Capitulo Catorce

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No tenía elección. Si no lo hacía, moriría gente inocente. Incluso mientras se levantaba de la mesa, Ferus empezó a calcular frenéticamente cuánto tiempo tardaría en llegar a Ussa. Dona no tenía un transporte capaz de llegar tan lejos, pero tenía un amigo en el pueblo…

—Espera —dijo Obi-Wan, poniendo una mano sobre su brazo. Toda la furia que Ferus sentía hacia el Imperio se canalizó hacia el hombre parado delante de él, bloqueando su camino.

—¿Eso es todo lo que puedes hacer? ¿Esperar? ¡Tengo que marcharme ya! —Ferus no podía creer que Obi-Wan fuera el mismo Jedi que conoció una vez. Recordaba a ObiWan como alguien precavido, pero esto era ridículo.

—Sólo digo que deberías considerar cómo regresar —empezó Obi-Wan—. Podría haber una manera de…

Una alarma suave sonó de repente en el panel de datos de la cocina de Dona.

—Infiltración —dijo ella—. Alguien en el espacio aéreo. Dejadme examinar…

Una explosión envió una lluvia de escombros sobre ellos mientras una pared de aire los lanzó volando. Ferus botó hacia atrás como si fuera a cámara lenta, cabalgando encima de un cojín de aire. Aterrizó duramente en el suelo de la cocina, golpeándose la cabeza en el mostrador de su espalda. Vio la mesa volando hacia él, y supo con la fría
certeza de lo que puedo captar en menos de un segundo, que le caería sobre la pierna herida. Intentó alcanzar la Fuerza, pero fue un gesto ciego e instintivo, sin ningún poder
detrás.

Podía sentir la Fuerza, pero no acceder a ella. Para su sorpresa, la mesa flotó por la habitación. Vio que Obi-Wan le había dado un empujón de Fuerza aun cuando él mismo caía al suelo. Calló dentro del pequeño cráter donde una vez había estado una alfombra hecha a mano.
Sobre su cabeza podía ver el cielo azul. El ataque había abierto un agujero en el
tejado reforzado. Obi-Wan ya estaba en movimiento, mirando a través de la ventana mientras Dona movía una mano frenética sobre el sensor de las cortinas blindadas.

—Es la Firespray que me siguió desde Ussa.

Ferus cogió la mano de Dona amablemente.

—Es demasiado tarde —dijo—. No creo que las cortinas vayan a detener esto.

Ella alzó la mirada al espacio donde había estado la mayor parte del tejado.

—Por supuesto.

—¿Tienes algún transporte? —le preguntó Obi-Wan

—Nada que pueda correr más que eso —dijo Dona.

—Y no tendríamos cobertura si corremos —dijo Obi-Wan.

—No tenemos que correr —dijo Dona—. La casa puede resistir el ataque durante un tiempo, pero será mejor que no nos quedemos. Por aquí.

Fue entonces cuando la puerta se abrió con una explosión que les envió de cabeza a refugiarse. Detrás de una silla volcada, Ferus miró fijamente hacia la puerta. Una criatura bloqueaba la luz del exterior. Era un cíborg, con el cuerpo cubierto por una armadura.  Pero había un cañón láser donde debería haber estado la cabeza. Le apuntó a él
directamente. Vio la luz roja parpadeando. Así que había dos. Uno en el aire, otro en el suelo. Estas definitivamente no eran
buenas noticias.

Obi-Wan era un borrón en movimiento, su sable láser era un brillo mortal. Rodó hacia delante, apuntando a la cabeza de la criatura. El ser había retrocedido, arruinando su puntería. El cañón láser disparó, pero no acertó a Ferus y el disparo fue a parar a la fregadera de la cocina. El agua salió disparada por los aires, y brotaron llamas.

—¡Vamos! —gritó Obi-Wan.

Ferus ayudó a Dona a levantarse. Juntos salieron rápidamente de la cocina. Mientras se movía para poner a Dona a salvo, la mente de Ferus trabajaba furiosamente. No podía dejar a Obi-Wan.
Ferus corrió hacia un compartimento secreto en la pared del pasillo. Sabía dónde estaba escondido todo el armamento en la casa.

The Last of the Jedi : The desesperate missionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora