Ramé © [+18]

2. Sucia venganza

Hazzell

Estoy sentada en las gradas del segundo piso, pensando en cómo saldar mis deudas. Debo tres meses de alquiler y debo pagar por lo menos dos meses para que no me echen a la calle.

No sé qué hacer.

Y encima el dinero que gano en las peleas apenas me alcanza.

— Para ti — Kian me ofrece un sándwich —. Es de atún y alcachofas. Tu favorito.

— Gracias — sonreí —. ¿Si sabes que no necesitas comprarme comida todos los días?

— Sí, claro que lo sé.

— ¿Por qué lo sigues haciendo, entonces?

— Solo come, Hazzell, y no hagas tantas preguntas.

— No me parece bien que lo hagas, Kian.

— Me gusta consentirte, es todo.

— ¿Por qué?

— Porque... ¡Solo come, Hazzell!

Hice una mueca, mordiendo el sándwich, el cual, por cierto, sabe delicioso. Aunque el gusto no me dura mucho, ya que en mi campo de visión aparece el maldito de Draven.

Desde que tuvimos esa discusión en los pasillos la semana pasada, no ha dejado de mirarme como si fuera su peor enemigo.

— Ese idiota me enferma — murmuro para mí misma.

— ¿Quién? — preguntó Kian.

— Nadie — miento.

Kian sigue la dirección a la que apuntan mis ojos y lo descubre.

— Oh, Draven es el idiota del que hablas. No es tan malo, ¿sabes?

— ¡Es un maldito imbécil, Kian!

— Quizá, pero...

— Pero nada. ¿Acaso lo estás defendiendo?

— No, solo te digo lo que pienso de él.

—Bueno, no quiero escucharte, Kian. No quiero escuchar nada que tenga que ver con el rey de los engreídos.

Estoy molesta.

Muy molesta.

Y sé que no debería desquitármelas con Kian, pero no soporto oírlo hablar bien de ese imbécil.

— Necesito estar sola — le digo. Me pongo de pie y me voy.

~ ❀ ~

El director me citó para hablar conmigo de algo importante. La secretaria me indica que ya puedo pasar, así que giro la manija de la puerta y entro.

— ¿Me mandó a llamar, señor director?

— Sí, toma asiento, por favor.

Hago lo que me dice y me siento en una de las dos sillas disponibles frente a él.

— Su rendimiento académico no ha bajado, pero tampoco ha subido. Quiero saber, ¿qué pasa, señorita Hazzell?