Capítulo 1 - Peleas y encuentros
Quince años más tarde...
¡Qué pereza! Pensó Mel mientras bostezaba. Estaba caminando de vuelta hacia la casa de su mejor amiga después de un día agotador. Por lo menos ya había acabado. Suspiró.
Volvía de la biblioteca, donde había estado las últimas dos horas haciendo un trabajo en grupo con algunos compañeros de clase del instituto. Les había costado centrarse, pero finalmente lo habían acabado. Y era viernes por la tarde, así que tenía todo un fin de semana para relajarse y hacer el vago por delante. ¡Y no podía empezar mejor! Iba a pasar la noche en casa de su mejor amiga, viendo pelis, hablando,... pasándolo bien, en definitiva.
Pero todavía le quedaban unos diez minutos caminando. Hacía frío, era de noche y parecía que iba a nevar. Así que decidió, aunque no era muy seguro, coger un atajo que ella había descubierto cuando tenía siete años. Entonces le daba mucho miedo, porque no había casi iluminación y cualquier sombra le daba miedo. Incluso de día, esos callejones eran tétricos y escalofriantes. No sabía si era por el silencio absoluto, por la cantidad de objetos abandonados, por los gatos famélicos que aparecían y desaparecían rápida y silenciosamente por cada esquina, por las ventanas rotas de los edificios (de los cuales parecía que iba a salir alguien en cualquier momento) o porque la cantidad de callejones hacían que pareciera un laberinto a tamaño normal.
Pero aunque aun le daban escalofríos tenía prisa y estaba cansada.
Cuando ya llevaba unos minutos caminando oyó un ruido. Se paró. Parecía como si alguien hubiese tirado un cubo de basura (de los muchos que había en esos callejones). No se oía nada.
Pero dos segundos más tarde oyó un gran estruendo, mucho más fuerte que el anterior. ¡ Y parecía que venía de mucho más cerca!
Durante unos instantes fue oyendo más ruidos como si una excavadora estuviese destruyendo todo lo que tenía delante. El único problema era que no podía haber ninguna excavadora, ¡no cabía por ahí!
Los ruidos se fueron acercando, cada vez se oían más fuerte. Mel se asustó un poco, ¿qué podía provocar tanto ruido? ¿Y en ese lugar?
Prefería no descubrirlo. Así que empezó a caminar un poco más rápido que antes, cuando una tapa de un cubo de basura le pasó volando a escasos centímetros de la cara. Se quedó helada.
Poco a poco giró la cabeza hacia de donde provenían los ruidos y desde donde se había lanzado la tapa.
Prácticamente no veía nada, era una de las zonas menos iluminadas. Pero alcanzó a ver unas figuras humanas peleándose.
En ese momento tres figuras estaban estampando a otra contra una de las paredes de cemento de aquel callejón. Una pelea.
Pero el ruido que se oía era como el de una bola enorme de metal chocando contra esa pared.
¿Qué estaba pasando?
>Debo salir rápido de aquí, antes de que esos tipos me vean. ¡A saber de qué son capaces! Parecen muy violentos. Debo salir de aquí y avisar a la policía.
Pero cuando no llevaba ni cinco metros, algo enorme se estampó detrás de ella contra la pared e hizo un agujero enorme. Se oyó un ruido de huesos rotos.
>No puede ser que sea...< Mel se paró y miró detrás de ella. > ¡Es una persona! ¿Cómo la han lanzado tan lejos? ¿Y cómo ha podido hacer un agujero en una pared de ladrillo? ¿Y...<
Estaba aturdida y tenía miedo. Ya no podía esconderse, aquellos hombres (ya los tenía lo suficientemente cerca) la habían visto. Tenía las piernas congeladas y estaba segura de que no sería capaz de correr mucho ni muy lejos (eran tres), y además estaba el chico al que habían lanzado. Tenía sangre por todas partes y no se movía (podía verle bien porque lo tenía a un metro).
Así que decidió hacer lo peor que podría haber hecho en ese caso: Agacharse y comprobar como estaba el chico.
No sabía por qué estaba haciendo semejante estupidez, pero había algo, una sensación, que tiraba de ella y le gritaba que ayudara al chico. Que lo primero era ayudarle. Incluso antes que su propia seguridad. Estaba actuando inconscientemente.
Pero el mayor problema eran los otros tres hombres que se acercaban rápidamente y armados con tubos de metal oxidados que habían recogido del suelo.
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El giro de la profecía, ¿amor o traición?
VampireDesde pequeña Hena ha sido entrenada para defenderse y, sobre todo, para odiar a esos seres que habitan en la oscuridad. Ella forma parte de una profecía milenaria incompleta, de la cual no sabe nada. ni siquiera su existencia. El día que conoce a...