Lecciones de lujuria| jjk+kth. ✓

epilogo

Es real cuando dicen que el tiempo pasa volando, sin darse cuenta ya estaba con una enorme panza digna de ocho meses, con una espectacular vida, un buen trabajo, y un marido que cada día la llenaba más de amor. Realmente nunca creyó lo que podía suceder con ir a un club, hace ya tiempo dejó de preguntarse pero ese "¿y si no hubiera ido?" habitó en su cabeza durante un tiempo, dándose cuenta que hoy en día no tendría a JungKook molestándola todo el día, llenándola de besos, tomándole fotografías, haciéndole de comer, y dándole regalos cada que podía. No estaría embarazada de un hermoso niño el cual ya tenía nombre y fecha para nacer, el mismo que le dió duras noches en las que no pudo conciliar el sueño, pero también le mostró lo que era amar a alguien sin conocerlo todavía. Unos suegros que la adoraban y eran como sus segundos padres, los mismos que siempre que la veían la trataban como una reina, y le agradecían por llevar a su nieto en el vientre.

¿Qué sería Victoria hoy en día sin todo eso?

El Afrodita marchaba excelente, los rumores que tenía se borraron con el tiempo y cada vez empezaba a ir más clientela, lo que llenaba más el bolsillo de JungKook. Sus trabajadores eran magníficos como siempre, había un muy buen ambiente laboral, y en caso de haber un conflicto se resolvía al instante. JungKook era un buen jefe, a veces muy exigente, pero era una buena persona que le daba días libres a las madres cuando tenían que asistir a un acto escolar de sus hijos, les daba cajas navideñas a los trabajadores, y de vez en cuando simulaba ser un cliente más para ver en primera persona el trato que le daban a sus clientes. Por suerte, por ese lado todo marchaba bien.

JungKook no era el único que traía dinero a la casa, obvio no, Victoria trabajaba en una empresa que, de pura casualidad, vendía artilugios para bebés; carritos, cunas, biberones, entre otras cosas, estaban los encargados de fabricar dichos materiales, otros los repartían por los negocios correspondientes, y una sección llevaba el papeleo para asegurarse de que todo iba bien en el envío, Victoria trabajaba en esa parte. Era un ambiente tranquilo, y se alegró de que la hayan aceptado aún estando embarazada, hasta le regalaron algunas cosas para el nuevo bebé que vendría, cosa que ella agradecía demasiado, no estaban económicas las cosas que un recién nacido necesitaba, y aunque por suerte no contaban con poco dinero, si venían las cosas de arriba era mejor. Había logrado hacer algunas amigas allí, recientemente había una segunda embarazada que apenas contaba con dos meses, así que era un ambiente amigable, tranquilo y seguro, JungKook no sentía miedo al dejarla en el trabajo porque sabía que no la harían levantar cosas pesadas o hacer fuerza.

Y papá era el más paranoico con ese tema.

Desde la confirmación del embarazo, que fue a las cinco semanas, se había vuelto demasiado paranoico con absolutamente todo; las comidas, ejercicio, trabajo, estrés, orden en la casa, cuentas, peso, con todo eso prefería cargar él en vez de Victoria, lo que los llevó a su primera discusión, ella quejándose porque JungKook literal la trataba como una piedra, moviéndola de aquí para allá pero impidiéndole hacer las cosas por su propia cuenta. Parecía que el karma le había llegado a Jeon porque Victoria no sufrió de los síntomas normales de embarazo como las náuseas, mareos y fiebre, todo eso le tocó al pobre JungKook, quien sonreía cuando su mujer le llevaba un té descongestivo y murmuraba "todo sea por mis dos amores, no me importa sufrir ahora si ustedes están bien", lo que ablandaba todavía más el corazón de Victoria, aunque era JungKook quien terminaba llorando por lo repentinamente sensible que se había vuelto en esos meses.

⎯ ¿Qué debería ponerme hoy para el trabajo, amor?⎯ preguntó la rubia dudosa, era otoño, pero ese día hacía calor, de a ratos frío, y luego había una humedad asquerosa que si se ponía un abrigo moría de calor, pero si se lo quitaba le daba frío. JungKook, que estaba sentado detrás de ella en la cama, miró la ventana para después acercarse a Victoria por detrás, abrazándola.