Capítulo 10: Me gusta un poquito

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Sábado por la noche - Pov: Jimin

La semana de exámenes me había dejado agotado, drenado, achicharrado, ¿sigo? Solo quería dormir todo el fin de semana, no tenía ánimos para nada más. Pero muy inteligentemente cometí el error de contarle a Tae de mi nuevo encuentro con el atractivo señor poste (si, ya no lo negaba, el tipo era un deleite a la vista). 

A Tae le brillaron los ojos con emoción cuando le relaté la nueva anécdota y volvió a insistir con una salida en el fin de semana, intenté negarme, argumentando una cita previa con mi camita, pero de nada sirvió. Tae me había amenazado, si el sábado no estaba despierto y presentable me arrastraría al antro en pijama, yo no usaba pijama y sabía que él era capaz de cumplir con su palabra, me daba pánico que me sacara de la casa envuelto en una sábana así que por esa razón es que me encontraba vistiéndome y maquillándome, en vez de estar arropado entre mis sábanas disfrutando de mi merecido descanso.

No voy a negar que me causaba una cierta emoción la pequeñísima posibilidad de encontrarme con el dueño del pañuelo nuevamente, hacía años que nadie me llamaba la atención. Había tenido algún que otro amigo con derechos en la escuela secundaria, pero todo terminaba aburriéndome. Cuando entre en la universidad salí casualmente con uno o dos chicos, pero la cosa se había vuelto obsesiva por parte de ellos rápidamente, aún hoy en día continuaban insistiendo en que yo era el amor de sus vidas cuando ni siquiera me conocían, solía atraer especímenes de hombres bastante cuestionables. Me pasaba mis recesos evitando ciertos lugares y me pegaba a Tae lo más posible, para evitar escenitas con mis antiguas conquistas.

Propuestas nuevas tampoco me faltaban, tenía a varios compañeros de la universidad presionando para que cediera y les permitiera una cita o les abriera las piernas, pero a mi me resultaba mucho más grato pasar tiempo disfrutando de mi soledad antes que engancharme con cualquiera porque sí, no necesitaba sumar mas acosadores a la fila. 

El hecho de que mi desconocido hombre misterioso lograra dejarme sin palabras me generaba curiosidad, y francamente había fantaseado con enterrar mis manos en su cabellera y chupar su esbelto cuello toda la semana, tal vez también le haya dedicado algún que otro sueño húmedo. No me culpen, el tipo era jodidamente atractivo. Era la primera vez en mucho tiempo que yo deseaba ser un poco más proactivo con la atracción que sentía, y no simplemente dejarme hacer por quienes me codiciaban.

Tae llegó cuando yo estaba terminando de peinar mi cabello hacia atrás, ya estaba tan largo que molestaba un poco sobre mis ojos.

-Te ves bien como siempre Jims- dijo Tae, saludándome con un abrazo estrecho.

-Terminemos esta tortura- Respondí dramáticamente, tomando mis llaves y mi campera de jean. En esta oportunidad me había puesto una simple camiseta negra con el cuello un poco amplio y unos jeans muy rasgados, dejaban ver en su totalidad mis rodillas y parte de mis muslos. Antes de irnos Tae me pidió que me pusiera el bendito pañuelo -Vamos Jims, úsalo en conmemoración a nuestra última salida juntos, y para llamar al destino, puede ser un buen amuleto- me guiñó el ojo mientras me hablaba, vaya uno a saber qué pasaba por su extraña cabecita.

Me reí, no me encontraría nuevamente con el dueño del pañuelo, esto no es una telenovela, pero aún así complací a mi amigo. No me costaba nada, enrollé el pañuelo en mi muñeca, secretamente deseando que las palabras de Tae se cumplieran.

La noche fue caótica, el sitio estaba repleto y Tae no paraba de hacernos cambiar de lugar, mirando hacia todos lados constantemente, como si buscara algo. 

Ya habíamos estado largas horas bailando, bebiendo y paseándonos por el club cuando enfrenté a Tae, me acerqué a su oreja para poder comunicarme entre el ruido y caos que nos rodeaba -Ya Teteee- arrastre mis palabras, un tanto alegre por la bebida -me duelen mis piecitos y no por bailar, si querías salir a caminar hubiéramos ido a un parque en zapatillas, no a un antro en mis malditas botas de taco-

Tae me miró fijo y asintió -Perdón Jims, creí ver a alguien conocido, pero me engañó mi vista, volvamos a casa...-

Noté a Tae decaído, no era lo usual, no me gustaba verlo desilusionado

-Bailemos Tete- lo invité con determinación, sosteniendo sus manos y tirando de ellas ligeramente.

Tae me siguió el juego, su personalidad era libre y ligera, nunca se quedaba con la angustia o hastío por más de unos breves segundos, si había un camino hacia la felicidad el lo recorría sin pensarlo dos veces. Nos adueñamos de la pista y  bailamos alocadamente, recuperando nuestra burbuja feliz, se generó un círculo alrededor nuestro mientras sacabamos nuestros mejores pasos y nos restregábamos de manera sexi y juguetona entre nosotros, la gente debía pensar que eramos una pareja muy caliente, pero simplemente eramos dos amigos muy cercanos que disfrutaban de tontear sin segundas intenciones, y secretamente nos encantaba ver como el mundo asumía cosas sobre nosotros, errando siempre. Nos silbaban y aplaudían cada vez que cambiabamos el ritmo, nosotros nos dejábamos bañar por la emoción de ese pequeño público, como siempre solía suceder.

Ya estaban por cerrar el lugar cuando decidimos irnos definitivamente pero antes de salir quise pasar por el baño. Dejé a Tae en la barra y fui al fondo, en el pasillo del baño había alguien de espaldas abarcando todo el espacio disponible, hablando por teléfono. Yo estaba cansado, pasado de rosca y desvergonzado, así que sin pensarlo, cediendo a mi lado impulsivo, en vez de pedir permiso colisioné mi cuerpo contra su costado, abriéndome paso. Estaba ya a centímetros de la puerta del baño, cuando el tipo del pasillo me tomó de la muñeca... bien aquí vamos...

-Qué- Dije de manera cortante mientras me volteaba. Y allí estaba, el señor poste nuevamente, sosteniéndome de la muñeca que casualmente estaba envuelta en su pañuelo. Lucía unos pantalones de vestir negros y una simple camisa blanca, que parecía abrazar sus músculos como si estuviera hecha medida a su cuerpo, dije que me interesaba un poquito? Mentí, me interesa muchísimo.

Él notó en su tacto el pañuelo que envolvía mi muñeca, masajeando levemente la seda -creo que tienes algo mio- me dijo acercándose un poco más para hacerse oír. Su voz sonaba rasposa, me hacía erizar cada vello de mi piel, sentía pequeñas corrientes eléctricas recorrerme al imaginarme esa voz afectada susurrándome palabras sucias en momentos de intimidad, tal vez el alcohol en sangre me estaba haciendo fantasear demás? Puede ser.

-Ya expiró la política de devoluciones- contesté con una sonrisa coqueta, venía acumulando tantas ganas que no había lugar para la vergüenza.

-Puedes quedártelo, se luce sobre tu piel- sus palabras lograron un furioso sonrojo en mis mejillas -pero quiero algo a cambio- se acercó aún más, pegando un poco nuestros cuerpos.

-Qué tienes en mente?- Mi cabeza iba a mil por hora imaginando los cientos de intercambios indecentes posibles

-Tu nombre estaría bien- su respuesta me dejó en un leve shock, era todo un caballero. Mientras me hablaba continuaba acariciando mi muñeca, rozando mi piel con aires de inocencia.

-Mmm nop, no lo creo, pañuelo por nombre no es un intercambio equivalente- contesté juguetón, no quería que este momento terminase tan rápido.

-Qué estás dispuesto a darme entonces?- Me miraba directo a los ojos mientras me hablaba con voz profunda, yo ya estaba perdido en la oscuridad de su mirada.

Respondí con acciones, acorté la breve distancia que nos separaba y rocé sus labios sutilmente, sintiendo como me estaba lanzando a una pileta sin saber si habría agua o estaría vacía, esperaba no estrellarme contra el fondo. Tiró de mi muñeca y posicionó una mano en mi espalda, atrayéndome completamente, más que a una pileta, me había tirado al océano entero. Comenzamos un beso furioso, con nuestras lenguas acariciándose, nuestros labios danzando entre ellos, olvidando que en algún momento teníamos que respirar. Enterré mis manos entre sus cabellos, como tanto había fantaseado hacer, él continuó sosteniendo mi muñeca y sumó un agarre firme a mi cadera, justo por encima del comienso de la curvatura de mi trasero, manteniendo todo inocente y sucio en igual medida.

Al separarnos agitados me susurró -Qué tengo que hacer para tener tu nombre?-

-Darme el tuyo- dije mientras lo volvía a besar, más lento, saboreando sus labios, completamente perdido en el momento...

Imantado a ti - Kookmin -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora