20. Una nueva Hazzell

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Kian

Me pongo una camiseta blanca y un pantalón negro, rápidamente me calzo los zapatos y salgo.

— Su desayuno está listo — me avisa la empleada que contraté no hace más de un mes.

— Gracias, Olga, pero desayunaré en casa de mi hermano.

Entre entrenar, estudiar y mis intentos de ingresar a la academia de artes, no tengo tiempo para cocinar.

Salgo de mi Penthouse para dirigirme hacia la mansión de mi hermano. A veces me pregunto por qué no me quedé a vivir con él, su mansión es enorme y tiene toda una multitud a su servicio. Sin embargo, recuerdo que quería tener mi propio espacio y privacidad. Con Draven eso es imposible, ya que su apellido es conocido en todo el mundo.

Los negocios y su hobby por el modelaje lo han posicionado donde está, por lo que las cámaras y el mundo del espectáculo nunca lo dejan en paz. Yo, no podría vivir así, pues prefiero todo lo contrario.

Antes de entrar a la mansión recibo una llamada de Zion, que se oye muy molesto porque Hazzell no ha ido a entrenar. Ayer no fue porque se tomó el día libre para poder pasar mi cumpleaños juntos. Y no creo que en las condiciones en las que está vaya pronto.

— ¡Mira, niño bonito, dile a tu amiga que será mejor que se presente mañana en el gimnasio, porque no estoy aquí para perder el tiempo con gente incompetente! —alza la voz, furioso. Cuelga antes de dejarme siquiera responderle.

Ese tipo apesta. No sé por qué Hazzell todavía lo aguanta. Entiendo que necesita el dinero que gana en las pelas, pero el trato que recibe de él es inhumano. La trata como si fuera un objeto que le pertenece. Ella no es de su propiedad para que ese imbécil se ponga así.

— Buenos días — saludo a todos en el comedor —. Veo que mi hermano no ha bajado.

Tomo asiento al lado de Némesis, observando que la cabecera de la mesa está vacía. Lo que indica que Draven sigue en su habitación.

— Nuestro querido hermano nunca baja al comedor, ya que siempre pide que le lleven la comida al dormitorio — me comenta Adair, y luego prueba el jugo de naranja —. Delicioso.

— Entiendo. ¿Y Hazzell no ha despertado?

Las empleadas que sirven el desayuno me sirven un plato con huevos revueltos, tocino y guacamole. Me llenan el vaso de jugo y ponen el café en una taza.

— No lo sé, supongo que despertará pronto.

— ¡Buenos días! — saluda Hazzell con una sonrisa.

Sonrío de manera inconsistente cuando la veo, pero dicha sonrisa desaparece cuando veo a mi hermano semidesnudo detrás de ella.

— ¿Aún no se han ido? — se queja sentándose en la cabecera de la mesa. Hazzell se sienta a la derecha y le da un codazo en el costado. Él no dice nada, simplemente esboza una sonrisa mirándola.

Siento que algo me aprieta el pecho con fuerza, no estoy celoso de mi propio hermano, ¿o sí?

Ellos se odian mutuamente, por lo que nunca sentirían nada más que desprecio el uno por el otro. Aunque debo decir que parece que ahora tienen una amistad.

Ramé © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora