CAPITULO 12

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Incertidumbre



Anais

Estamos en la colonia, todo se agita debido a las elecciones que se avecinan. Las tensiones son palpables, y en medio de este torbellino, me asignan la importante misión de cuidar al candidato Igor Rodriguez, quien se postula para la embajada terrana.

Mi jefe se acerca con autoridad.

-Anais, tenemos una tarea crucial para ti. Debes encargarte de la seguridad del candidato Rodriguez durante la rueda de promoción. La situación está tensa, y pensamos en que tu entrenamiento y habilidades serán fundamentales para confiarte esta misión- me informa el hombre aclarando las instrucciones de mi misión.

Asiento con determinación, consciente de la importancia de la misión. Mi mente se enfoca en la responsabilidad que se me ha encomendado, y me preparo para lo que está por venir.

Horas después, me encuentro en la plaza central, rodeada por la multitud. La atmósfera en la plaza central es eléctrica, una amalgama de emociones se refleja en los rostros de la multitud que se congrega para presenciar la rueda de promoción. Risas, murmullos y la expectación llenan el aire. El sol se filtra a través de las nubes, creando una luz dorada de atardecer que baña todo el lugar, generando un ambiente festivo.

La atención de las personas está centrada en Igor Rodríguez, el candidato terrano. Su presencia parece magnetizar a los presentes, y la excitación crece a medida que se acerca el momento clave del evento. La gente se aglomera, ansiosa por ser testigo de este acontecimiento político.

-Anais, recuerda, la seguridad del candidato está en tus manos. Este evento es crucial para el futuro de la colonia. Mantente atenta- me hablan a través del comunicador.

De repente, una explosión irrumpe en este cuadro idílico. El estruendo retumba en el aire, seguido de gritos de sorpresa y terror, la alegría se transforma en pánico. Sin pensarlo dos veces, mi instinto me impulsa a actuar. Busco refugio en la confusión y me desplazo hacia Igor Rodríguez, el candidato, quien esta atónito ante la repentina conmoción.

En ese preciso momento, un destello de adrenalina recorre mi cuerpo. No hay tiempo para dudar.

Con rapidez, me arrojo hacia adelante, cubriendo al candidato con mi cuerpo. Las explosiones y disparos resuenan a nuestro alrededor mientras me mantengo firme decidida a protegerlo.

Mis sentidos están alerta, y mi entrenamiento se activa en automático.

Al caer al suelo con Rodriguez bajo mi protección, noto la presencia de otros guardias de seguridad, algunos de ellos tirados e inconscientes, entre ellos Marko. La escena es caótica, y la multitud huye en todas direcciones. A través del polvo y el humo, percibo la amenaza inminente de los hombres encapuchados que emergen de la confusión.

En un instante, el estruendo ensordecedor de la explosión me sumerge en la oscuridad. Me encuentro en el suelo, protegiendo al candidato con mi propio cuerpo. En medio de la humareda, vislumbro sombras que avanzan hacia nosotros.

-¡QUIETOS! -gritan, apuntándonos con armas.

Intento mantener la calma, pero la adrenalina fluye descontrolada por mis venas. Siento la urgencia de actuar, pero antes de poder reaccionar, varios de los encapuchados se abalanzan sobre nosotros. El candente metal de una pistola presiona mi sien mientras otro encapuchado me sujeta con fuerza.

-No te resistas, vas a venir con nosotros -dice uno de los hombres, su voz áspera retumba en mis oídos.

-¡Déjenme!, ¡necesito ayuda!- grito en el comunicador,pero mis palabras parecen ahogarse en el estruendo de la confusión cuando desconectan el aparato de mis oídos.

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