Cuando llego a la cafetería, cojo una bocanada de aire antes de entrar.
Ha sido bastante fácil distinguirlo por el resto de la gente, es el único chico joven que hay, y más si tiene esos ojos color esmeralda.
Voy torpemente hacia la mesa donde está sentado.
Dios, juraría que en cualquier momento me caería de culo por la presión que ejerce sus ojos sobre los míos. Tengo suerte, por una vez en mi vida, y no me caigo. De lo contrario ya hubiera salido corriendo. Aunque con caída o sin ella no sé por qué todavía sigo aquí.
Me dedica una sonrisa burlona nada más verme.
—Temí que te hubieras perdido—me dice ensanchando la sonrisa.
—Para tu desgracia, no— digo con todo el sarcasmo posible.
Jake pasa los brazos por su espalda y me pongo más nerviosa aún.
— La verdad no tenía altas esperanzas en que vinieras—suspira.
—¿Por qué? — le pregunto poniendo una mano en la cadera.
—Según tu amiga, eso de quedar a solas con chicos te pone bastante nerviosa.
Y sí, es muy cierto, ahora mismo mis piernas tiemblan más que nunca. Aunque me pongo recta intentando ocultar mi nerviosismo y le digo:
— Por lo que veo no estamos solos— digo mirando a mi alrededor para comprobar que no me he equivocado, y no lo hago. Hay bastantes personas. Pero cuando hablo con él es como si todos desaparecieran y solo nos quedásemos él y yo. Cara a cara.
—Ya sabes a lo que me refería— dice—. Sabes, hay algo que se llama silla, no sé si tú la utilizas, pero es para no estar de pie. — se ríe con voz ronca.
— Ya lo sé. Solo... estoy estirándome— le respondo mientras flexiono mis rodillas.
— No sabes mentir— dice divertido.
Me pongo roja. ¿Cómo es capaz que me ponga así por unas simples palabras?
Bueno, si solían salir de sí boca producía ese efecto inevitablemente, como un hechizo.
Después de hacer el ridículo estirándome y la cara, completamente roja como un tomate, me siento. El ambiente se vuelve más pesado cuando nos quedamos mirándonos en silencio.
Cuando me doy cuenta, él ya está en la barra pidiendo...
Me sobresalto cuando oigo una voz que pronuncia mi nombre.
—¿Heather, estás bien? — me pregunta Jake desde la barra.
Me he quedado mirando algún lugar de la cafetería sin prestar atención a lo que me rodea. Cómo de costumbre. A veces me es muy difícil prestar atención, aunque muchas veces lo hago con pequeñas cosas que cualquier otra persona ignoraría.
—¿Eh? Ah. Sisi— digo mirándole avergonzada.
—¿Qué te apetece beber? ¿Agua, café, Coca-Cola? — pregunta.
—Una Coca- Cola está bien, gracias— titubeo con la mirada aún puesta en él.
Me quedo parada sin apartar la mirada de él, que ahora me da la espalda. Joder, todo en él es malditamente perfecto.
Cuando se sienta me pasa mi bebida con sus grandes ojos color esmeralda.
—¿Estás bien, Heather?
—Sisi. ¿Por qué... lo preguntas?
—Te he visto un poco distraída, cerecita. Nada más— se encoge de hombros.
—¿Cerecita? — parpadeo con la boca entreabierta.
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La Voluntad del Destino
Romance¿Y si te dijeran que el Destino esa capaz de todo? Heather siempre ha sentido que su vida no le pertenece. Desde que su padre salió por esa puerta y todo se derrumbó diez años atrás, ha hecho todo lo posible para que, con suerte, pueda juntar todas...