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Capítulo 27 - Deseo
Miró a Eddi distraídamente.
Estaba nerviosa.
De pronto notó una mano apoyarse en su hombro. No necesitó girarse para saber de quién se trataba. Aquella mano emanaba calor, mucho calor, ¿o era ella que estaba ardiendo?
No tenía otra opción, giró y encaró a Adam intentando parecer lo más serena posible. Misión complicada, y más teniendo en cuenta que lo que más le apetecía en aquel momento era salir corriendo de allí. Poner toda la distancia posible entre ella y aquel lugar, entre ella y él.
Estaba preocupada por lo que le pudieran hacer, aunque en ese aspecto Nydia la había tranquilizado mucho. Pero, sin entender por qué, lo que más miedo le daba era tener que enfrentarse a Adam. No sabía cómo se lo tomaría, y pese a saber que aquel era el menor de sus problemas, era el que más le preocupaba.
Al notar su contacto se le encogió el estómago.
Era el momento, debía hacer frente a la situación.
Poco a poco subió la mirada, hasta que finalmente llegó a su cara.
Pero se sintió extrañada al ver que lo único que percibía era preocupación, ni enfado, ni ira, ni nada que pudiera haber imaginado.
-Vamos, hay que curar tus heridas -dijo en tono firme, pero Mel se dio cuenta de que era diferente a sus primeros encuentros. Más que mandar, le instaba a ello. Además, parecía sinceramente preocupado.
Me llaman, debo irme. Hasta pronto.
Mel se había olvidado por completo de Eddi, que seguía allí, mirándoles fijamente. Les había hablado mentalmente debido a que todavía estaba transformado y a que tenía unas ganas tremendas de alejarse de aquella atmósfera de tensión que se había creado entre los dos. Adam hizo un leve gesto de despedida con la mano, pero Mel le miró, suplicándole que se quedara y que no la dejara sola con Adam.
Por favor, no te vayas...
Lo siento. Pero es verdad, me están llamando. Y con Adam estarás bien, seguro.
Mel lo dudaba seriamente, pero se rindió al ver que no había posibilidades.
Se despidieron y él comenzó a trotar hacia una puerta lateral no muy lejana. A Mel se le escapó un suspiro, se dio cuenta demasiado tarde de que Adam los había estado observando atentamente. Probablemente se hubiera dado cuenta de que mantenían una conversación, pero como había sido privada (gracias a los previos entrenamientos) no se había enterado de nada. Ya daba igual que supiera de qué era capaz, ya sabía que era un vampiro, y a partir de allí podría deducir todo lo que quisiera.
-Estoy bien, gracias. No hace falta que... -no quería pasar más tiempo con él. Desde que habían hablado no había vuelto a verle, y se alegraba de ello, pues no tenía claros ni sus pensamientos ni sus emociones (que parecían estar hirviendo poco a poco, preparadas para estallar).
-Sí que hace falta. Dices eso porque no te has visto.
Mel echó un vistazo a su cuerpo: magulladuras, moratones que empezaban a teñirse de oscuro, rozaduras (algunas de las cuales ya habían dejado de sangrar),... pero supuso que debía tener mal aspecto porque la ropa que llevaba puesta estaba prácticamente destrozada, sobre todo la camiseta. Aunque había sido capaz de evitar muchos golpes, las garras de esos seres habían pasado a escasos centímetros de su piel, llevándose por delante la tela.
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El giro de la profecía, ¿amor o traición?
VampireDesde pequeña Hena ha sido entrenada para defenderse y, sobre todo, para odiar a esos seres que habitan en la oscuridad. Ella forma parte de una profecía milenaria incompleta, de la cual no sabe nada. ni siquiera su existencia. El día que conoce a...