Estar pegada a su cuerpo es como una tirita para mi corazón. ¿Cuándo fue la última vez que eche tanto de menos a alguien?
Cuando desentierro mi cara de su pecho y le miro a esos ojos que tanto brillan, esboza una sonrisa acompañada de una risa ronca.
Mi cara de estúpida lo dice todo. No tengo ningún filtro. Soy como un libro abierto.
—Jake... ¿Qué haces aquí? —consigo preguntar entre susurros.
— ¿No es obvio? — me lanza una pregunta como respuesta.
Me percato de que el cuchillo sigue en el suelo. Me inclino para cogerlo.
Jake me mira con el ceño fruncido y con una sonrisa juguetona.
—¿Un cuchillo, cerecita? —se apoya en el marco de la puerta —. ¿Tanto miedo doy?
—¿Qué? No, no — niego con las manos frenéticamente —. Tenía que estar preparada por si acaso.
—¿Preparada? No muerdo ni como a personas. O eso creo, vaya —dice con voz ronca. Traga saliva y la nuez de su cuello sube.
Me cruzo de brazos apoyándome en la puerta.
—¡Podrías ser un asesino en serie o algo así! ¿Cómo esperas que no esté preparada? — me defiendo —. A demás, tenía miedo — admito en voz baja.
—¿Miedo? ¿Heather Bailey le tiene miedo a algo? No me lo esperaba, tenías pinta de matona.
—¿Ma- matona? — repito parpadeando varias veces —. ¿Pero tú me estás tomando el pelo?
Como respuesta, se revuelve el pelo con las manos y se encoge de hombros.
Respiro hondo para no clavárselo como tenía pensado.
Ninguno hace el ademán de separarse. Ni siquiera un centímetro. Y eso que estoy un poco cabreada.
—La verdad es que no sé qué pensar —me rio como una loca porque mi cerebro es incapaz de procesar lo que está ocurriendo.
Echa la cabeza hacia atrás.
—Te quería ver. Nada más.
—¿Has, cogido un avión desde Chicago hasta la otra punta del mundo solo porque me querías ver? — parpadeo, incrédula.
Él se encoge de hombros.
—Nos podemos ver por las videollamadas Jake... A saber cuánto has pagado —mi tono se relaja y pasa a ser de preocupado. Preocupado por este chico.
— Las videollamadas son una mierda. Necesitaba verte — dice con voz ronca —. Y sobre el dinero... creo que ha merecido completamente la pena — me mira de arriba a abajo.
—¿Eh? —deslizo la mirada hacia mi cuerpo para darme cuenta.
La hostia.
Del miedo y de la ansiedad ni me había dado cuenta de que voy con unos pantalones de tela por encima de los muslos y un sujetador rosa palo.
Miro a otro lado, sonrojada. De repente hace mucho calor.
—¿Es tu pijama? —dice entre risas —. Porque cuando dormiste conmigo, te presté una camiseta — creo que me voy a desmayar —. Podrías haberme dicho que duermes así. Yo no hubiera tenido ningún problema.
—Jake, por favor — le pido muerta de vergüenza —. ¿Podemos dejar de hablar de mi pijama improvisado? Si, porque lo es. No duermo así —me abrazo cuando el aire eriza mi piel.
Jake ve como tiemblo y se quita la chaqueta que lleva para prestármela. Cuando voy a rechistar porque no necesito su ayuda, me pone sus dedos contra mis labios y me la pone en dos segundos.
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La Voluntad del Destino
Storie d'amore¿Y si te dijeran que el Destino esa capaz de todo? Heather siempre ha sentido que su vida no le pertenece. Desde que su padre salió por esa puerta y todo se derrumbó diez años atrás, ha hecho todo lo posible para que, con suerte, pueda juntar todas...