18. Talón de Aquiles

67 8 0
                                    

Draven

Estoy revisando unos documentos cuando mi hermano entra molesto a mi oficina. Habla y habla, no abre la boca más que para dar órdenes y regaños, por mi parte, hago como que lo estoy escuchando mientras asiento de vez en cuando.

— Deja esos putos papeles y ve a cambiarte, nada de irte como los años anteriores — me advierte.

— ¿Ya terminaste? ¿O esperarás a ahogarte con tu propio veneno, hermano?

— Eres un cínico, Draven.

— ¿Y? Nunca lo he negado.

— No puedo más contigo. Solo... cámbiate.

Adair sale dando un portazo con ira.

En mi opinión, su ira es más que estúpida. Él ya me conoce e insiste en que cambie con sus consejos e ideas absurdas. Si fuera por él me metería en una caja y me devolvería a quién sabe quién, a la fábrica de Santa tal vez, para que me repararan o me cambiaran por uno nuevo como si fuera un juguete en mal estado.

Dejo lo que estoy haciendo para otro momento y voy a mi habitación, me baño y me visto. Luego, me siento al borde de la cama y reviso mi celular con la esperanza de que me haya escrito, pero no me ha enviado ni un solo mensaje en todo el día la muy ingrata.

Lo más probable es que se la esté pasando de maravilla con mi hermano en su dichoso pícnic. Me pregunto si Kian la traerá. Hasta donde yo sé, nunca le ha hablado de nuestro círculo familiar.

Por mi parte, no le he dicho nada a Hazzell, porque no es algo que me incumba. Y para ser honesto, no me importa ese tema. Kian sabe cómo manejar su maldito mundo y yo sé cómo manejar el mío. No me meto en sus cosas y él tampoco en las mías.

Adair organizó una cena para celebrar el cumpleaños de nuestro hermano menor. Todos los años es igual y todos los años me he ido, pero esta vez no será así. Veamos qué tan interesante será la velada.

Tomo una copa de vino, le doy un sorbo y observo cómo Adair y su esposa organizan todo antes de que llegue mi hermano.

Adair es como la cabeza de esta familia, aunque eso es solo porque es el mayor de los tres. Yo, soy el hermano del medio, pero en lo que respecta al poder, debo decir que tengo mucho más poder que él. Y Kian, bueno, Kian es el más joven, el bebé de esta familia.

Némesis, la esposa de Adair, es una mujer que no es tan molesta como mi hermano. Es muy bonita, es morena, alta y tiene cara de ángel. Mi hermano la conoció en la universidad, se hicieron amigos, luego novios y años después, se casaron en las Bahamas.

— Me parece bien que no hayas desafiado a tu hermano, otra vez. El pobre está muy estresado, ¿sabes?

— Tu jodido esposo debe saber que ya no puede hacer conmigo lo que quiera.

— Adair solo quiere lo mejor para ti.

— Pues lo mejor para mí es que deje de joder.

Némesis niega con la cabeza, decepcionada.

— ¿Algún día abandonarás este caparazón de hierro? ¿O planeas morir con él?

— Planeo morir con él.

— Estás mintiendo.

— Némesis, amo a mis hermanos más que a nada, pero no me gusta que opinen o intenten dirigir mi vida. Yo sé muy bien lo que hago o dejo de hacer.

— Me pregunto si tienes alguna debilidad, ¿sabes? No creo que el gran Draven McKight no tenga un talón de Aquiles.

— Lo siento si te decepciono con lo que estás a punto de escuchar, cuñada, pero realmente no tengo ninguna debilidad.

Ramé © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora