Extra. 🌺

236 23 20
                                    

Ambos se sentían tan cansados que muy apenas podían colocarse en una posición cómodo para dormir, después de el nacimiento de los gemelos, el dormir parecía aún más difícil que cuando asistían a la universidad.

No siquiera estaban en sus pijamas, la ropa de su día a día se había vuelto este.

A pesar de que ambos ya no eran unos bebés, la atención que había que tenerle a los gemelos Hamada era absoluta.
Por desgracia para sus padres, sus hijos eran igual que ellos de niños: Inteligentes, audaces y muy creativos.

Comenzaban a compadecer a las personas que tuvieron que criarlos, realmente comprendían que no debió haber sido nada fácil.

Un alboroto diminuto se escuchó.
Ambos arrugaron sus frentes sin abrir los ojos. Realmente no querían levantarse a ver qué habían hecho sus hijos ahora.

—Te toca— Se apresuró a decir Ari con cansancio.

—Mh...— Se quejo el pelinegro— Au...

Ari, con la poca fuerza que le quedaba en los brazos, golpeó levemente a Hiro en su mejilla sin abrir los ojos.

Baymax comenzó a inflarse.

—Hola— Saludo el amigable robot.

—Baymax, ¿Podrías ir a ver a los niños?— Pregunto con cansancio.

Baymax no comprendía el porqué de su petición, sin embargo no dijo nada, bajo de su puerto de carga y ambos pelinegros escucharon las articulaciones de el robot alejarse de la habitacion.

—Eres un mal padre—Dijo Ari medio dormida.

—Hubieras hecho lo mismo—Repuso Hiro.

Ari se quedó en silencio un momento.

—Tienes razón...—Respiro hondo para no ceder ante el cansancio— ¿Crees que Baymax pueda con ambos?— Cuestionó.

—Sera pan comido para él

Luego de esas palabras ninguno de los dos soportó el sueño.
Era un gran alivio poder dormir en ese momento.
Sin embargo, despertaron a lo que habían sentido fueron unos segundos, sobresaltados ante aquel estruendo bastante preocupante.

Ambos saltaron de la cama, con la marca de las sábanas en sus rostros e intentando no resbalar en aquel piso de madera por estar usando calcetines.

Recorrieron todo el piso intentando descubrir su origen, bien sabiendo que habían sido sus hijos.

Abrieron las puertas de cada habitación que encontraban, las de ambos Hamada estaban vacías, al igual que el baño, la despensa, sus oficinas...

—¿Cerraste tu laboratorio?— Cuestionó Hiro a su esposa.

Los ojos de Ari se abrieron de par en par y sus cejas de curvaron.
Sin dudarlo comenzó a correr hacia su laboratorio, Hiro le siguió el paso.
Al entrar los reflejos de la pecosa la salvaron de lo que aprecia haber sido un pesado bastante grande de sodio sólido.

Dirigió la mirada a sus hijos, ambos vestidos con las batas de su madre, al igual que sus guantes y lentes de seguridad, creo que no hay que aclarar que todo les quedaba sumamente grande. Mientras uno sujetaba aquel vaso de bohemia, otro sujetaba con pinzas pedazos de sodio sólido.

Hiro llego y sus reflejos lo salvaron de lo mismo.

—¿Qué hacen?— Pregunto su madre molesta.

Los pequeños soltaron las cosas dejándolas en la mesada de inmediato, observando sin excusa al rostro enojado de su madre.

—Ah...—Penso rápido el pequeño— Baymax nos dejó hacerlo.

Ari observo a baymax con semblante molesto y ceja alzada.

°•Amor a nuestra ciencia•° (Parte 2)(Hiro Hamada x Oc) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora