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—¿Seguro quieres hacer esto? —sentía el temblor en el rosado, el miedo en sus ojos, conocía de lo que era capaz con solo un toque.

—No lo tocarás, no dejaré que acabes con sus vidas, con ninguna vida —Jimin no solo luchaba por la vida de los terrícolas, también lo hacía por la vida de aquellos árboles, Tata sonrió, sin duda de todos los tecnopatas Jm01 era diferente.

Se movió un poco logrando que Jimin lo soltara, miro al terrícola tras él, de dos pasos llegó junto a Suga que ni tiempo de apretar el gatillo tuvo, la velocidad de Tata era increíble, aunque no tanto para los ojos y reflejos del peli rosado, que más rápido incluso golpeó el pecho de este mandándolo unos pasos lejos del mayor.

—Jimin... —

—Salga de aquí, por favor, busque refugio con los demás — sin mirarlo, no podía distraerse, un segundo podría ser fatal en esta situación.

Apretó los puños y mordió su labio bajo el casco, no quería, pero dada las circunstancias era inútil frente a este nuevo enemigo.

Los ojos de Tata, volvieron sobre Suga, intentando nuevamente llegar a él, Jimin también se movió, empujó al mayor dejándolo en el suelo, agachándose en el momento justo, un milisegundo y todo había acabado.

—Demonios — masculló.

—¿Cuál es el afán en protegerlos? —mirando fijos los verdes.

—No es afán, es lo correcto que tú no lo entiendas, no es mi culpa —se volvió a mover tratando de llegar a Suga, pero así como había sucedido antes, Jimin se lo impidió, empujando fuerte a Tata esta vez, dejándolo en el suelo — corra — susurro.

Miro al peli azul y antes de que se pusiera de pie, le disparó dos veces, pero las balas parecían rebotar sobre él.

—Tonto — se levantó del suelo y nuevamente se fue sobre el mayor, y justo cuando Jimin iba a intervenir, fue sujeto por el cuello por Tata.

—Déjalo... —

—No es de los tuyos — mirando al humano — ¿Por qué te importa su vida? —se quitó el casco y miró directo a los ojos.

—No le explicaré algo a quien jamás entenderá, lo que amar significa —el corazoncito de Jimin salto, el sí sabia lo que esas simples cuatro letras significaban, Jin le había explicado el amor, y él lo sentía por Suga, las mejillas pronto estuvieron rojas, algo que no pasó desapercibido por Tata.

Volvió su vista al rosado, que miraba con ojos de ilusión al terrícola, sin mencionar la sonrisa boba en sus labios, ¿acaso eso de "amar" era alguna fuerza que los terrícolas tenían para dominar a los seres como ellos?

Jimin movió sus manos sobre el brazo de Tata logrando que este lo soltara, de su bolsillo saco eso en lo que había estado trabajando, se movió rápido y antes de que Tata, volviera por él, le tomó las manos y coloco los dos grilletes en las muñecas de este, mismas que crearon una barrera.

—¿Qué hiciste? —una que evitará que el peli azul lastimara a alguien o algo durante un tiempo, Jimin sonrió.

Sonrisa que se borró cuando un golpe certero en su cara llegó de repente, dejándolo en el suelo, medio mareado.

Aunque por ir sobre el rosado olvido a quien con arma en mano, se le fue encima dándole una descarga tan grande como para aturdir un elefante adulto, su cuerpo se retorció, y en segundos cayó al suelo, Suga se acercó y antes que este se repusiera le dio dos golpes con toda la fuerza que tenía, logrando así, aturdir al ángel de la muerte.

—¡Jimin!- lo tomó en sus brazos y noto que estaba inconsciente, el labio y mejilla se estaba comenzando a hinchar - Jin me oyes? —

~Que ocurre Suga, como salió...-

—Jin, Tata está aturdido y Jimin inconsciente, necesito que tú y Kio vengan rápido —

~Vamos saliendo —

El rosado se los había advertido, si lograban aturdir a Tata tenían solo minutos para meterlo en la celda especial que el pequeño había arreglado para él, así que siguiendo las indicaciones del menor, Kio y Jin lo tomaron y lo llevaron por los pasillos, pesaba un poco, pero no fue problema para dos adultos grandes, al llegar lo dejaron en el suelo acolchado y salieron cerrando aquella puerta que no debía abrirse por nada del mundo, o sería su fin.

Por su parte, Suga, llevó a Jimin a su habitación, donde luego de limpiar la herida del labio y darle unos calmantes para el dolor, lo dejó con cuidado en la cama, donde el pequeño entró en su ciclo de sueño.

— Eres una cosita muy valiente— susurro en el oído ajeno antes de dejar un beso en su frente y salir para que pudiera descansar tranquilo, sin mencionar que verlo así, provoca algunas cosas que por ahora no podía solucionar.

—¿Tenemos al malo y ahora qué? —

—Ahora, tenemos que tratar de averiguar qué mierda es lo que quieren, a diferencia de Jimin esta cosa maneja más información, si lo presionamos nos dirá lo que queremos, Jin—

—Suena fácil, pero...—

—No lo será, lo sé, no es tan dócil —

—Pues recemos que esto salga bien, porque de lo contrario, moriremos todo, ni los árboles se salvarán —

Despertó notando lo suave del piso, así como lo tibio, no le tomo mucho darse cuenta de que era prisionero, se sentó y miró el lugar, todo acolchado, y de ese color un tanto molesto a sus ojos, blanco, no se veía puerta así que supuso el techo debía tener alguna entrada secreta, revisó sus bolsillos notando que no había nada, tan rápidos como dos ladrones Jin y Kio quitaron todo de los bolsillos del peli azul, dejándolo solo con la ropa por suerte.

—Supongo, creen que esto me detendrá — susurro, se levantó por completo, pero cuando trato de dar un paso, no pudo, el suelo no era firme, se tambaleaba cada vez que lo intentaba, así que, volvió al suelo donde comenzó a gatear, pero ni bien dio un paso el suelo se volvió más inestable —Jimin — era obvio que el pequeño había creado aquel lugar, para contenerlo.

Sonrió, Jimin era sin duda alguien único.

Se removió un poco notando el bulto a su lado, abrió los ojos lento distinguiendo el hermoso rostro de Suga junto al suyo, no había luz, por lo que dedujo, debía de ser tarde, el sol ya no estaba en el cielo, se acercó lento aparte de las de emergencia, olisqueo el rico aroma del mayor, ese que prendía todo en su cuerpo, el mayor aguanto la raicilla.

—¿Cómo te sientes? —se asustó un poco al oír esa voz ronca, pero al mismo tiempo, le alegró.

—Bien, solo me molesta un poco el labio — haciendo un puchero —¿Qué pasó con Tata? —

—Está en la celda por ahora, no se ha movido mucho, gracias al sistema que creaste, supongo le tomará un poco acostumbrarse —

—¿Qué piensa hacer con él? —

—Por ahora solo quiero saber qué es lo que buscan — bajo la mirada —tranquilo, no lo lastimaremos, si él se comporta nosotros también lo haremos —sonrió, quería besarlo, mordía sus propios labios, pero sabía que el menor no estaba para eso ahora, así que solo se acercó y lo abrazo de la cintura apegándolo a su cuerpo, las mejillas se volvieron rosas en segundos— descansa, será difícil mañana —

Asintió y se escondió en ese fuerte pecho que latía acompasado, tranquilo, así como lo hacía el suyo, disfrutando el estar así con su mayor.

La luz del tablero se encendió junto con el radio, algo parecido a un susurro comenzó a sonar, entre cortado y el chirrido blanco seguido de una voz.

~Hola, hola ¿hay alguien? -

Una voz que marcaba un nuevo capítulo.

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