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Capítulo 9: ayuda...

"¡Déjame salir, por favor!" suplicó Leonardo, su voz llena de desesperación y angustia mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. "No puedo... no puedo quedarme aquí. Tengo miedo, Donnie. Tengo miedo de lo que pueda hacer si sigo así. ¡No quiero lastimar a nadie más! ¡Por favor, déjame salir!"

El sonido de su voz temblorosa se desvaneció en el aire, llenando el espacio con un eco de desesperación y terror que se negaba a desaparecer. "No puedo... no puedo controlarlo. No sé lo que me está pasando. No sé cómo... cómo detenerlo. ¡Ayúdame, Donnie! ¡Por favor, ayúdame!"

Sus palabras resonaron en la habitación, llenando el espacio con una súplica desgarradora que reflejaba el tormento interno que consumía a Leonardo. "No quiero hacer daño a nadie más. No puedo... no puedo soportar la idea de perder el control de nuevo. ¡No quiero ser una amenaza para todos ustedes! ¡Por favor, entiéndeme! ¡Tienes que entenderme!"

La desesperación en su voz se volvió más evidente, teñida con un terror que se aferraba a su ser con una fuerza implacable. "Tienes que dejarme salir, Donnie. No puedo quedarme aquí. Tengo que... tengo que encontrar una forma de arreglar esto. Tengo que... tengo que detener esto antes de que sea demasiado tarde. ¡Por favor, Donnie, ayúdame!"

La habitación se llenó con el sonido inquietante de su súplica, dejando una sensación de impotencia y angustia que se aferraba a los confines del espacio, negándose a ceder ante la tormenta de emociones que amenazaba con consumirlo todo.

Donatello se encontraba en su laboratorio, sus manos hábiles trabajando con precisión mientras moldeaba el metal para crear un pecho protésico. Sus ojos reflejaban una determinación feroz y una concentración inflexible mientras se sumergía en su tarea, bloqueando el mundo exterior de su mente.

"Lo arreglaré, Miguel. No te preocupes, hermano. Haré que vuelvas a estar bien. No dejaré que esto termine así", murmuró para sí mismo, su voz llena de determinación y un destello de desesperación. "Voy a encontrar una forma de arreglar esto. No te abandonaré, lo prometo."

Donatello dejó escapar un suspiro pesado mientras continuaba trabajando, sus ojos desviándose hacia la figura inmóvil de Rafael. Se acercó lentamente, sus manos temblando ligeramente mientras acariciaba suavemente el caparazón de su hermano mayor. "No te preocupes, Raph. Estoy aquí. Voy a encontrar una solución. No te dejaré solo. Vamos a superar esto juntos, hermano. Te lo juro."

Sus palabras resonaron en la habitación, llenando el espacio con una promesa que se aferraba a la esperanza y a la determinación inquebrantable que había llevado a Donatello a luchar incansablemente por encontrar una solución a la devastación que había asolado a su familia. Con un suspiro cansado, continuó trabajando, su mente centrada en el objetivo de devolver la paz y la normalidad a su familia, a pesar de los obstáculos aparentemente insuperables que se interponían en su camino.

Donatello mantuvo la calma mientras continuaba su intento de calmar a Leonardo. "Leo, ¿cómo estás ahora? ¿Ha habido algún cambio desde la última vez que hablamos? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte en este momento?"

Leonardo se quedó en silencio por un momento, su mirada perdida en algún lugar más allá de las paredes blancas que lo rodeaban. "No... no sé, Donnie. Siento que algo anda mal. Mi mente está en todas partes y no puedo enfocarme en una cosa a la vez. Todo es tan confuso", murmuró con voz tensa, revelando la lucha interna que lo consumía.

Donatello asintió comprensivamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas para ofrecer consuelo y orientación a su hermano mayor. "Estoy aquí para ti, Leo. No estás solo en esto. Juntos encontraremos una manera de superar esto y encontrar la claridad que necesitas. ¿Recuerdas a Yuichi Usagi?"

La mención repentina de Yuichi provocó una pausa en la conversación, su nombre flotando en el aire como un recordatorio de tiempos pasados y la conexión especial que había compartido con Leonardo. La habitación se llenó con un silencio cargado de recuerdos y emociones, mientras Donatello esperaba pacientemente la reacción de Leonardo, sabiendo que el recuerdo de Yuichi podría ofrecer un consuelo bienvenido en medio de la tormenta que lo envolvía.

Ante la negación de Leonardo, Donatello continuó con su intento de mantener la calma. "Está bien, Leo. Solo trata de relajarte. Estoy aquí contigo. No te voy a dejar solo en esto." Sus palabras eran un intento de ofrecer consuelo y seguridad en medio del caos que los rodeaba.

Sin embargo, la respuesta de Leonardo fue una explosión de enojo y frustración acumulada. "¡¿Por qué no me dejas salir, Donnie?! ¡Necesito salir de aquí, necesito hacer algo! ¡No puedo estar encerrado aquí mientras todo se desmorona afuera!"

Donatello se mantuvo firme, su tono de voz neutro y tranquilo mientras lidiaba con la tormenta emocional que surgía ante él. "Lo siento, Leo. No puedo arriesgarme a dejar que te lastimes a ti mismo o a alguien más. Necesito asegurarme de que estés a salvo. No puedo permitirme cometer un error."

La respuesta de Donatello no hizo más que alimentar la ira de Leonardo, quien continuó con su cuestionamiento desesperado. "¿Un error? ¡Esto ya es un error! ¡Esto no puede ser real, Donnie! ¡Necesito salir de aquí, necesito hacer algo, necesito...!"

La voz de Leonardo se desvaneció en un grito ahogado de desesperación y angustia, su rostro reflejando la tormenta emocional que lo consumía mientras luchaba por encontrar una salida de la habitación que se había convertido en su prisión.

Donatello, desde la seguridad de su laboratorio, observó con preocupación a través de las cámaras cómo Leonardo se agitaba en la habitación. Con un suspiro pesado, activó el dispositivo en el collar azul alrededor del cuello de Leonardo, permitiendo que una corriente eléctrica suave recorriera el cuerpo de su hermano mayor. A medida que el zumbido del aparato llenaba la habitación, Leonardo se tambaleó, su expresión distorsionada por la descarga.

El dolor se reflejaba en los ojos de Leonardo mientras caía al suelo, su cuerpo temblando por la conmoción de la sorpresa. "¡AHG! ¡MIERDA!" Gritó, su voz cargada de furia y angustia, mientras luchaba por recuperar el control de su cuerpo.

Mientras tanto, Donatello observaba en silencio, su mano apretando con fuerza el control remoto. La preocupación se entrelazaba con una determinación feroz mientras luchaba por mantener a su hermano a salvo, incluso si eso significaba recurrir a medidas extremas. "Lo siento, Leo. Pero es por tu propio bien...", murmuró en voz baja, su corazón pesado por la difícil decisión que había tenido que tomar.

Leonardo's sleepless night / rottmntDonde viven las historias. Descúbrelo ahora