Capitulo Once

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Obi-Wan se apresuró a entrar en la habitación interior donde Amie Antin estaba sentada
con Roan.

—Usaron una combinación de Loquasin y Titroxinato —dijo Obi-Wan. Le repitió los niveles a la doctora—. Después, el último día, le administraron Skirtopanol.

—No era una nueva droga. Era una nueva combinación —jadeó la doctora Antin—. Eso explica su estado actual. Pero esa combinación… deben estar locos.

—Están desesperados —dijo Obi-Wan.

—Esto me proporciona lo que necesitaba —dijo ella, yendo a por su kit médico—.
Vosotros dos, id a descansar o algo. Os encontraré si se despierta. Necesito tranquilidad aquí.

Obi-Wan siguió a Wil pasillo abajo hasta la cocina. La casa estaba insonorizada, pero todos ellos sabían lo que estaba pasando en el exterior. Wil apoyo la cabeza en sus manos durante un momento.

—Salir allá afuera sería una locura. Quedarse dentro… me va a volver loco.
—No hay nada que podamos hacer —dijo Obi-Wan—. Sólo podemos esperar más
momentos oportunos.

Wil alzó la cabeza. Sus ojos grises estaban desolados.

—¿Por qué ahora? —preguntó suavemente—. No hay desordenes ni batallas. No entiendo los arrestos en masa.

—¿Está tu gente a salvo? —preguntó Obi-Wan.

—Todo el grupo central estaba aquí para una reunión. Y trasladamos a nuestras
familias fuera de la ciudad hace mucho tiempo. También fui capaz de sacar al hijo de Amie. Está a salvo. Pero hay muchos otros, dispersos por toda la ciudad… No sabremos nada hasta después —se sentó en la mesa, con las manos agarrando el bláster—. No sé
cuándo acabará todo esto.

Obi-Wan no sabía qué decir. No tenía respuestas. La galaxia estaba agarrada por una oscuridad que era vasta y completa. Los Sith habían triunfado.

—No creo que gobiernen para siempre —dijo finalmente.

Wil hizo un gesto hacia algo de comida, pero Obi-Wan negó con la cabeza. De alguna manera parecía mal estar cómodos en una cálida cocina, cuando en el exterior estaba teniendo lugar tanto horror.

—No. Y derrotarlos nos llevará más de lo posiblemente podamos imaginar —dijo
Wil—. Más de lo que pensamos que estamos preparados para realizar. Y aun así espero seguir aquí para verlo.

Obi-Wan asintió silenciosamente. Pensó en los niños, Luke y Leia, creciendo en
planetas separados. Esperaba verlos como adultos, comprometidos con la lucha. Ese pensamiento le alivió algo de la impotencia que había sentido antes, y también le hizo ser consciente de la necesidad de regresar pronto con Luke.
Amie Antin apareció en el umbral.

—Está despierto.

Obi-Wan se levantó rápidamente.

—Fue rápido.

—Es muy fuerte. Su mente está activa, pero su cuerpo necesita tiempo. Al menos una semana antes de que pueda ponerse en pie, creo. Las drogas eran potentes. Vamos. Puedo daros un minuto.

Obi-Wan y Wil la siguieron. Cuando entraron en la habitación, Roan estaba luchando por levantarse.

—Ferus —dijo.

—No está aquí —dijo Wil—. Pero sabemos que está a salvo.

Amablemente, Amie empujó a Roan contra la almohada.

—Estarás débil algún tiempo. Es mejor que te quedes tumbado.

Roan la obedeció. Su poderoso cuerpo debía de estar frágil, si el amable toque de Amie le enviaba de vuelta a la cama. La mirada que le lanzó a Obi-Wan desbordaba de la fuerza que su cuerpo no poseía.

The Last of the Jedi : The desesperate missionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora