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Camila C.

Estaba prácticamente dormida cuando me desperté de golpe. Agarré mi teléfono de la mesilla para revisar la hora y vi que tenía tres llamadas perdidas y cinco mensajes de texto. Todos de Lauren.

L: Sorpresa. Ven a tu puerta principal.

L: ¿Vas a venir para dejarme entrar o qué?

L: ¿¿¿Camila??? ¿Te quedaste dormida?

L: ¡Despierta! Estoy con Diesel sentada en tu porche y uno de nosotros tiene que
orinar… urgentemente.

L: No importa, ambos orinamos en los bosques. ¡Despierta! ¡Quiero ver a mi novia esta noche!

Todos los nervios de mi cuerpo hormiguearon con pura emoción, salté de la cama y volé a través de la casa. El último mensaje de texto llegó hace casi una hora y estaba completamente oscuro afuera. Lentamente, abrí la puerta de madera, entrecerrando los ojos mientras me acostumbraba a la luz del porche. Recé para que no hubiera decidido regresar a su casa. Cuando la localicé, me cubrí la boca y traté de reprimir una risa.
Lauren dormía profundamente en la hamaca del jardín, Diesel enroscado a su lado. Estaba sentada con las manos entrelazadas, apoyadas en su vientre. Su cabeza apoyada en la parte posterior de la hamaca, con la boca ligeramente abierta mientras roncaba tranquilamente. Un ramillete de gladiolas rosadas y púrpuras descansaban sobre el columpio. Cuando me acerqué, Diesel me miró.

—Hola, amigo. —Me agaché y rasqué el suave pelaje negro en la parte superior de su cabeza. Movió la cola con emoción.

El ruido de su cola contra la hamaca de madera provocó que Lauren se moviera, pero sin abrir los ojos. Fui por detrás de la hamaca y la miré fijamente. Ahuequé su rostro en mis manos y rocé sus mejillas con mis pulgares. Sus impresionantes ojos verdes se abrieron, parpadeando con confusión.

—¿Por qué estás al revés? —preguntó.

—¿Por qué estás durmiendo en mi porche? —Besé suavemente sus labios antes de darme la vuelta y sentarme en su regazo.

Envolvió sus brazos en mi cintura y me sostuvo cerca.

—Porque no abrías la puerta.

Giré sobre su regazo y pasé mi pierna sobre la suya, así quedaba sentada a horcajadas.

—Lo siento. Me quedé dormida. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Dijiste: “No te olvides de mí”. —Se encogió de hombros—. Eso fue como un desafío directo para demostrarte que no era posible, así que con Diesel saltamos en la camioneta y aquí estamos.

—¿No tienes hockey en la mañana? —murmuré mientras besaba suavemente su cuello, inhalando lentamente el aroma de su colonia y probaba su piel contra mi lengua.

Un gemido subió desde lo profundo de ella, vibrando contra mis labios, mientras se escapaba de su boca.

—Es verdad. Tengo que salir antes de que salga el sol, pero lo que acabas de hacer justo allí hace que valga la pena.

—¿Solo ese beso en el cuello? —Reí mientras retrocedía, mirándola—. Guau, eres fácil.

—No tienes ni idea. —Se estrelló contra mi boca, sosteniendo la parte posterior de mi cabeza con sus manos.

Fue un beso salvaje. No sé si sentía que necesitaba probar que no se olvidaría de mí o si solo estaba atrapada en el momento, pero reclamó mi boca como un animal y no iba a luchar contra esto. Seguí el ritmo lo mejor que pude pero fue implacable, explorando agresivamente toda mi boca con su lengua.

—Espera. No podemos hacer esto aquí, no en el porche. —Retrocedí.

Mi pecho estaba pesado, mis labios hormigueando. Su erección estaba presionada contra el interior de mis muslos y sabía que ambas queríamos lo mismo, pero la hamaca del porche de mi mamá no era el lugar.

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