El columpio

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Columpiándose viajan en el tiempo,
en asientos de espinas y esperas.
Empujan con fuerza y ahínco,
pero sin llegar a darse la vuelta.
Bien saben que tienen prohibido
romper las reglas y juegan,
a soñar con futuros delirios,
a esconderse usando caretas.

En paralelo a destiempo se mecen
como infantes con risas y muecas:
uno lleva la inercia y quiere
saltar porque siente que tiembla;
otra se impulsa, corre que corre,
porque piensa que vuela muy lenta.
Ha de aprender a impulsarse más fuerte,
aunque quiera saltar cual saeta.

El balanceo del tiempo los junta y aleja,
caprichoso columpio oxidado.
Te pone a jugar quieras o no quieras,
sin decir que está lleno de clavos.
La sonrisa en la cara de verse tan cerca
pero saberse en el fondo tan alejados.
Les pesa la alegría, la sorpresa y la pena
de compartir cortos vaivenes sin saltos.

El viejo columpio de rabia se rompe,
pues quieren saltar y volar siempre lejos.
Fuerza en el rostro y sonrisa radiante,
no importa la sal de lágrimas en los ojos.
El que tiembla con miedo prepara el agarre
que le dé por fin el impulso perfecto.
La saeta fugaz se inquieta al instante
por verlo angustiado saltar en el tiempo...

- Ah...! - aspira asustada sin aire.

¿Qué pasará?...no se sabe,
pues no hay lugar en el tiempo
ni columpio en parque de sueños
que pueda curar la tristeza
de no saltar juntos por no ser eternos.

Poemas calladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora