Capítulo 11

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—¡Hermano baja la máldita música! —grite desde la habitación.

Damon sabe cómo molestarme cuando quiere. Mi cabeza está apunto de estallar por el soornds cabeza tan grande que tengo. Son a penas las seis de la mañana ¿cómo se le ocurre poner música a estás horas de la mañana?

Me levanto con pesadez, me dirijo al baño y me hecho agua en la cara y me lavo los dientes. Salgo de la habitación y toco fuerte la puerta del cuarto de mi hermano porque estoy seguro de que no va a escuchar una mierda. Intento varias veces hasta que su aliento indaga mis fosas nasales abriendo la máldita puerta.

—¿Qué conjones haces tomando ron a estás horas? —pregunto entrando a la habitación. Trae encima un puncho de color marino, su pelo es un desastres y las ojeras recaen en su cara. La habitación es un absoluto desastre. Se ve que no dormió cuando vino para su habitación después de hablar.

—¿Quieres? —bufó. Me acercó una botella de cerveza la cual reuse. Necesito estar con los cinco sentidos al máximo, no vine a comer mierda.

—No —dije con pesadez —Deja de beber por una chica. ¿Porqué cojones dije eso? si estuviera en su lugar seguramente estuviera peor —dijo mi subconsciente.

—Estar ebrio es lo mejor, todo te da vueltas y te olvidas de todos —musitó. Empezó a bailar al ritmo de la música.

Báilame.

Hay fiesta hay rumba, hay fiesta hay rumba.

Bailemos reegetón.

Del lado a lado, del lado a lao.

Bailemos reegetón.

Del lado a lao, de lado a lao.

Grita al compás de la música. Realmente parece un capullo integral.

Me dirijo a los altavoces y apago la música.

—Pon la música, hermano. ¡Que ¡la vida es bella —grita. Relamente está borracho hasta los cojones. Ya me lo imagino cuando se le pase.

—Venga, vamos a darte una ducha que la necesitas urgente —recalco llevándolo al baño. Jamás se me pasó por la cabeza ver a mi hermano de esta manera  por una mujer.

Después de meterle a la ducha cayó rendido a la cama por lo que tuve que irme para no estar como un fantasma viéndolo dormir.

Me dirijo a la cocina, no he comido nada por culpa de él tonto de Damon.

Cojo un baso de leche y lo pongo al fuego cuando veo que está caliente le hecho chocolate, le dejo unos minutos y después lo bajo. Me preparé un sándwich y me puse a comer tranquilamente viendo a MacGaver.

—Todavía sigue siendo tu preferida —una voz familiar suena a mis espaldas.

¿No puede ser ella? ella no tendría el coraje de aparecerse luego de cinco años. Luego que me abandonara como un perro no debe tener la máldita cara de venir a verme.

Me doy la vuelta y... ¡Máldita mujer! Sus ojos marrones se encontraron con los míos, el pelo rubio y largo que tenía lo cambió por uno rojizo y corto por los hombros. Su semblante no es el mismo de antes, la forma de vestir la cambió por una más formal. Lleva puesto una falda apretada en negro hasta las rodillas y una blusa pegada al cuerpo de color blanco con unos tacones altos del mismo color.

—¿A caso no tienes vergüenza de aparecerte aquí luego de cinco años como si nada? ¿Quién te dijo dónde estaba y quién te dejó pasar? —bufó con crueldad. No voy a tener piedad de ella en estás circunstancias. Además, no quiero que estropee lo que he avanzado con Mia.

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