First Mission: Sky. (Jenlisa)

「 ✦ Heaven In Your Smile ✦ 」

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Regla 6: La muerte tiene el don de lograr que la ames tanto, que te parezca más doloroso pensar en ella, que el día de tu muerte.

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LALISA MANOBAL.

Desde mi cama pude olfatear un rico olor, el cual estaba segura, provenía de la cocina. Miré a los lados y seguí a aquel rico aroma. Una pequeña sonrisa se asomó a mis labios creyendo que Somi era la causante de eso, pero aquello quedó descartado en el momento que al salir de la habitación, Somi se veía igual de confundida, saliendo de su habitación y cerrando detrás de ella.

—¿No eres tú? —pregunté.

—No, yo no cocino, Lisa. Espera... ¡Seguro es tu Roommate! —gritó con alegría y corrió escaleras abajo.

—No, Somi, Jennie no cocina... o eso creo —bajé detrás de ella en dirección a la cocina—. Es impo...

Mis ojos se abrieron como platos ante la imagen, en la isla de mi cocina había más de un desayuno, y ricos jugos de diferentes sabores. Jennie estaba con un delantal terminando de servir unos huevos revueltos, y su rostro se veía diferente esta mañana.

O quizás era yo que la veía diferente. Su cabello amarrado en una coleta y su piel más pálida, un rostro el cual transmitía la paz que muchas veces no pudo, o desde que la conozco. Mi corazón brincó en alegría, como si aquella pequeña acción se significara tanto para él. Nunca se aceleró de esa manera por nadie.

Es más, estaba segura de que Jennie era la primera chica en provocar eso, desde hace mucho para mí se terminaron las citas, o salidas casuales con personas, y cuando se me era propuesto, simplemente as rechazaba, aquello aumentó en consecuencia de mi enfermedad.

Y aunque era un gesto sencillo por el cual no debía emocionarme luego de todo lo que me ha dicho y hecho, creo que no puedo evitarlo. Carraspee llamando su atención, al igual que Somi, estaba sorprendida.

—Oh, se despertaron las bellas durmientes —expresó alegré, y con una sonrisa—. Preparé un desayuno variado, tomen lo que gusten.

—¡Se ve todo muy delicioso! —se adelantó Somi para comer—. Las frutas son mis favoritas.

—Las mías también —presumió Jennie.

—Pero tú no... –me detuve a mí misma cuando me percaté de que Somi no sabía nada—. Bien, todo se ve muy rico pero espero órdenes este desastre.

—En un chasquear de dedos, pero siéntate a disfrutar —me señaló—. No te cuesta nada.

Me encaminé hasta el taburete y me senté ahí, sirviéndome un poco de ensalada de frutas, y algo de jugo de naranja, Somi disfrutaba su desayuno.

—No tenía la menor idea de que cocinabas —comenté.

—No sabes todo sobre mí –suspiró apoyándose de la isla—. Te falta más.

—Tampoco quiero —me entré una fresa en la boca—. Están dulces, las fresas no suelen ser dulces.

—Yo las hice —dijo con orgullo.

—¿No me querrás envenenar?

Rio, —No, si fuera así lo hubiese hecho hace rato.

—Mmmh, aquí veo química –dijo Somi con la boca llena—. Me gusta, ¿te puedo llamar cuñada?

—Por supuesto, Cuñada —respondió con una sonrisa más grande.

¿Era normal pensar que la sonrisa de la muerte era tan linda?, y es que sus ojos no podían verse más hermosos al sonreír, con la diferencia de ayer, hoy ella lo hacía genuinamente y sin sarcasmo de por medio. Era todo tan extraño, ella estaba extraña. Y no sabía si tomarlo bien o de alguna manera perder la idea de aquella persona que...