Capítulo 7: Aromas

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Pov: Jimin

Un par de semanas habían pasado desde mi último examen, desde el incidente con el señor poste del pañuelo costoso. Me había vuelto a zambullir de lleno en mi suerte de rutina, yendo a cursar algunos días, a trabajar otros, pintando por la madrugada y estudiando en mis momentos libres. No había vuelto a pensar (tanto) en esos choques y esos intercambios hasta que me tocó un encargo específico de mi trabajo de cadetería.

El jueves Namjoon, mi jefe, me envió un mail con diferentes tareas que necesitaban hacerse en el día, podía optar por tomar algunas, todas o ninguna, según mis tiempos y disponibilidad.

Elegí tres, llevar la correspondencia de una señora mayor al correo (si, hay gente que aún manda cartas, también me sorprende) retirar un paquete del mismo correo para entregarlo en una oficina y pasar a buscar la tintorería de algún tipo, un tal Jeon, podría coordinar estas tareas entre sí y la dirección del último recado se encontraba relativamente cerca de mi universidad, ahorrar tiempo era mi pasión, calculaba que en menos de dos horas cumpliría el trabajo de la jornada. 

Me calcé mis patines, me puse una rompevientos ligera y me dirigí a la agencia donde busqué lo necesario para cumplir con todos los trabajos, el correo de la señora, el formulario para retirar el paquete, el recibo de la tintorería y las llaves del departamento del cliente, parte de mi labor en este encargo era dejar sus trajes ordenados en su placard. Dejé este trabajo para el final ya que por un lado era el que más tiempo me llevaría y por otro la tintorería, el departamento de Jeon y la universidad estaban relativamente cerca entre sí, por lo que podría irme directamente a cursar al finalizar todo. 

Tal y como había pensado mis primeras tareas las resolví con una rapidez digna de un profesional, había ganado preciados minutos que podría invertir en desayunar en la cafetería si cumplía el último recado con la misma eficacia.

Cuando llegué al último sitio entré con cautela, siempre se me hacía un poquito extraño pasar a la casa de un desconocido con este ausente, por más de que ya estuviera haciendo este tipo de diligencias hace más de un año no me terminaba de acostumbrar.

Me gustaba, para evadir la sensación de incomodidad que me generaba entrar en hogares desconocidos, entretenerme jugando a hacerle un identikit al dueño, comenzaba por observar el orden del lugar. Este parecía ser el hogar de alguien pulcro, pero no llegaba a ser obsesivo. Se notaba limpio y ordenado, pero no al extremo a mi parecer. Apoyé los trajes en una silla y me quité el rompevientos para estar más cómodo, lo dejé en el sofá, donde también había algunas camisas arrojadas descuidadamente. 

De curiosidad tomé una camisa del montón, la tela era muy suavecita, de buena calidad, el diseño era simple y bonito, se ve que el dueño tenía buen gusto al vestir. Me la probé por encima de mi ropa, me quedaba larga hasta la mitad de los muslos y mis manitos no llegaban a salir por los puños, me reí de mí mismo por la diferencia de tamaños. Un aroma sutil invadió mis fosas nasales, el perfume del dueño de casa estaba impregnado en la prenda, fresco, mentolado quizás, o algo parecido al eucalipto. Me sonrojé, sentir el aroma de otro hombre era muy íntimo para mí, por más que este no estuviera presente, me sentí cohibido y me quité la camisa rápidamente, distrayéndome mirando el resto de mi entorno para olvidar mi travesura. 

Había una taza olvidada en la mesa con restos de café, un libro con muchos numeritos y símbolos en la tapa a medio leer sobre la mesada de la cocina, una toalla arrugada colgada descuidadamente en el barral de la ducha y la cama estaba tendida con prisa, apenas acomodada (no me juzguen por entrar a todas sus habitaciones, piensen que tenía que buscar los armarios para los trajes, no tiene naaada nadita que ver con mi naturaleza curiosa, claro que no). 

Los colores de las paredes y los muebles eran neutros, mucho gris, blanco y negro, todo gritaba seriedad (más que gritar lo susurraba) Habían algunas fotografías en blanco y negro de edificios y paisajes en las paredes, eran bonitas, le daban un toque más sensible al entorno. Cuando ya estaba por salir del lugar, habiendo cumplido con mi deber a pesar de las distracciones, una foto enmarcada en la repisa al lado de la entrada me llamó la atención, eran tres hombres muy apuestos, arreglados y sonrientes, en un semi abrazo fraternal 

-¡Oh por dios, es el señor poste!- 

Sip, estaba o en el departamento de uno de sus conocidos, o en el suyo. Había chismoseado en la intimidad de alguien a quién podría decirse que tal vez conociera. Me sentí repentinamente nervioso, por lo que salí apresurado de allí, sintiéndome un poco culpable por haber invadido tanto la privacidad ajena.

No fue hasta la noche que noté que me faltaba mi campera colorida, cuando refrescó un poco el clima. La di por perdida, entre los distintos recados que había cumplido hoy y las diferentes áreas de la universidad que transité para cursar mis materias podía haberla dejado olvidada en miles de sitios, no había manera de saber dónde. Lástima, era de mis favoritas, amarilla con mangas violetas, cuello magenta y cierres turquesas, la había conseguido en una tienda vintage de por ahí, le diría a Tae que hiciéramos otra excursión de compras próximamente para aplacar mi tristeza por la pérdida de la camperita.


Pov: Jungkook

Un jueves como cualquier otro regresé a casa relativamente temprano, era la hora de la cena, tan mal no estaba, las cosas se habían estabilizado un poco en el trabajo por lo que había comenzado, empujado por Jinnie, a equilibrar mejor mi rutina. Ahora almorzaba a diario y dormía 5 horas todas las noches, era un gran logro. Para esta noche tenía planeado ordenar mi hogar, la locura de trabajo en la que me había sumergido había logrado que descuidara un poco el orden diario, los pequeños detalles dejados al azar me estaban volviendo un poco loco. 

Entré en mi departamento dejando las llaves descuidadamente a un lado de la foto que nos habíamos tomado con Jin y Yoon la noche del karaoke y el club nocturno, había pensado varias veces en el despampanante rubio, me arrepentía de que mi cerebro haya estado tan embotado por el alcohol que ni siquiera pudiera responder a su risa, a su saludo. A quién engaño, alguien con tanta vitalidad no querría salir con un potus como soy yo, ni siquiera me habría aceptado un trago... 

Me dirigí cabizbajo al sofá, solo quería tirarme un rato a regocijarme en mi miseria, pero recordé que había dejado las camisas que me probé en la mañana tiradas allí, a veces me cambiaba varias veces hasta lograr una combinación que me convenciera, me gustaba vestir con estilo. Podía empezar por ordenar un poco mi ropa, eso me daría algo más de paz mental. Al subir mi mirada hacia el lugar donde debían estar, noté una explosión de colores entremezclada entre los tonos neutros de mi ropa. Tomé la prenda entre mis manos, una campera ligera, ochentosa, que claramente mía no era. Estuve un rato pensando en cómo ese rompevientos había llegado a mi sillón. Mientras tanto me dirigí a mi armario para acomodar las camisas y me encontré con mi tintorería ordenada dentro. Me había olvidado que los jueves me traían los trajes limpios, la agencia de cadetes de mi vecino Namjoon era impecable, siempre cumplían con todo y nunca notabas su paso por tu casa -Hasta ahora- dije en voz alta, volviendo a tomar la campera entre mis manos. Me sentí orgulloso por haber descifrado rápido el misterio y tener a quién devolver el ítem olvidado, un detalle así podía dejarme pensando por horas y llevarme al camino del insomnio, mi cabeza solía ser mi peor enemigo...

Finalmente me dirigí al sofá, con la campera aún entre mis manos, tomé mi móvil con la intención de escribirle a Nam para ver si le dejaba la prenda en su casa o si prefería que el cadete la pasara a retirar, pero me distraje porque tenía unos 8 audios de mi ex en whatsapp. No entiendo por qué no la bloqueaba, o por qué le estaba dando al botón de reproducir, pero antes de que pudiera pensarlo ya estaba escuchando su voz irrumpiendo mi preciado silencio. 

Lo de siempre, me pedía volver, mezclaba reclamos, decía que cambió, que yo tengo que cambiar, me insultaba, afirmaba amarme, quién la entiende... A veces creo que solo busca marearme para que le diga a todo que sí, pero como siempre con sus protestas solo consigue que la ignore olímpicamente. 

Buscando distraerme de la tortura que me generaba mi ex, mi cuerpo generó un impulso que hizo que me llevara la campera que aún sostenía en mis manos hacia mi nariz, sintiendo un perfume frutal, dulce pero sutil, cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, dejé todo a un lado sintiéndome un tanto pervertido. Por alguna razón los alegres colores y el dulce aroma me tenía pensando nuevamente en mi bolita de energía roba pañuelos y roba alientos, sería algo que le quedaría bien sin dudas...

Imantado a ti - Kookmin -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora