1. Ganar lo es todo

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Hazzell

Gritos.

Insultos.

Bullicios.

Y más gritos.

Es todo lo que oigo cuando estoy arriba del ring, cuando estoy arriesgando el pellejo por un mísero sueldo que no me alcanza para nada. Debería dejar de pelear y conseguirme un trabajo sencillo, uno en donde no tenga que jugarme la vida.

El boxeo es para salvajes, o eso es lo que siempre decía mi padre cuando veía que transmitían una pelea en lugar de su programa de cocina favorito. Aborrecía la violencia y creía que todo se resolvía hablando, algo sumamente absurdo. A las personas como nosotros —los pobres— nadie nos toma en serio.

Estoy realmente cansada, mi cuerpo ha recibido muchos golpes y aún no me recupero de los entrenamientos intensos de esta semana. Kiran, mi contrincante, está más motivada que antes. Sus ojos quieren ver sangre, corrección, mi sangre.

Suena el timbre y voy a mi lugar, Kian me seca el sudor y me da un trago de agua, mientras Zion, mi entrenador, me recuerda que debo ganar pase lo que pase.

— ¿Qué diablos te pasa, eh? ¿Por qué no has terminado con esa perra? ¿Qué estás esperando para hacerlo? — me recrimina, furioso.

— Es fuerte — digo con la respiración agitada.

— Pues claro que es fuerte. ¡No soy ciego, Hazzell! — Zion está muy enojado —. Escúchame bien, en el segundo round acabarás con ella, no habrá un tercero, así que me importa una mierda cómo lo hagas, pero lo haces. No voy a perder más dinero por tu incompetencia.

Asiento.

Estoy harta, no lo soporto más, incluso es a él a quien quiero golpear hasta destrozar mis manos. Estoy cansada de sus regaños de mierda. Es muy fácil para él dar órdenes, pero no viene aquí arriba a rendir una pelea. Sabe que no dura ni un minuto el muy asqueroso.

— ¡Tú puedes! ¡Vamos, Hazzell! — Kian me anima cuando el timbre vuelve a sonar para el segundo round.

Ya no siento mi garganta suplicar por agua y mi respiración se ha nivelado un poco. Debo ganarle a Kiran o Zion no va a pagarme un centavo por esta pelea, no puedo permitirme perder ese dinero.

Ella me lanza golpes a lo loco, pero la adrenalina que ahora mismo corre por mis venas me permite esquivarlos, sonrío para provocarla. Puede que Kiran sea fuerte, sin embargo, no es lo suficientemente fuerte como para vencerme. Me he partido la madre entrenando para ser la mejor, no voy a perder contra una tipa como ella, que no toma en serio sus entrenamientos.

Agudizo mis sentidos, manteniéndome lo más alerta posible y recordando los consejos de Lucio. Durante el primer round traté de encontrar el punto débil de Kiran, porque sé que no es un oponente fácil, no subestimo a nadie, y por eso estoy donde estoy.

Eleva demasiado su gancho izquierdo y solo apunta hacia la cabeza. No tiene una buena coordinación de brazos y pies, le hace falta conexión entre ambos porque lanza golpes pero sus pies los mantiene estáticos.

Una muy mala elección, Kiran.

— Nunca olvides la alineación de codo, muñeca y nudillos, Hazzell. Porque de esa manera puedes golpear a tu oponente y defenderte a la vez. No te confíes — dice Lucio, sosteniendo el saco de boxeo.

— De acuerdo — di más golpes al saco con fuerza.

— No hagas eso — me reprende.

— ¿Qué cosa? — pregunté, deteniéndome.

— Gastar tu fuerza en unos pocos golpes, debes saber cuándo golpear fuerte y cuándo intermedio. Si no, lo que harás es perder. Nunca lances golpes que no te beneficien, concéntrate en golpear, defender y analizar a tu oponente — me explica.

Ramé © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora