Ramé © [+18]

8. Ahora te odio menos

Draven

No sé en qué estaba pensando cuando la  invité — a ella, específicamente — a venir conmigo.

Bueno, ella necesita distraerse y yo quiero ahorrarme las preguntas de por qué no invité a nadie, preguntas que seguramente Will haría en cuanto ponga un pie en el hotel.

Estoy afuera de su casa, esperándola. Si ya es raro que salgamos juntos a algún lugar, esperarla lo es aún más.

Miro mi celular y no me sorprende en absoluto tener varios mensajes de Rafaella. Quiérase o no, era algo que ya me esperaba. Porque esa chica está totalmente loca. Le dejé las cosas claras, pero parece que lo único que sabe hacer es posar frente a las cámaras, porque "pensar y razonar" son dos de las tantas cosas que nunca ha hecho en su vida.

Will: Espero vengas acompañado de una chica.

Ruedo los ojos, Will está loco. No sé por qué insiste tanto en que tenga una pareja. Tal vez solo está aburrido de la vida y quiera que yo sea su entretenimiento. Menudo tonto. Yo no soy entretenimiento de nadie.

Yo: Lamento decepcionarte, ya que es un chico quien me acompaña.

Sonrío, divertido.

Después de todo, no es una mentira, Hazzell parece y actúa como un chico.

Llega otro mensaje de Will, pero bloqueo mi teléfono al instante. Ella aparece en mi campo de visión y, maldita sea, se ve... preciosa. No sabía que bajo toda esa ropa de hombre hippie se escondía ese hermoso cuerpo. Su figura parece haber sido esculpida por los dioses. Sabía que ese vestido de seda, con abertura en la pierna, le quedaría espectacular.

Salgo del auto, atónito. No puedo dejar de mirarla, ya que su ser es ambrosía para mis ojos. Mis neuronas han colapsado, porque verla de esta manera es algo que nunca en mi sano juicio pensé hacer. Pero ahora eso no importa, quiero contemplarla sin prejuicios. Debo admitirlo, Hazzell es hermosa.

— Disculpe, señorita, pero estoy esperando a una chica con complejo de chico. ¿No la ha visto por aquí?

Sonrío, divertido.

— Sigue burlándote así de mí y te voy a romper esa nariz perfecta de un solo golpe, ¿entiendes?

— Parece que el vagabundo se ha disfrazado de dama — comento, divertido —. No se preocupe, señorita, que ya la he encontrado.

— ¿Estás poniendo a prueba mi paciencia, idiota? Te recomiendo que no lo hagas porque saldrás perdiendo, Draven.

— Vámonos, que se nos hace tarde — le abro la puerta del copiloto para que pueda entrar.

— Por lo menos eres un caballero, idiota engreído.

— Eso es porque hoy eres una dama, salvaje.

— Imbécil.

Cierro la puerta y sonrío.

No sé qué demonios hago, pero no me molesta en absoluto.

De camino a la fiesta, ninguno de los dos dice nada. El silencio es quien gobierna y nosotros somos sus fieles súbditos. Cuando llegamos, salgo y doy la vuelta al auto para abrirle la puerta a Hazzell. Extiendo mi mano y ella la toma sin repudio.

— ¿Quiénes son los que se comprometen? — pregunta, mirando asombrada el enorme y lujoso hotel.

— Unos amigos — digo, dándole las llaves al valet parking.

— ¿Tienes amigos? — su tono denota sarcasmo, así que no respondo y solo le hago una mueca de desagrado.

Entramos al hotel, cogimos el ascensor para subir a la terraza y una vez abiertas las puertas, los paparazzi empezaron a bombardearnos con flashes. Son peores que una manada de víboras, siempre acechando y molestando. Estoy acostumbrado a esto, pero Hazzell... no. Deslizo mi mano izquierda alrededor de su cintura y la atraigo hacia mí, pegándola más cerca de mi cuerpo.