CAPITULO 17

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ASUNTOS PENDIENTES

Eilioth

No sé para qué voy a traerla como si esto fuera un viaje de excursión de boyscouts, me estresa y fastidia su meticheria, todo lo quiere saber e investigar, no estoy seguro que tal vez pueda estar recopilando información para su colonia de mi, como sea ya sabe un poco y por el bienestar de Karolos debo tenerla vigilada.

Debo regresar a mi planeta, es mi tierra, tengo mi gente, armas y dinero, tengo que entregar también el cargamento de Shirlakc y el algodón, como sea es una cantidad grande de dinero y es lo que más me sirve en estos momentos, un tratamiento especial como el que tiene Karolos es caro, aún que no me dejaría en ruina ni que se lo hiciera cien veces más, pero la gente y operaciones que manejo tienen un costo y todo se mantiene con los negocios.

—Vamos a ir a el planeta donde vivo, no es un lugar agradable ni de princesas como la colonia. Así que no te despegues, no jodas a la gente y obedece lo que te diga— suelto con rudeza a Anais, quiero que sepa que me molesta que se haya autoinvitado a esto. Ella simplemente asiente y se acomoda en su asiento.

—Nos demoraremos menos de un par de horas en llegar, ve a la habitación que más te guste y saca comida, acomódate y no me vengas a molestar acá— añado y ella se levanta mirándome mal.

Trato de estirar mi espalda en el asiento de cuero, mi mente apesar de el sinfín de veces que he viajado atraves del espacio, jamás se cansa de apreciar y admirar la belleza que ofrecen las estrellas y planetas que brillan en medio de la profunda oscuridad.

Ese tejido estelar que me deleita y por unos instantes me hace despejar mis pensamientos


Me incorporo cuando escucho algo que cayo en la habitación que entró Anais, camino hacia ella y un hormigueo me recorre la espalda, cuando abro la puerta encuentro una escena que me deja sin palabras.

—Perdón, se me cayo esto de las manos, ya recojo— me dice mientras con un camisón que le llega un poco más arriba de la mitad de los muslos se agacha a recoger el vidrio quebrado, puedo notar que no lleva nada bajo esa prenda... y eso me enciende.

—Párate de ahí y muévete a la cama, no me sirves manca tras del hecho— le digo tomando un rostro serio, siento que estaba con cara de estúpido.

Ella obedece levantándose y poniéndose sobre la cama, me agacho a recoger todos los pedazos de cristal rotos y trato de no mirar en su dirección. Termino con la tarea con el último pedazo y arrojo los restos a la basura que es lanzada al vacío.

Siento su mirada sobre cada movimiento que hago, y una vez volteo en su dirección y nuestras miradas chocan desvía los ojos como una niña regañada.

—No debes ser patán todo el tiempo, que idiota eres— me dice ella mientras se recoge el cabello en un moño alto.

Me sorprende que me hable así, lo hace con impetud y sin miedo. Me acerco hacia ella y esa mirada desafiante de hace unos segundos se convierte en indefensa, tiene el mentón abajo pero los ojos hacia mi y puedo sentir que recorre mi rostro, cada detalle.

—Es la verdad, no me sirves manca. Y aparte en mi nave y terreno hablo como yo quiera.— le digo acercando mi rostro al suyo.

—Pues conmigo no estaría mal un trato más caballeros—

—Jajaja, ¿acaso me ves armadura medieval o un escudo? Yo soy así, patán, y me gusta serlo.— detengo un poco mis palabras y en un tono más bajo digo con sonrisa pícara —y a ti también te gusto así.

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