Bien, aquí estaba, en una misión. Algo que nunca había esperado que ocurriese otra vez. Obi-Wan enrolló su capa en una apretada pelota y la lanzó detrás de una caja. Se puso un mono de trabajo. Trever conducía bien el trineo, ejecutando giros cerrados y maniobras arriesgadas. Fue Qui-Gon el que le había enseñado a Obi-Wan que en una misión, cualquiera podía ser de ayuda, desde un anciano hasta un chico como este. Le parecía familiar estar dirigiéndose hacia posibles peligros. Familiar mantener la
mirada en movimiento, revisando la calle y el tráfico aéreo, siempre alerta ante la necesidad de una posible ruta de escape.La leve elevación en su pulso le dijo que estaba listo para cualquier cosa que viniese. Todo le era familiar, y aun así todo había cambiado. Él estaba solo. Una vez se había aprovechado de una floreciente red de apoyo, miles de Jedi por toda la galaxia. Había información y ayuda en el Templo cuando la necesitaba. Ahora no había nada. No había nadie. Y ningún planeta buscaba ayuda en los Jedi nunca más.
Él era el último. Y esta misión probablemente sería su última, también.
Pasaron la clínica. Obi-Wan se encogió detrás de las cajas. No podría entrar usando el cilindro de códigos; eso estaba reservado para la seguridad de la guarnición.—No entrarás —dijo Trever.
—Entraré.
—Bien, si lo consigues, lo cual no harás, encuentra a la Dra. Amie Antin. Ella es la
que reanimó a Roan. Por ahí —Trever señaló hacia un pequeño edificio gris, arriba a la izquierda. Dos soldados de asalto estaban afuera—. No dejes que esos dos te engañen. Hay seguridad por todas partes. En el tejado, también. Nadie entra o sale sin una comprobación. Si traes la colada, tienes que estar en el manifiesto.—Encontraré la manera. Sólo detente unos pocos segundos, lo suficiente para que me baje de un salto. Luego espera en ese callejón de allí. No tardaré.
—Hecho.
El trineo desaceleró. Alzando el manojo de la colada sobre su hombro, Obi-Wan se bajó de un salto. Subió las escaleras sin mirar atrás. Un soldado de asalto avanzó hacia él, con el rifle láser preparado.
—Exponga sus asuntos.
—Entrega de la colada —dijo Obi-Wan.
—Déjeme comprobar el manifiesto.
Obi-Wan movió la mano.
—No necesita comprobarlo. La colada puede continuar.
—No necesito comprobarlo. La colada puede continuar —el soldado de asalto le
indicó con un gesto que siguiese adelante. Obi-Wan pasó caminando a su lado, conservando el manojo en su hombro. Miró furtivamente hacia atrás. Trever se había detenido en el callejón. Pero cuando vio que Obi-Wan pasaba el punto de inspección, agitó una mano y se marchó.Así que no podía confiar en el niño. No era una sorpresa. Encontraría su propia salida. En el interior, pasó rápidamente por las salas iniciales de reconocimiento donde los pacientes se sentaban esperando a ser examinados por un droide médico que estaba introduciendo información. Esperaba que Roan Lands estuviese retenido en una de las
habitaciones posteriores. Pasó a un médico de asolada apariencia.—La lavandería está por ahí —dijo el médico bruscamente, señalando hacia un grupo de puertas dobles.
Dentro había un gran armario de suministros. Obi-Wan dejó el fardo de la lavandería en el suelo, se quitó rápidamente el mono de trabajo y lo echo en un cubo de basura. Sacó
una túnica de médico del armario y se la puso. Entonces salió de nuevo al corredor. Nadie le detuvo esta vez cuando pasó de largo un escritorio lleno de médicos introduciendo información en ordenadores y comprobando carritos de medicamentos. Alguien estaba repartiendo bandejas de comida. Obi-Wan pasó desapercibido entre el
barullo.
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The Last of the Jedi : The desesperate mission
Fiksi IlmiahEl Imperio se ha alzado. La Orden Jedi ha sido destruida. Hasta donde sabe el Emperador, los Jedi están completamente extintos. Pero en el remoto planeta Tatooine, queda un maestro Jedi: Obi-Wan Kenobi. Devastado por la pérdida de sus camaradas J...