Extra- 3.

849 131 20
                                    

LALISA MANOBAL.

Acaricié el cabello de Jennie, ella acostada en mi pecho, estaba tan sumergida en su libro y yo en la mirada en la blanca pared, que no hacía falta que ninguna de las dos hablara. No obstante, a pesar de Jennie estar leyendo, ella de vez en cuando cerraba y abría el libro.

Era un tipo de hiperactividad que no entendía por su parte. Yo seguía acariciando su cabello, no prestándole atención a eso, sino más bien, concentrándome en acariciar su hermoso cabello castaño y lo bien que se sentía hundir mis manos en ellos. Como si a través de esos pudiera expresar el amor que estaba sintiendo por ella.

—Oye, Lili —inició, interrumpiendo el momento—. ¿Me quieres?

Su pregunta fue repentina, no sabía a qué venía, no nos habíamos dicho más de un te quiero ahora mismo, ni siquiera éramos capaces de forzar la palabra que para nosotras era más grande que cualquier otra cosa. Jennie se giró solo un poco para así mirarme a los ojos, yo fruncí el ceño, pero de todas formas, le respondí a lo que ella quería escuchar.

—No —murmuré, y Jennie abrió y cerró la boca, esperando otra respuesta de mi parte. Sonreí—. Te amo, Jennie.

Abrió mucho los ojos y se incorporó en la cama, mirándome aún absorta en mis palabras. Ajena a lo que había escuchado o pensando que estaba escuchando mal. Incluso para mí fue tan natural, que me costó asimilar que esas palabras habían salido de mis labios.

Ella permaneció en silencio, me comenzaba a asustar, pensé que había hecho mal, no quería que todo terminara mal y que por esa palabra se cree un lago entre nosotras. No quería tampoco ponerla incómoda por mi manera de expresarle un te amo.

Fui muy brusca o muy directa, o tal vez no era el momento correcto y por esa razón no estaba contenta con lo que yo había dicho.

A pesar de todo, sonreí, viendo la expresión de su rostro.

—¿Eh? —dijo en un hilo de voz.

Estaba estupefacta, en este momento, cualquier parte del rostro de Jennie, expresaba y gritaba sorpresa.

—Bueno, ¿tan malo es mi te amo? —pregunté riéndome.

—No... no, no —abrió la boca—. Pero... ¿No?

—Te amo, Jennie. Te amo —repetí, acercándome a ella para depositar un beso en sus labios—. Te amo.

Jennie no se creía lo que escuchaba, yo me acerqué un poco más an ella y la rodee con mis brazos, sentándome a horcajadas. Jennie se me quedó mirando, pensando que lo que salía de mi boca era una vil mentira, o puede que aún no procese que en lugar de un te quiero, salió algo más profundo.

—¿No piensas hablar o algo? —pregunté, divertida—. ¿No me amas, Nini?

—¿Amarte? —sonrió—. Te amo —hizo una pausa—. ¡Sí, te amo, sí, sí! —se lanzó hacia atrás en la cama—. ¡Te amo muchísimo!

Reí al ver la felicidad en su gesto.

—Eso me imagino que es muy bueno, porque yo nunca dejaré de hacerlo, tendrás que soportarme por mucho tiempo —me recosté de ella para dejar un beso en sus labios—. Porque te amo, Jennie.

—Cásate conmigo —propuso de la nada, dejándome anonadada—. Cásate conmigo, Lisa. Ahora, cásate ahora conmigo.

—Jennie, solo te dije te amo, mi amor, cálmate.

—No, no, no, no estás entendiendo —me dejó a un lado y fue en busca de algo, mostrándome una cajita de anillo—. Cásate conmigo.

—Pero.., Jennie, ¿cuándo y cómo?

—Eso es un sí, ¿verdad?, ¿puedo casarme contigo? —sacó el anillo con las manos temblorosas—. No me vas a decir que no, ¿o si me vas a decir no?

—Mi amor.

—Es que ya le dije a tu mamá que te ibas a sacar conmigo, y ella no puede saber que me dijiste que no, imagínate eso —me miró preocupada—. O peor aún, que cuando me digas que no tenga que irme con otra chica, no, es que yo soy lisasexual, es terrible. No, no, puedes, no puedes dejarme, tienes que decirme que sí.

—No.

—¿No?

—No, mi amor, espérate —la calmé.

—¿No te vas a casar?

—No, eso no, Nini —intenté tranquilizarla.

—Entonces dices no al anillo, feo no está, sí, es cierto, Jisoo tiene gustos medio raros, en lo único que atinó fue en Rosé, pero...

—¡Mi amor! —le grité—. Sí, el anillo está precioso.

—Entonces la fea soy yo —se señaló.

—¿Qué?, mi amor, no, es que... —me llevé la mano al rostro—. Mi Nini preciosa, mírame.

—Te miro.

Tomé su rostro entre mis manos, —Te amo, ya te lo dije —asintió—. Y te dije que me quiero casar contigo.

—No. Dijiste que no.

—No dije que no a eso, mi amor, tranquila, si me quiero casar contigo.

—Entonces si puedo casarme contigo —respiró más tranquila—. Cuando te pongas el anillo respiro mejor, ahora siento que tengo asma.

—Jennie.

—Ponte el anillo —insistió.

Para calmarla, me puse el anillo en el dedo, mostrándoselo. Ella sonrió, más feliz que otra cosa, en su rostro solo podía apreciar el cómo el color de sus ojos cambió a uno más brillante, dejó un beso en el dorso de mi mano. Esto era el comienzo de toda una vida con ella.

Y otras vidas más.

*****

Caminamos dentro del restaurante, sentándonos en la mesa que teníamos reservadas. Uno de los meseros se nos acercó, le sonreí para que comenzara a apuntar nuestros pedidos.

—Oiga —Jennie interrumpió al mesero, que repetía nuestra comida—. Le pedí matrimonio y me dijo que sí.

El mesero nos miró, sorprendido, —Eso es increíble, Señorita.

—Sí, eso digo. Pero no sabes el susto que me dio, porque...

—Ya, gracias, puede ir a por nuestra comida —despaché al mesero, mirando a Jennie.

—¿Qué?, solo iba a comentar un poco a ver si todos viven lo mismo o solo yo —se llevó la copa de vino a los labios—. Estás muy hermosa esta noche, luces como mi esposa. Espero los bebés.

Cuando le di un sorbo a la copa de vino, pensé que la escupiría ahí mismo. La miré casi que horrorizada, a pesar de mi forma de recibirlo, Jennie seguía sonriendo, como si fuera la cosa más normal para ella. Y no era nada grave, pero muy temprano para pensar en hijos.

—Bueno, hijos —carraspeé—. Hijos.

—Hijos. Por lo menos dos, sería lindo, yo estoy preparada, tengo en mente a todos los lados donde los voy a llevar, es que, imagínate, llevarlos a una montaña rusa.

—Me quedaré sin hijos —murmuré.

First Mission: Sky. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora