POV-CALLUM
Desayunar con los guardias ya debía ser normal en mi rutina, pero no lo era. Llevaba cuatro semanas compartiendo mesa con ellos durante el desayuno, la comida y la cena, charlando sobre mujeres y política, mientras bebíamos licor barato aprovechando que no estaban los señores de la casa.
Y eso estaba bien. Me distraía. Pero no era lo que yo quería que fuera. Me había acostumbrado tontamente a compartir mesa con Beth, a mirarla dormir por las noches mientras velaba su sueño, a escucharla quejarse sobre cada cosa que tuviera oportunidad y a disfrutar admirándola todas las mañanas con un vestido diferente de esos que la hacían ver hermosa.
Esa mujer me encantaba.
Despertaba en mí emociones que no sabía que podían florecer de mi cuerpo. Ardía cuando estaba con ella y después de tenerla entre mis brazos, de pronto un día la vida comenzó a verse mejor. Había más luz en las mañanas cuando asomaba mi vista por la ventana y sonreía de solo pensar en tenerla frente a mí.
No sabía nada de Beth después del viaje que había hecho con su marido.
Le había escrito un par de cartas, pero al saberme sin respuesta me detuve pensando que quizás podía poner en riesgo las cosas.
En esos últimos días de mi desesperada necesidad de verle había hecho un plan con mi alma durante la noche.
Iba a pedirle que escapáramos. Sí, se lo pediría en cuanto llegara. Yo no sabía el tamaño de las emociones que ella sentía hacía mí, pero sí sabía que su vida también había comenzado a ser feliz desde el momento en el que yo aparecí. ¿Qué más da intentarlo?, ¿qué tenía que perder? A fin de cuentas el "no" ya lo tenía si no me arriesgaba.
Con ese pensamiento me bebí el último sorbo de licor que me quedaba, dispuesto a que me rellenaran la copa una vez más. A mi espalda la puerta de la cocina se abrió y entraron tres hombres que volteé a ver con el ceño fruncido. Parecían ser caballeros de su majestad el Rey, por el uniforme que llevaban y la actitud de pavo real con la que se sentían superiores a mí. No los culpaba, en mi tiempo de servir a la corona también presumí del puesto.
—Buenos días, caballeros, ¿en qué podemos ayudarles?—preguntó Jeff junto a mí, uno de mis compañeros.
—Estamos buscando a Esteban Callum.
Alcé las cejas con sorpresa mientras me levantaba de mi asiento.
—¿Y por qué me buscan?—cuestioné con incredulidad.
—¿Usted es?—respondió en su lugar el soldado, y me bastó asentir para que los otros dos se colocaran a mis costados y me tomaran con fuerza. El primero sacó un arma y me apuntó al pecho, haciéndome ver que cualquier movimiento sospechoso acabaría con mi vida—. Señor Callum, está arrestado por adulterio.
La sangre abandonó mi cuerpo y palidecí de solo escuchar sus palabras.
—¿Adulterio?—seguía viendo el arma en mi pecho.
—Así es, señor. Será condenado a morir en la horca para pagar sus crímenes, ¡Llévenselo!
—¡Esperen, debe ser un error!—insistí mientras me llevaban a paso firme a los carruajes.
Pero ellos no escuchaban. Ellos no se detendrían hasta que terminara tras las rejas y después con una soga en el cuello.
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Prohibido ser tuya
Short StoryQue me perdone Dios si se me escapa tu nombre estando con él.