First Mission: Sky. (Jenlisa)

「 ✦ You Can Love Me, But I Can't ✦ 」

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Regla 7: La muerte puede mirarte a los ojos y no decirte la verdad, así como puede fingir que quiere darte una segunda oportunidad.

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PARK ROSEANNE.

-¿Qué tanto piensas, Rosie? -preguntó Lisa-. Últimamente estás muy pensativa.

-En cosas, no lo sé, es todo muy extraño. ¿Recuerdas una vez en la cual te llamé?, yo no recuerdo más que la llamada.

-Lo recuerdo, pero es muy vago, y seguro no lo recordamos porque no tiene importancia o quizás sí, y no sé -se encogió de un solo hombro-, a veces siento que no recuerdo las cosas, o si lo hago, pero a la mitad -confesó- De todas formas, no creo que sea importante ahora.

-Cierto, ¿vas al museo hoy?

-Tengo que pasarme por allí, ¿vas conmigo?

-No, tengo que hacer unos trabajos y entregarlos para mañana, veré cuanto me rinde el tiempo. Chanyeol se reunirá conmigo más tarde, no sé si gustes en unirte, o si vayas a estar muy cansada.

-Estoy quedándome con Somi, no me gusta dejarla por tanto tiempo sola, pero te diré si voy o no -comunicó.

-Me parece bien, yo pago, tranquila.

-Muchas gracias, Rosie. Nos veremos luego -se inclinó y dejó un beso en mi mejilla para terminarse de despedir.

Al salir por la puerta de la cafetería, yo me recosté de la silla y permanecí mirando a través de las ventanas, el día estaba hermoso, y me atrevería a decir que el día no sería tan caluroso, sino más bien fresco. Una pequeña sonrisa se escapó de mis labios y asentí para mí misma. Cuando llevé la mirada al frente me encontré con unos ojos fijos en mí.

Fruncí el entrecejo y miré con interés hacia la chica que me sonreía desde otra mesa, una mesa que estaba justo frente a mí. Lancé una mirada hacia mi espalda, creyendo que quizás había alguien ahí, pero no. Ella me miraba a mí.

Carraspeé y me hice la despreocupada, pero al la chica no darse por vencido, yo desde mi lugar le pregunté.

-¿Pasa algo?, ¿por qué me mira tanto?

Ella no dejó la sonrisa, sino más bien la agrandó.

-Me llamo Kim Jisoo, ¿tú?

-¿Perdone?

-Que me digas tu nombre -repitió.

-No, eso no, sino que no la conozco de nada, y me habla con esa familiaridad -me crucé de brazos sobre la mesa-. Ni siquiera le pregunté su nombre.

-Oh, lo siento, pero ya lo sabes. Vi que la chica que estaba acompañándola se retiró, ¿puedo sentarme ahí? -señaló la silla.

-Por supuesto que no -bufé-. Es más, usted puede ser una ladrona.

Sonrió aún más abiertamente, -No, no lo soy, si lo fuera no te estuviera hablando así.

-Hay muchos tipos de ladrones -arqueé las cejas-. ¿Necesitas algo?

-Que me digas tu nombre, nada más, y si es posible tu número -vaciló.

-Este mundo está lleno de locos -chisté-. No te conozco.

-Yo tampoco a ti y mírame -dijo con amabilidad-. Préstame tu nombre, luego te lo devuelvo.

-Los nombres no se prestan, me quedaré sin él.