La tormenta estaba apunto de empezar. El cielo ya tornaba un color gris como las nubes, las cuáles rodeaban todo el cielo dando una vista terrorífica. El viento eres fuerte y el frío que enmanaba la noche entraba por mi ventana, lo que hizo que me escondiera entre las mantas de mi cuarto. Mi pelo estaba suelto y llevaba puesto un suéter con unos pantalones y medias de color blanco para no cojer un resfriado. El silencio reinaba en la habitación, lo único que se escuchaba era mi respiración y el sonido de los truenos. Cómo siempre me quedaba sola entre las sábanas pasando la tormenta. Mi padre no estaba en casa y Risa se había ido a casa de sus familiares con Vicky así que estaba completamente sola. En cierto modo no lo estoy, Edien estaba en la habitación de invitados y prácticamente parecía que no estuviera. Luego de que me dijera que estaba bien no hemos vuelto a dirijirnos la palabra, y no es que me animé a hacerlo. Llevamos un mes así, solo le digo para donde vamos o que quiero hacer en diversos momentos . Lo de ver a alguien no se cómo lo he soportado, no me deja acercarme a ninguno de mis amigos, mucho menos a desconocidos.
Puede que no halla cambiado en lo físico, bueno, si lo ha hecho, pero lo que es su personalidad la ha cambiado por completo. Si antes no hablaba ahora menos, siempre lleva puesto su traje y pelo peinado. Su mandíbula está tensa y sus ojos posen una furia incontrolable. A veces hasta me da miedo por la forma de comportarse y de hablar en diversos momentos.
—Te acercas a ella y te mato —todavia recuerdo esas palabras. Se las dice a cualquier persona que se acercarse a mi. Es tan estricto que a veces temo a lo que puede llegar a hacer.
Temo demasiado al cambio que hubo en él durante este último año. Tal vez; ya yo no estoy en su corazón. Quizás; se ha olvidado de mi.
En qué pienso, solo son tonterías mías. Me siento tan sola que ahora me invento cosas en la cabeza.
Me levanto de la cama y me dirijo a la sala por una tasa de chocolate caliente para el frío. Las ventanas se agitaban por la fuerza del viento contra el cristal, las cortinas se alzaban hasta el punto de quedarse enganchados al cristal que las suejeta. Los relámpagos alumbraban el patio, tanto que se veía la estatua de mi mamá perfectamente cada vez que caía uno. La sala estaba oscura ya que habían quitado la luz por una falla eléctrica, lo que hacía que la noche tornara una serie de película de terror.
Cojo mi chocolate y vuelvo a mi habitación.
—¡Para Mia, para! —dije en mi subconsciente. Me encontraba frente a la puerta de la habitación de invitados, dónde estaba Eiden seguramente durmiendo. La curiosidad me invade, tengo la necesidad de desaograme con él de todo lo que ha pasado pero algo me lo impide.
Mis ojos se encuentran en el chocolate caliente. Cómo si me diera una respuesta de lo que iba hacer ahora. ¿Lo hago? ¿Le digo lo que siento verdaderamente? ¡No! Eso sería una gran estupidez de mi parte.
—¿Necesitas algo? —su voz susurra en mi oído. Mi cuerpo se estremeció por completo al oír su voz ronca. La punta de su nariz tocó el hueco de mi cuello lo que ocasionó miles de descargas eléctricas en mi cuerpo.
Al girarme sus ojos verdes se apoderaron de mi. Esa sensación de que estamos solos en casa no se me va de la cabeza. Le tengo frente de mi y no tengo la menor idea de que responder.
—Y-yo solo... —mi voz era un balbuceo. Una sonrisa irónica se refeljo en su boca. Cómo si se estuviera riendo de mi por ser tan idiota —¿Q-qué tan lejos estamos, de estar cerca de lo que queremos para nuestra vida? —mi pregunta salió sin aviso. Mi corazón empezó a latir rápido por la intensidad de sus ojos. ¿Porqué pregunté? Solo empeoró las cosas más de lo que están. ¡Idiota! —dije en mi subconsciente.