CAPÍTULO 25

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- Alteza. - Escucho la misma voz tétrica que había escuchado dentro de mi mente, cuando estaba envuelta en la oscuridad. ¿Sigo estando envuelta en la oscuridad? No, recuerdo que estoy en el hospital. Entonces...¿esta voz? Al menos esta vez no están las otras voces. Me siento muy mal que yo este aquí durmiendo, cuando se que fuera hay gente que me necesita. - Mi adorable, princesa. - Escucho decir otra vez esa misma voz de manera macabra y oscura, pero no en mal sentido. Siento como acaricia mi rostro, para bajar a mis hombros y lentamente recorrer toda mi silueta. Me entra un escalofrío. Me revuelvo incomoda y decido abrir los ojos para ver quién es. 

No hay nadie en la habitación del hospital. Miro hacia la ventana y esta cerrada, la puerta también. ¿Cómo? ¿Lo habré soñado? Pienso. Cojo el móvil para ver la hora son las tres y treinta-ocho de la mañana. Miro otra vez la habitación para asegurarme que no hay nadie. Me acomodo para intentar volver a dormir y vuelvo a cerrar los ojos para intentar reconciliar el sueño.

- Alteza. - Vuelvo a escuchar esa voz, cuando ya estaba a punto de entrar en sueño profundo. Vuelvo a sentir esas caricias. Lejos de asustarme, me tiene intrigada. ¿Quién es? Cuando siento sus caricias por mis hombros, abro los ojos y estiro la manos lo más rápido que mis reflejos pueden para coger la mano del visitante misterioso. Grata sorpresa me llevo cuando sin querer activo el poder propio de las criaturas y con mi ultra velocidad y fuerza consigo agarrarlo, pero al no controlarlo y al tirar hacia mi para que no escapara, esté cae encima y lamentablemente, no sucede un beso como pasa en múltiples películas, sino un horrible impacto de todo su torso encima mío.

- Pesas. - Me quejo. Siento como él quiere escapar, pero lo envuelvo con mis piernas y con mis brazos como si estuviera cogida a él en forma de koala. "Tu no te me escapas". Pienso.

- Ya tampoco tenía intenciones de hacerlo. - Me dice la voz macabra, grabe y oscura.

 ¿Cuándo la fina sabana a caído al suelo? Seguro habré sido yo durmiendo, por el calor que hace... pero este hecho hace que ahora mismo este en esta situación comprometida con el hombre macabra. Giro la cabeza para verle el rostro, él a su vez se levanta lo suficiente para girarse y verme. Entonces sucede los mismos síntomas que me lleva sucediendo estos últimos días. Me quedo centrada y hipnotizada en sus ojos negros tan profundo como la propia noche.

- ¿Quién eres? - Le pregunto como puedo mientras veo embobada todo su rostro, mandíbula marcada, sin barba mostrando su piel pálida, aunque no tan pálida como Leo, más bien es tétrica, cabello rizado y revuelto de color negro y esos ojos negros profundos. - ¿Eras tú a quién escuche durante la prueba mental? 

- Alteza, eres muy curiosa. - Dice él mientras ahora esta posicionado encima de mí, apoya su antebrazo justo al lado de mi cabeza y con la mano libre me acaricia el rostro. Inconscientemente, cierro mis ojos disfrutando de sus caricias.

- Soy Tatiana, Tati. - Le digo aún con mis ojos cerrados, disfrutando su toque en mi piel.

- Tati, mi Keket. - Dice el hombre, mientras poco a poco agacha su cabeza, cierro los ojos, esperando su beso, desgraciadamente va a mi cuello y me huele, inspira mi aroma. 

- ¿Cuál es tu nombre? - Le pregunto algo molesta y decepcionada porque no me besará.

- Seth, mi hermosa Keket. - Me contesta este para volver a subir y mirarme fijamente a los ojos. Esa mirada, como si me estuviera admirando lo que esta viendo, más los síntomas y sus caricias que en todo momento no ha parado de hacerlas me tiene totalmente excitada. ¿Seth? ¿No es al que vi de lejos en la prueba aérea? Después él se fue y me fui con los demás al Epicenter.

- Seth, aún no es el momento. - Escucho que dice otra voz dentro de la habitación.

Asustada por la nueva intromisión giro mi cabeza y entonces los veo. A todos. Toda la fracción líder esta en esta habitación. Seth protesta, se mueve para intentar levantarse y unirse a los demás, durante el proceso noto el roce de su excitación, inspiro profundamente para intentar retener todos los nervios y la calentura que estos hombres en la habitación me están haciendo sentir.

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