Camila C.
—¿Por qué estoy tan nerviosa? —preguntó Lauren, caminando de un lado a otro en la cocina como una padre expectante. Reí.
—Porque tienen seis y solo Dios sabe lo que va a salir de sus bocas.
Hoy es el día.
Hoy es EL día.
Íbamos a sentar a las chicas y decirles sobre Zach. Estaba nerviosa, pero emocionada de conseguir quitar el peso de mis hombros y de seguir adelante. No tenía ni idea qué esperar de ellas cuándo se lo dijera. Solo tenían seis años, después de todo.
—¿Entonces qué vas a decir? —Se sentó en la isla de la cocina, golpeando nerviosamente su dedo contra la encimera.
—Voy a mantenerlo simple. Todavía son muy pequeñas, tan solo lo básico. —Me senté frente a ella y tomé su mano, sujetándola—. Cuando crezcan, van a tener más preguntas y podremos entrar en más detalles. Por ahora, menos es más.
—Sí. Bien. —Suspiró.
—¿Estás segura de qué quieres hacer esto esta noche?
Era Halloween y Lauren había sugerido que sería una buena noche para que todos nosotros dejáramos el pasado atrás y lleváramos a las niñas a pedir dulces. Llamé a Zach y se lo propuse. Estaba abrumado con mi oferta y me agradeció mucho.
—Sí. Solo déjame arrancar esa curita. —Asintió.
—Por cierto. Estoy muriendo por ver los trajes que tienes para ellas —dije con entusiasmo. Una sonrisa diabólica apareció en los labios de Lauren cuándo me levantó una ceja—. Está bien. Esa cara hace que esté más curiosa de lo que ya estaba.
Unas semanas atrás, Lauren me preguntó si podría estar a cargo de los disfraces de Halloween. Dijo que tenía un plan y las chicas estaban de acuerdo también, pero que no querían que lo supiese. Como madre, escoger los disfraces de Halloween era muy importante, pero lancé la precaución al viento y la dejé hacerlo esta vez.
—Estoy tan sorprendida de que no te lo hayan contado. Realmente pensé que lo harían.
—Yo también. Contaba con eso, en realidad. —Rodé mis ojos.
Mi corazón tronó cuándo la puerta se abrió. Mamá y Fred se habían ido a pasear y habían accedido recoger a las niñas de la parada del autobús al regreso. Escuché sus risitas en el vestíbulo y miré a Lauren. Sus ojos estaban prácticamente fuera de su cabeza.
—¡Son ellas! —susurró.
—Lo sé. Relájate. —Caminé hacia el otro lado de la isla dónde ella se sentaba y envolví mis brazos alrededor de sus hombros—. Lo haremos bien. Se acercó y apretó mis manos.
—Arremángate, Cabello.
Nos lo habíamos estado diciendo la una a la otra durante unas semanas hasta ahora, desde que su madre nos lo dijo. Se había convertido en una pequeña cosa que nos decíamos cuándo estábamos nerviosas por hacer algo. Besé un lado de su cabeza y respiré profundamente cuando Lucy y Piper llegaron corriendo a través de la esquina.
—¡Mamá! —chilló Lucy, saltando a mis brazos.
Piper dejó su mochila y se sentó en la isla, apoyando su barbilla en su mano.—¿Podemos comer algo?
—Sí, en un momento, ¿de acuerdo? —Puse a Lucy abajo en la silla junto a Piper y me senté en frente de ellas—. Queremos hablar con ustedes un momento.
Mi madre besó mi mejilla cuándo pasó a través de la cocina.
—Buena suerte —susurró en mi oído.
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ROOM FOR MORE
FanfictionHace cuatro años, mis sueños se hicieron añicos en un instante. Hace tres meses, encontré algo que no he tenido en años. Esperanza. Esa esperanza llegó en la forma de una sexy y despreocupada jugadora de hockey llamada Lauren Jauregui. Ella se aba...