CAPITULO 19

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Anais

Me encuentro tumbada en la cama, sintiendo la suavidad de la sábana que me cubre. Mis ojos se posan en los suéteres y los jeans que yacen cuidadosamente doblados sobre la cama. El sonido de las voces que provienen de la sala me incita a levantarme y dirigirme al baño para poder salir.

Al entrar en la ducha el agua caliente cae sobre mi cuerpo. Cierro los ojos y me permito sentir como cae el cristalino líquido sobre mi piel. Siento cómo el vapor lleno de fragancia de jabón se mezcla con el aroma distintivo de Eilioth, el cual me está empezando a gustar mucho.

Mis dedos acarician cada extremo de mi piel, me sumerjo en el momento, dejando que el sonido constante de la ducha me lleve a un estado de calma y serenidad.

Estoy por secarme, pero no veo ninguna toalla grande cerca, procedo a salir del baño con el cuerpo desnudo, en lo que entra Eilioth y lanzo un grito, mis manos corren a tapar mi intimidad, el se voltea para no mirarme.

—Podrías tocar a la próxima—exclamó corriendo hacia la ropa que está en la cama y buscando mi sostén para ponerlo rápidamente.

—Primero... es mi cuartel, no suelo tocar y dos, esto es ridículo, ya te he visto.— dice volteando a verme. No me cubro pero su mirada examinando mi cuerpo me incomoda, por lo que me cambio rápido, es mas ropa de el que parece no quedarle ahora, pero igualmente es demasiado grande para mí.

—¿Ya sabes quién nos atacó?— pregunto.

—Son de tu planeta y es una larga historia, así que luego te digo. Mientras debemos irnos, Karolos está solo y expuesto. Te esperaré en la sala, saldré a buscar cosas que necesitaremos, por si quieres acompañarme, partimos al anochecer— Dice cerrando la puerta tras el.

—Esta bien, ya salgo— Digo mientras amarro las agujetas de mis zapatos, siento un poco de dolor al sentarme, y me causa gracia recordar el porqué.

Desciendo las escaleras sintiendo el suave roce de la barandilla de madera bajo mis dedos. Llego al último escalón y veo a Eilioth en la sala, está inmerso en un mar de papeles que parecen absorber toda su atención. Su semblante es serio y concentrado. No puedo evitar notar las fotografías dispersas sobre la mesa, me acerco y noto cada una marcada con una tachadura en forma de X. Una presión en mi pecho se intensifica al ver un mapa extendido frente a él, con un punto rojo destacado en lo que parece ser Xerión.

—¿Qué es todo esto, Eilioth? ¿Porque esta el mapa de Xerión? ¿Quien es toda esta gente?— pregunto con curiosidad, señalando las fotografías marcadas.

Eilioth levanta la mirada de los papeles, su expresión se tensa, y sus ojos reflejan una mezcla de frustración y estres. —¿Puedes callarte un rato? Me estas volviendo loco con tantas preguntas—responde, elevando un tono de voz que me toma por sorpresa.

Me quedo momentáneamente sin aliento, sorprendida por su reacción. Trago saliva y bajo la mirada, sintiendo confusión y pesar ante su arrebato. Intento recobrar la compostura antes de responder.

Siento un nudo en la garganta y prefiero callar. No estoy acostumbrada a que me griten de esa manera fuera de algun rango superior. Mis palabras se quedan atrapadas en mi pecho.
—¡Sabes qué, me largo de aquí!— grito y me voy.

—¡Ven y comportate!—Escucho su grito detrás de mí, pero no me detengo y salgo por la puerta.

Apresurada paso por la puerta, tratando de alejarme lo más posible de la confrontación en la casa. Apenas piso la calle y cruso el aden, el sonido ensordecedor de disparos me hace detenerme en seco. Giro la cabeza instintivamente y veo a dos hombres enfrentándose con armas desenfundadas. Uno de ellos me apunta y siento el pánico apoderarse de mí mientras me paralizo en el lugar.

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