y las mantas recién dispuestas en el rincón acogedor. Con un brillo de esperanza en los ojos, le mostró con orgullo los nuevos regalos, sintiendo que cada detalle era una muestra de su profundo afecto. "Mira lo que hice para ti, Leo", susurró suavemente, esperando ansiosamente la reacción del tortugo. Leonardo respondió con un dulce "Chrrpp", acurrucándose con confianza en el suave abrazo de las mantas y los peluches, sintiéndose seguro en el cálido refugio que Donatello había creado para él.

Leonardo se quedó envuelto entre las suaves sábanas, sintiendo una oleada de tranquilidad y comodidad que lo envolvía por completo. Sus ruiditos de alegría resonaban en la habitación, reflejando su felicidad y agradecimiento por el gesto reconfortante de Donatello. Se acomodó con cariño entre los peluches, sintiéndose protegido y querido.

Donatello miró a Leonardo con cariño y le preguntó con voz suave: "Oye Leo, ¿me entiendes cuando hablo verdad?". Leonardo levantó la mirada hacia Donatello con una expresión confundida, incapaz de comprender las palabras de su hermano. Sus ruiditos llenaron la habitación, revelando su frustración por no poder comunicarse a través del lenguaje. A pesar de la confusión, Leo se aferró a Donatello, buscando consuelo en su compañía y agradeciendo el cariño que le brindaba.

Donatello se separó lentamente del abrazo, su corazón pesado por la comunicación fallida. "Está bien... Supongo que aún necesitas tiempo", murmuró con tristeza. Observó a Leonardo acomodarse entre las sábanas, sintiendo el peso de la distancia que los separaba a pesar de su estrecha cercanía. Con un suspiro resignado, Donatello se retiró, dejando a Leo en su refugio de peluches y cobijas.

Leonardo's sleepless night / rottmntDonde viven las historias. Descúbrelo ahora