Abrió la ventana tan fuerte que los vidrios estuvieron a punto de quebrarse por el empujón de sus brazos. Blitz ingresó a la habitación del hospital donde residía Stolas, cayó de pie y, en esa ocasión, se veía mucho más alerta y serio que de costumbre. Sacudió sus ropas llenas de polvo, ramas y hojas secas y luego se volteó hacia su príncipe.
Stolas estaba en su respectiva camilla. Al ver a Blitz llegar, se incorporó y tomó asiento en su lugar, sintiendo como todo su plumaje se erizaba de la emoción y su corazón golpeteaba como loco dentro de su pecho.
—Mierda, sé que me veo como si me hubiera pasado un camión por encima, pero... fue algo así. Lo juro —explicó Blitz al acercarse a su hombre con una expresión preocupada y tensa—. Hay como un millón de paparazzis afuera. Me vieron, bueno, nos vieron la última vez. Usar la puerta principal jamás será una opción. La cosa es que... —se sintió verdaderamente preocupado por la reputación de Stolas en la realeza y también se sintió culpable por haberse metido justo en medio de eso—. Esto solo va a causarte problemas.
Arrugó su rostro con pena y trató de justificarse como pudo. No quería seguir arruinando la vida de Stolas y sabía que si él se involucraba con un imp, luego de su escandaloso y caótico divorcio, todo podría seguir saliendo peor en su vida.
—Saldremos en primera plana, eso es seguro —le advirtió con nerviosismo—. Probablemente también se enojen porque rompí dos o tres cámaras que se interpusieron en mi camino y casi le disparo a medio mundo. No fui discreto, no manejo bien la presión y-
—¡Viniste! —exclamó Stolas con lágrimas en sus ojos, se levantó de la camilla y corrió hacia Blitz para abrazarlo con todas sus fuerzas y arrodillarse ante él—. Estás aquí. No tienes idea de lo importante que es para mí.
Blitz se quedó estoico ante ese efusivo abrazo. No supo cómo reaccionar. Se estaba preocupando tanto por la reputación de Stolas que había olvidado que a él no le importaba en lo más mínimo. Sonrió con tranquilidad y le devolvió el abrazo con todo el cuidado del mundo, ya que había varias vendas que cubrían sus heridas y no quería proporcionarle dolor.
—Claro que vine. Dije que vendría —le susurró en el oído con obviedad— ¿No esperabas que viniera?
—Aún recuerdo la primera vez que ese vaquero me capturó —contestó el príncipe en voz baja—. Estaba peor y no viniste.
Blitz volvió a sentir remordimiento. Sostuvo el delgado cuerpo de su ave real y lo alzó, para llevarlo a la cama y volver a recostarlo. Se sentó a su lado y le desvió la mirada con auténtica culpabilidad. A pesar de lo que había sucedido con Loona en ese entonces, de verdad hubiera querido estar ahí para él y protegerlo.
—Era un idiota en ese momento. Olvida a ese idiota —lo miró a los ojos con pena—. Lamento no haber podido hacer más. Pensé en cosas malas, pensé las mismas mierdas de siempre que suelen encender todas mis alarmas. Cosas que no son reales.
Stolas le negó con la cabeza y le sonrió con mucha ternura. Envolvió sus brazos alrededor del cuello de Blitz, quien sostuvo su pequeña cintura y comenzó a acariciarlo lenta y suavemente. El imp entrecerró sus ojos, se acercó a su mejilla y comenzó a susurrarle.
—¿Cómo estás? Leí tus mensajes. Estaba muy... me sentía... culpable —le confesó apenas procesando lo que había sucedido en su última desgraciada aventura—. Aún no puedo borrar de mi mente como ese cabrón hijo de puta te lastimó.
Sintió su sangre hervir. Cada escena pasaba por su cabeza con tanta impotencia. La manera en como Striker lo amenazaba y como hería a Stolas. Era algo que jamás podría olvidar, el sentimiento de que podía perderlo todo frente a sus ojos.
ESTÁS LEYENDO
You are loving
Fanfiction¿Desaparecieron mis invitaciones? ¿Por qué pusiste tu corazón en cada letra cursiva? Dime por qué diablos no hay nadie aquí... Dime qué hacer para que todo se sienta mejor. Tal vez sea una broma cruel para mí. Es mi fiesta y lloraré si quiero. Llora...