CAPITULO 15

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Anais

Me despierto en la habitación del hospital con el suave murmullo de las máquinas cercanas. La luz tenue del amanecer se filtra por la ventana, lo único que se me viene a la mente es Karolos y como estará, el crujir de la cama acompaña mis movimientos al levantarme. Con pasos silenciosos, me acerco al espejo y, mientras me cepillo el cabello, el reflejo de la luz se mezcla con la incertidumbre en mis ojos.

Me decido a caminar al pasillo solitario, la habitación donde esta Karolos es contigua a la mia y me dirijo hacia ella, pongo mi mano en el pomo de la puerta la cual se abre con suavidad, revelando la escena tranquila. Eilioth descansa en una silla junto a Karolos, y mi atención se desvía hacia él. Aunque dormido, su presencia es magnética y su figura desprende un aura intrigante y mucho menos arrogante.

En silencio, me deslizo hacia la historia clínica de Karolos que yace sobre la mesita cerca de la camilla. Abro la carpeta con cuidado, tratando de no hacer ruido que pueda despertar a Eilioth.

La información médica revela una serie de datos sobre Karolos: su edad (47 años), historial de salud, y detalles del tratamiento que ha estado recibiendo. Observo detenidamente cada página, intentando comprender la gravedad de su situación.

A medida que avanzo en las páginas encuentro anotaciones sobre su recuperación, señales positivas y el pronóstico alentador. Aparentemente, Karolos está respondiendo bien al tratamiento, aunque se menciona la necesidad de un período de descanso prolongado.

Me siento junto a la cama, observando a Karolos mientras duerme. La preocupación se refleja en mi estado de animo, pero también una sensación de alivio al saber que está en buenas manos. La habitación permanece tranquila, salvo por el suave zumbido de los equipos médicos que monitorean su estado.

Me acerco con cautela, observando cada detalle de Eilioth. Su rostro, relajado por el sueño, de verdad es muy atractivo, aunque sea un grosero y a veces sea un poco complicado lidiar con el, carga misterio e intriga y muchas veces me llena de desesperación pero es muy atractivo.

Sin siquiera poder detenerlo me gana el impulso y mi mano titubeante se extiende para tocar su mejilla, pero antes de que pueda hacerlo, Eilioth, con los ojos aún cerrados, detiene mi muñeca con firmeza.

—¿Qué crees que estás haciendo?— su tono es cortante y lleno de desconfianza.

—Solo quería... verificar que estuvieras bien— mi explicación queda en el aire, y la mirada intensa de Eilioth no permite evasivas.

Respiro profundo, retirando mi mano con delicadeza.
Eilioth se levanta, y sus ojos oscuros se encuentran con los míos. Hay algo magnético en su presencia, una mezcla de rudeza y misterio que me hace sentir vulnerable. Siento su mirada explorándome, como si tratara de descifrar algo más allá de lo evidente.

—Ahora vuelvo— digo y Eilitoh hace como si no me escuchara,decido dejar la habitación para darles espacio a ambos y de paso ir busca de algo para comer.

En el pasillo encuentro a una enfermera que parece amable. —Hola, ¿como esta?... me preguntaba donde podría conseguir algo de comer, soy la acompañante del paciente Karolos— le digo a la chica, tiene un aspecto muy joven y unos ojos color miel que resaltan con su rostro, es muy linda.

—Si, sé quien eres, acompañame— me guía hacia la zona de alimentos y con una sonrisa le pido una sopa nutritiva para Karolos, para mí y Eilioth unas papas fritas acompañadas de una extraña mezcla de especias exótica , que tiene como nombre "Xhucen" y cualquier proteina, La enfermera parece intrigada por la elección, pero asiente con amabilidad.

Después de hablar con la enfermera,  regreso a la habitación, cuando empujo la puerta me encuentro con una vista que me toma por sorpresa. Eilioth está de espaldas, sin camiseta, revelando una espalda bien definida y musculosa. En la colonia es normal tener un fisico en forma pero mi respiración se detiene por un momento, impactada por la imagen inesperada.

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