He intentado olvidar cada toque, el sabor exitante de sus málditos labios cuando probaron los míos, la manera e intensidad de sus palabras, la forma en que derriba todos mis muros con solo un toque o una mirada, esa mirada que provocó mariposas en todo el estómago y un nerviosismo que no podía controlar. Pero me temo que es imposible. Es la primera vez que da a conocer todo lo que sentía, más o menos todo, tal vez él tenía razón, va hacer imposible mirarlo de ahora en adelante.
En la última semana no hemos tenido que estar todo el tiempo juntos ya que tengo exámenes y tengo que estudiar por lo que me paso el día entero en la habitación. Realmente es estresante y sumamente imposible verlo tan cerca de mi teniendo ganas de besarle y no poder hacerlo.
Mi padre no se ha dado cuenta y eso es bueno, si se entera que nos hemos besado y que el me confesó su amor en mi habitación seguramente lo lastimaría o peor le despidiriá.
—¡¿Hija, puedes venir?! —grita mi papá desde la sala.
Salgo rápidamente ya que no quiero que me regañenpor haberle hecho esperar. Mis pasos de volvieron lentos al ver a Eiden arrecostado a la pared más cercana a la de mi papá, sus ojos se encuentran con los mío y tengo que tomar una bocanada profunda para que me padre no note las málditas ganas de besarle, y más cuando lleva ese traje. Lleva un traje de color negro (como de costumbre) ,su pelo está peinado hacia un costado dando un toque magnífico al rostro, su semblante está serio y no ha dejado de recorrer todo mi cuerpo desde que llegué con esos ojos verdes que en este mismo instante están oscuros. Me encanta que me mire con esa intensidad e incluso cuando llevo puesto un shorts de mezclilla, una camisa blanca que deja vista a unos de mis hombros y pelo está revoloteado por completo y los mechones caen en mi rostro.
—Porque te quedas ahí parada ¿siéntate? —recalca mi padre con su voz ronca. Espero que no sea algo malo porque realmente no tengo ganas de pelear. No se porque pero no ha tocado el máldito tema del matrimonio y es por eso que siempre le evito por tal de que no hable.
—¿Qué quieres, papá? —pregunto sonriente. En realidad solo quiero parecer cariñosa para que no diga nada.
—Desgraciadamente no puedo dejarte sola en la casa, puede veni alguien y nadie estará aquí para cuidarte. Por problemas de trabajo tu mamá y yo nos vamos a Los Ángeles por dos días por lo que te tendrás que quedar con Eiden —musita. De momento empiezo a toser por la situación tan vergonzosa en que me a puesto.
Dos días, dos días con Eiden en el mimos techo. Suena demasiado exitante, irresistible, provocativo y sumamente peligroso. Le miro de nuevo y puedo sentir la intensidad con la que me está mirando y la manera en que se puso tenso de momento.
—Entonces no hay problema ¿verdad? —una mirada con furia recorrió a Eiden. Seguramente él ya habló con él antes de llamarme para decirme esta locura.
—¿Cuando te vas? —pregunto agitada. Puedo notar la mirada de suspenso que se le puso en la cara.
—Mañana ya no voy a estar aquí, nos vamos a eso de las cuatro de la mañana. Les recuerdo a los dos, la total discreción que deben tener, además no le digan a nadie que están soloa en casa, tal vez podrían malinterpretar la situación y puede venir el anónimo sin que ustedes se den cuenta —inquiere. No se cómo su orgullo deja estar a Eiden en esta casa con su hija sabiendo lo que el siente por mi.
Se va de la sala y ambos nos quedamos en un absoluto y máldito silencio. No quiero hablar porque eso sería demostrarle mi nerviosismo y las ganas tenues de besarle.
Me voy a mi habitación con pasos largos sintiendo su mirada en mi mintras subo las escaleras de mármol de la casa.
(…)