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Capítulo 5 - La chica por la ventana
Mel estaba aturdida.
Estaba estirada boca arriba sobre lo que parecía un colchón mullido.
Quería abrir los ojos, pero le pesaban horrores. Sentía como cada parte del cuerpo le dolía, sentía punzadas, y todo debido a algo.
¿A qué?
En ese momento le vinieron todos los recuerdos. De golpe. Sin pausa. Como una cascada de recuerdos gigante. Todo lo que había ocurrido aquella noche, ¡en tan solo unas pocas horas! Solo unas pocas horas entre la salida de la biblioteca, la batalla, esos seres y...¡el chico!
Abrió los ojos. Parpadeó varias veces hasta que se acostumbró a la luz. No era excesiva, pero estaba agotada y cualquier esfuerzo requería muchísima energía.
Miró a su alrededor sin comprender. ¿Dónde estaba?
Después de caer inconsciente... ¡ella nunca se había desmayado!...y...
>Céntrate -se dijo a si misma, intentando concentrarse en lo que tenía delante.<
Parecía una habitación normal y corriente, con una cama en el centro de color blanco rodeada de paredes blancas y con una mesita móvil de enfermería.
Había una ventana horizontal en lo más alto de una de las paredes, debía medir unos dos metros (de izquierda a derecha), y muy estrecha. Parecía hecha "anti-fugas", inalcanzable en lo alto para la persona que estuviera descansando allí.
Fue ese pensamiento el que hizo reaccionar a Mel, todavía bastante atontada.
Giró rápidamente la cabeza hacia la otra parte de la habitación, lo que le causó unos segundos de mareo, y fijó la mirada en una puerta de metal.
Cerca de ésta, había otra puerta más pequeña y fina de madera, sin pomo. Así que debía abrirse empujando.
Mel intentó sonreír para infundirse ánimos. Convencerse de que no estaba soñando y de que no estaba...atrapada. Solo en pensar la última vez que había estado presa en contra de su voluntad varios escalofríos le recorrían la espalda. Suspiró e intentó apartar esos pensamientos de su cabeza.
Intentando ser práctica se incorporó. Lo que le valió varias punzadas de dolor de sus articulaciones.
Aguantándose, se puso de pie, apartando la sábana que la cubría y agarrándose con las manos fuertemente a la cama (no confiaba para nada en su sentido del equilibrio).
Todavía estaba vestida con su ropa. Estaba bastante destrozada, restos de cuando algunos de esos vampiros y hombres lobo (porque ya tenía muy claro que no eran imaginaciones suyas) cuando habían intentado agarrarla y atacarla.
Caminó todo lo rápido que pudo hacia la gruesa puerta de metal. Cogió el pomo e intentó abrirla. Nada.
Por mucho que intentó durante unos segundos, la puerta no se abría.
Intentando que no cundiera el pánico probó con la otra.
Ésta se abrió fácilmente a la primera. Y dio paso a una habitación casi idéntica a la suya: paredes blancas, puerta de metal, ventana alta, estrecha y alargada...pero... ¡en la cama estaba Hena!
O como mínimo creía recordar que esa chica con aspecto pálido, estirada en la cama y mirándola seriamente, se llamaba así.
Se quedó de pie quieta, mirándola.
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El giro de la profecía, ¿amor o traición?
VampireDesde pequeña Hena ha sido entrenada para defenderse y, sobre todo, para odiar a esos seres que habitan en la oscuridad. Ella forma parte de una profecía milenaria incompleta, de la cual no sabe nada. ni siquiera su existencia. El día que conoce a...