Todo me recuerda a ti

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El portal del Grimorio de Stolas se abrió de par en par. Tanto Blitz como Fizzarolli ingresaron a la oficina y, luego de eso, el portal luminoso y violáceo se cerró. Blitz cargaba a Fizz entre sus brazos, quien fue rodeado por miradas de personas que, por desgracia, lo conocieron en una circunstancias bastante desagradables.

—¿Blitz? ¿Dónde has...? —Millie estaba por preguntar, pero se dejó llevar por el enojo al ver al payaso de Ozzie's en su lugar de trabajo— ¡AH! ¿Crees que me olvidaré tan fácil de cómo nos trataste?! —lo señaló y después observó a Blitz de brazos cruzados—. ¿Por qué lo trajiste?

Moxxie y Loona se pusieron de pie en medio de la sala de estar, el clima se volvió tenso de inmediato ya que Blitz estaba ingresando de forma contraproducente a alguien en su espacio seguro.

—Debí suponer que estos imbéciles aún me odiarían —habló Fizz sin ningún tipo de filtro mientras rodaba sus ojos con hartazgo.

—¡Hey! Viene en paz —lo defendió Blitz a pesar de su comentario desafortunado—. Y es inofensivo como una mosca.

Fizz lo miró mal ante la comparación, luego fue sentado sobre el sofá por Blitz ya que sus piernas no podían siquiera mantenerlo de pie. Los tres miembros restantes de la habitación observaron la condición de ambos, como si hubieran atravesado la batalla campal más jodida de sus vidas. Allí, llenos de raspones, heridas y sangre.

—Solo se quedará aquí un rato —indicó su jefe, aclarando la situación—. Es muy largo de explicar realmente, pero necesito que me ayudes, Moxxie —llamó al susodicho y le indicó con la mirada que lo siguiera.

—Espera, no puedes meter a alguien de la nada aquí —cuestionó Loona gruñéndole a su invitado ya que no le daba buenas vibras, Millie también seguía a la defensiva ante Fizz—. Siempre hablaste de respetar el lugar de trabajo. Sin mencionar que nuestra casa está abajo. Es un extraño para mí y apesta a problemas.

—Okey, ya entendí —les gruñó Fizzarolli con su mismo rencor y molestia, ya que no iba a permitir que lo jodieran de esa manera—. No soy bienvenido por todas estas perras. Apenas pueda pararme, me largo, ¿contentos?

Blitz solo hizo una seña para que Loona se tranquilizara, le suplicó con la mirada que no siguiera ya que no era el momento. Y aquel gesto solo causó confusión en la loba, quien apaciguó su estado de alerta y se relajó un poco más a pesar de no comprender la situación.

—Moxxie, ven conmigo —le ordenó Blitz a su empleado, quien extrañamente fue el único que no cuestionó sus decisiones y no habló hasta el momento—. Voy a explicarte, ya.

El jefe volvió a tomar a Fizz entre sus brazos, los demás captaron que el problema eran sus piernas y las prótesis que no funcionaban, además de los daños generales en sus demás partes robóticas.

Bajo ese mal clima, Blitz se llevó a Fizz a otra habitación, en dónde normalmente guardaban el armamento más pesado y las herramientas para reparar o mutilar cuerpos en casos extremos. Depositó a Fizz sobre una mesa, quien observó su alrededor con cierto temor al apreciar las cuchillas y todos utensilios en pésimo estado.

—Sé que sabes de esto —le dijo Blitz a Moxxie en un susurro, luego volteó hacia Fizz y observó las piernas dañadas de su amigo—. Mira, no es un idiota tan grande como parece, solo tiene una gran bocota y no sabe cuándo callarse —describió a Fizz como si no estuviera presente. El mencionado frunció el seño y lo contempló indignado ante sus palabras.

Moxxie se acercó a Fizz y se cruzó de brazos ante él, arqueó una ceja con precaución y reconoció la tecnología robótica que componía su cuerpo con facilidad.

—Te puedo reparar si me ofreces una disculpa por lo del club —Moxxie no se fue con rodeos, lo dijo de una vez—. Ya que no creo que haya una remuneración por esto —observó de reojo a su jefe, quien le sonrió nervioso ante ese pequeño detalle.

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