Redención

CAPITULO 18

Anaís

Estoy en la sala del edificio, sumida en mis pensamientos, tratando de comprender la complejidad de la situación. Mi cabeza late con dolor, pero me esfuerzo por mantenerme centrada. Un joven de forma tímida entra en el lugar. Me fijo en cada detalle de su atuendo elegante y su mirada perdida.

El joven se dirige a Eilioth —En dos horas deberíamos tener toda la información lista— anuncia, sus palabras flotan en el aire y crean una sensación de urgencia.

Eilioth asiente con seriedad, como si la carga de la responsabilidad pesara sobre sus hombros. Mi atención se centra en cada gesto.

El joven continúa expresando sus expectativas, y puedo percibir la tensión en el ambiente. Mi curiosidad se mezcla con la incertidumbre mientras observo cómo cada palabra pronunciada parece tener un peso significativo.

—Sea quien sea, tienes algo pendiente y te conocen— pronuncia con un tono preocupado. Mis pensamientos se entrelazan en un torbellino de confusión y preocupación. ¿Qué cosa pendiente?

Observo la mirada intensa entre Eilioth y el misterioso joven, como si estuvieran compartiendo un secreto del que no formo parte.

—Pues sea quien sea, no vivirá mucho para contarlo, ahora vete y vuelve cuando me tengas información importante— añade Eilioth en un tono frío y tosco.

El joven se despide con un gesto y se aleja, cada vez entiendo menos lo que sucede, Eilioth cierra la puerta tras él, y cuando vuelve, su mirada se ve fija y confusa, como si tratara de pensar con claridad que sucede.

Antes de que pueda formular alguna pregunta, él interviene —No quiero preguntas ahora, ¿entendido?— me dice mientras se soba la cara.

Asiento con la cabeza resignada, murmuro —Solo quería preguntarte si puedo descansar. Me duele la cabeza— Evito su mirada, desviando la mía hacia al suelo. La tensión en el lugar es palpable, pero por el momento, decido guardar silencio, no estoy para tener que preguntar mil veces y que el dos mil me diga que "Pregunto mucho y que no dira nada".

Él asiente con seriedad, y avanzamos por una escalera que nos lleva al siguiente nivel del edificio. La transición entre los pisos revela un cambio en la estética. Nos adentramos en un ambiente dominado por una paleta de tonos oscuros, donde el diseño industrial se convierte en el protagonista.

La iluminación tenue crea sombras en cada rincón. El sonido de nuestros pasos resonando en las paredes metálicas contribuye a la sensación de estar inmersa en una realidad diferente. Eilioth me guía hacia una puerta, donde coloca su huella en un sensor y la habitación se abre ante nosotros, revelando un espacio minimalista pero con un toque un tanto espacial.
Muebles de líneas limpias y superficies metálicas, mi curiosidad se intensifica al explorar visualmente el entorno, sintiéndome parte de algo muy alejado a lo acostumbrado en la Colonia, me gusta el estilo.

La puerta se cierra tras de mí, dejándome en un momento de silencio, me detengo apreciando la estética y la cuidada disposición de cada elemento. La cama, con impecables sabanas negras se presenta como un refugio tentador después de la intensa jornada.

Eilioth rompe el silencio, indicándome con un gesto que puedo hacer uso de la habitación
—Puedes acostarte...y descansar—

Agradezco con un asentimiento y me dirijo hacia la cama. Mis pensamientos se agolpan mientras me siento en el borde. Este viaje ha llevado mi vida a territorios inexplorados para mi, mi cerebro fatigado trata de procesar toda la información.

Me acomodo en la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas negras bajo mi cuerpo cansado. Mis párpados pesan, y apenas me recuesto, un fuerte cansancio me invade. Cierro los ojos lentamente, dejando que la somnolencia me sumerja en un mar de tranquilidad. Sin embargo, aún puedo percibir la presencia de Eilioth en la habitación.