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Capítulo 16 - "Medusas" y genealogía
Los días empezaron a pasar lentamente.
Mel había sido trasladada a otra habitación, en el lado opuesto a la enfermería. Si el paisaje que había visto hasta ese momento la fascinaba, cuando miró a través de la ventana de su nuevo cuarto el exterior la cautivó.
A pocos metros del edificio había un gran, profundo y escarpado precipicio de cientos de metros. Allí abajo se encontraba un río medio congelado que fluía por un valle nevado. Estaba anonadada ante esa visión. Era de postal. Todo nevado, con agrupaciones de árboles aquí y allá, las montañas a lo lejos...
Aunque la habitación tampoco era para menos. Espaciosa, luminosa, con una gran cama en una esquina, escritorio y una silla, una puerta que daba acceso a un pequeño aseo, un armario lleno de ropa para todo tipo de ocasiones (la mayoría oscura)... En el escritorio había unos altavoces y un reproductor de música, Mel lo encendió y cotilleó su contenido. ¡Estaba a tope de canciones! Estaban ordenadas por estilo de música, año,...
En ese momento sonaba "This is the life" de Sweet California, Mel estaba estirada en su cama pensando en todo lo que había hecho esos días allí. La verdad es que estaba contenta y relajada. Allí se sentía segura. Aunque añoraba su antigua vida y odiaba tener que estar en ese lugar por culpa de que era perseguida, había conocido a personas geniales y se estaba haciendo a la idea poco a poco de que ese sería su "hogar" durante bastante tiempo. Pero la verdad era que no se podía quejar, había tenido mucha suerte yendo a parar allí.
Por las mañanas se vestía y se dirigía al gran comedor que había en el centro de ese edificio. Había largas mesas y bancos corridos, también algunas más pequeñas y redondas con sillas para quienes quisieran más intimidad. Solía desayunar con Lucía, Hena y Elías, aunque a veces alguno de ellos no estaba porque tenían muchas ocupaciones.
Después iba con Hena a la gran sala de entrenamiento. Hena había insistido en que debía aprender a defenderse, que nunca sabías cuando podías encontrarte con uno de aquellos monstruos. Mel había estado de acuerdo, aunque tenía claro que de poco serviría. Esos seres eran rápidos y fuertes, no tenía ninguna opción contra ellos a no ser que la atacase uno ciego, herido y borracho, y eso sería demasiada suerte y casualidad. Pero no quería llevarle la contraria, y menos cuando estaba poniendo tantas ganas y pasión.
Básicamente pasaban varias horas en las cuales Hena le enseñaba distintas formas de defensa o de reaccionar ante un ataque, insistía mucho en el hecho de mirar y atender al entorno para aprovecharse de él. Ya que cualquier objeto podía ser usado como arma, asestar un buen golpe y aprovechar el aturdimiento para escapar. Aun así Mel era escéptica, no creía tener posibilidad alguna, sabía que si se encontraba con uno y su intención era matarla, no duraría viva ni dos segundos.
También practicaban con diversas armas. Aunque la verdad es que el problema cuando las usaba no era aprender a manejarlas para hacer daño al oponente, sino aprender a no hacerse daño a sí misma. Era un desastre.
Cuando terminaban (Mel exhausta y Hena un poco, por no decir bastante, desesperada) se duchaban y volvían a encontrarse en el comedor.
Por las tardes iba a verles entrenar, paseaba por los alrededores nevados o quedaba con Elías que le enseñaba todo lo que hacía con los ordenadores (era un genio).
La primera vez que Mel había entrado en la sala en la que él trabajaba se había quedado asombrada. Multitud de pantallas a diferentes alturas en las paredes, una gran mesa circular que rodeaba toda la sala llena de teclados y distintas tablets que también hacían de pantallas. Detrás de la puerta grandes armarios metalizados escondían potentes procesadores y miles de cables. Una ventana al fondo dejaba entrar una luz que iluminaba toda aquella sala que parecía sacada de una película de ciencia ficción.
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El giro de la profecía, ¿amor o traición?
VampirgeschichtenDesde pequeña Hena ha sido entrenada para defenderse y, sobre todo, para odiar a esos seres que habitan en la oscuridad. Ella forma parte de una profecía milenaria incompleta, de la cual no sabe nada. ni siquiera su existencia. El día que conoce a...