Extra 6.

1.4K 150 7
                                        

JENNIE KIM.

-

—No, es que yo no sé si no me estás escuchando o tienes el cerebro tan diminuto que no puedes procesar dos cosas al mismo tiempo —froté mi nuca, desesperada—. No atenderás más a mi chica, no lo harás.

—Pero ¿Por qué, Señorita Kim? —el doctor me miraba incomprendido—. Solo tuvimos una conversación...

—Conversación donde le decías que cuando su pancita comenzara a crecer se vería más hermosa —me crucé de brazos—. ¿Sabes que se verá hermoso? Una silla de adorno en tu cabeza. Por eso nunca me han caído bien los humanos.., no que digo humanos; los hombres.

Este me miraba confuso, pero al mismo tiempo consciente de cada una de mis palabras, porque él más que nadie sabía a lo que me estaba refiriendo. Yo y Lisa no teníamos secretos, es más, el celular era lo que menos importaba de la relación.

Pero me enervó la sangre cuando vi un mensaje inapropiado de nada más ni nada menos que su ginecólogo. Le enviaba mensajes fuera de su horario, comprendo que quiera darle algunas indicaciones, pero eso no es ético.

Y de solo leerlo y recordarlo, crucé dicha puerta y no la traspasé porque ya no puedo hacer eso, sino lo mínimo que hubiera hecho es desaparecerlo a él y a toda su raza.

—A ver, tampoco se pase —alzó la mano.

—Ajá, doctorcito, vamos a ver si entendí bien el panorama —empecé, cruzándome de brazos mientras lo miraba con una sonrisa que ni siquiera un exorcista podría borrar de mi cara—. Tienes la genial idea de enviarle un mensaje a mi esposa. No a tu paciente. No a "una persona cualquiera." A mi esposa. Y, para colmo, fuera de horario, con un tonito tan cariñoso que hasta me hizo preguntarme si estabas compitiendo por el puesto de esposo del mes. ¿De qué manual de ética médica sacaste esa estrategia? Porque lo que es yo, no lo encuentro ni en Google.

Él trató de balbucear algo, pero le levanté una mano antes de que tuviera la oportunidad de soltar la primera palabra.

—No, no, no. Te estoy dando el micrófono ahora, pero solo para que escuches bien claro, porque tu nivel de inteligencia me tiene preocupada. Aquí va una pregunta fácil para ti: ¿Qué tan estúpido hay que ser para mandarle a la esposa de alguien un mensaje que dice: "Cuando tu pancita crezca, te verás más hermosa"? ¿Es que acaso tuviste un derrame cerebral antes de escribir eso o simplemente te criaste viendo comedias románticas de pésimo gusto?

—Señorita Kim, yo nunca quise faltarle al respeto ni a usted ni a su esposa —balbuceó, sudando más que un pollo en el horno—. Solo fue un comentario inocente...

—¿Inocente? —Mi carcajada fue tan seca que hasta las plantas del consultorio se habrán sentido atacadas—. Ah, claro, inocente. Porque cuando uno piensa en un ginecólogo enviándole mensajes "inocentes" a una mujer casada, lo primero que le viene a la mente es la pureza. Qué coincidencia, ¿no? Lo tuyo no es ser ginecólogo, lo tuyo es escribir cuentos de hadas.

Él intentó dar un paso hacia atrás, pero yo lo seguí como un tiburón oliendo sangre.

—Vamos a dejarlo claro, doctor. En esta ecuación, yo soy la esposa, la mujer con la que mi chica eligió casarse. ¿Y tú? Tú eres el tipo que debería estar haciendo su trabajo y revisando ecografías, no revisando cómo coquetear con embarazadas. ¿Estamos?

—No era mi intención... —intentó de nuevo, pero lo interrumpí con un gesto teatral de incredulidad.

—¿Tu intención? ¡Oh, claro, hablemos de intenciones! —exclamé con ironía—. ¿Tu intención era qué, exactamente? ¿Hacerle sentir especial? Noticia de último minuto, genio: ya se siente especial porque yo la amo. Porque yo cuido de ella. Y, a diferencia de ti, yo no necesito usar frases sacadas de un libro barato para demostrarle lo mucho que me importa.

First Mission: Sky. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora