Mis ojos están puestos en el techo de mi habitación, tumbado en mi cama pensando en lo jodida que es mi vida y como de la jodi a la persona más frágil y dulce del mundo. Mi cabeza está dando vueltas, el aire fresco entra por las ventanas dando una expresión terrorífica. La bulla que exitía alrededor de la casa que he alquilado por unos días ya no está, solo se escucha el silencio intermitente y mi respiración irregular.
Mi corazón no deja de latir con fuerza, siento que en cualquier momento se va ha salir de mi pecho. Llevo días en lo mismo. De nuevo, caigo como un completo idiota, tal vez, siempre será así, siempre caeré en las drogas y el alcohol cuando algo que quiero se destruye.
Siempre cometo el mismo error, nunca escucho lo que tengo que escuchar, y dejo hablar sin escuchar lo que dice a la persona que está al lado mio. Estoy tan metido en mi misma mierda que creo que está vez ni me hermano podrá sacarme.
Todo es mi culpa, si tan solo nadie supiera de mi condición en atow momentos Mia no estuviera sufriendo por mi culpa. Una vez más hiero a la personas que quiero por no contarles la verdad desde un principio. Y es lo que pasó con Mia.
Todavía recuerdo sus palabras "esto no se acaba por tu pasado, sino, porque no confiaste en mi". Máldita sea el día que decidí no contarle. Después de todo ella, ella es diferente a los demás. Su sonría angelical podría curar hasta mi propio corazón que se destruye cada vez más con el paso de los años. Mi corazón es un Boulevard de sueños que nunca se llegan a cumplir.
Levantándome de la cama tomo un papel de color marrón y lo abro, inhalo el polvo que contiene y me dijo caer una vez más sobre la cama. Olvidando que todavía la vida sigue y que ahora estoy más jodido que antes.
Mi teléfono suena y solo me dedico a suspirar con pesadez por la persona que me está llamando. Me levanto de la cama y cojo el celular, el cuál estaba en el suelo. Ni me acuerdo cómo fue a parar ahí pero ahora mismo es lo que menos importa.
— Diga —hable sin nada de pudor. Ni me fijé con quién estoy hablando y me importa una mierda saberlo. Solo quiero colgar para haber si me dejan empaz.
El silencio a través de la bocina del teléfono me confirma que es solo un idiota que no tiene nada que hacer. Respiro profundamente antes de que la droga que ahi en mi organismo despierte el lado oscuro que llevo dentro de mí.
—Si no tienes nada mejor que hacer porque no vas y jodes a otra persona —reproché. Algo que detesto es que me tomen para algo tan infantil.
—Meterte droga no te servirá para podré salvar a tu dulce Mia —una voz distorsionada inunde mis oídos. No logro diferenciar si es una mujer o un hombre. Solo se que se debe al anónimo —. Edien Erendy, al final, terminaste como hace años cuando... ¿Cómo se llamaba?, Ah! Si?...Carloth te dejo —dice. La sangre me hierve por la actitud tan desagradable que tiene.
—Porque no dejas de comportarte como un niño y enseñas tu verdadera voz. Los que hacen eso son los que tienen en rabo entre las matas y no quieren ensuciarse las manos —pronuncé. Una sonrisa cínica se refleja en mi rostro.
Odio cuando las personas hacen esto.
—Tendre el rabo entre las patas pero hubiera tenido los huevos de decirle a la chica que quiero sobre quién soy verdaderamente —río — Mira Edien. No sé si está forma tan débil la tienes desde que naciste pero quiero tener diversión en este juego. Sin no quieres ver a tu chica en un ataúd porque no te pones los pantalones y dejas de meterte dorga y te pones a protegerla. Después de todo tu eres su guardespaldas y dudo mucho que Alarick te quiera despedir —un suspiro de cansancio me dejó en claro que no le gusta para nada perder el tiempo.