Capítulo 10

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MARATON 2/6

Destiny se deslizó en el asiento de detrás,
junto a Carlos, mientras que Logan se
sentó delante. A pesar del calor del
abrigo, temblaba. Principalmente, por los
acontecimientos de la última hora.
A su lado, Carlos se sacó el abrigo,
quedando en una camisa que moldeaba
perfectamente sus músculos.
Ella no quería nada más que esconderse
en aquel pecho, pero dudó. Aún no estaba
segura de que relación tenía con Carlos.
Parecía desconfiar de ella. Así que miró
por la ventana y esperó la llegada de
James.
Tendría que ser idiota para no percibir las
chispas entre James y Cintia, y eso le
molestó. Mucho. ¿Fueron amantes?
Había más que vago interés ardiendo en
aquellos ojos. Entonces recordó su
comentario sobre Carlos y Logan, de que
James quería a Cintia, pero ellos no.
Frunció el ceño y cerró los ojos. Estaba
cansada y exhausta mentalmente, y no le
gustaban los ardientes celos que sentía.
Apenas se dio cuenta que se abría la
puerta y que entró James. Él la miró, pero
ella no encontró su mirada, no estaba
segura de querer ver lo que había en ella.
Se sentía demasiado insegura para
intentar comprender lo que había entre
James y Cintia.
Salieron del aparcamiento y comenzaron
el viaje. Alejándose de Kendall.
Empezó a temblar, cuando la realidad de
lo que hizo la golpeó. Se enfrentó al
bastardo y ganó. Ahora quizá iba a
desaparecer aquel terrible miedo.
Una mano caliente la alcanzó y masajeó
su cuello. Levantó los ojos y vio a Carlos,
que la observaba fijamente. Buscó en su
rostro alguna señal de lo que estaba
pensando, pero no encontró ninguna
pista.
—Ven aquí —dijo él.
Voló en sus brazos y enterró el rostro en
su tórax. Brazos fuertes la envolvieron y
una mano flotó su espalda.
—Estoy orgulloso de ti —susurró él.
Lágrimas bajaron por su rostro, mientras
que el alivio se derramaba en su interior.
Tantas semanas de miedo constante,
habían dejado su huella. Ahora estaba
libre.
Se enterró más hondo entre los brazos de
Carlos, abrazándolo lo más fuerte que
podía.
La siguiente cosa que recordaba, fue que
el coche paró y que el frío aire rozaba su
rostro, mientras que se abría la puerta.
¿Se había quedado dormida? Todo lo que
sabía era que no tenía ganas de moverse
de los brazos de Carlos. Con reticencia,
levantó la cabeza. Llegaron a la cabaña.
Se deslizó, cuando James abrió la puerta
y bajó del jeep. Se metió más en el abrigo
y se apresuró hacía la puerta, ansiosa
para estar dentro, donde había calor.
—Tengo hambre —anunció ella, dándose
cuenta que no había comido nada desde
el día anterior.
—Ve a calentarte cerca del fuego,
prepararé el almuerzo —dijo Logan,
empujándola en dirección a la sala.
James y Carlos la siguieron. James fue
añadir más leña en las agonizantes
llamas.
— ¿Entonces, qué pasó allí? —preguntó
Carlos.
James se paró y se volvió hacia Destiny,
queriendo oír la respuesta.
—Kendall estaba allí cuando llegamos a
la oficina —comenzó Destiny.
James juró.
—Cintia debía saber que estaba allí,
desde el principio.
—Intentó salir inmediatamente, pero
rechacé acompañarlo. Pensé que no me
podía forzar, qué Cintia no lo dejaría.
Entonces pedí a Cintia que nos dejara a
solas durante unos algunos minutos.
— ¿Hiciste qué? —preguntó Carlos, y su
expresión se oscureció.
—Era la única manera —dijo—. Le dije
que sabía lo que hizo en el día de nuestra
boda, que le vi matar a aquel hombre, le
dije que quería el divorcio y él tenía que
dármelo, si no, le diría al mundo entero lo
que hizo.
— ¡Mierda! —dijo Carlos.
—Sí, mierda—asintió James,
masajeando su nuca.
Ella les miró sorprendida.
—Pensaba que queríais que me
divorciara.
—Y lo queremos, cariño. —dijo James,
abrazándola—. Pero te queremos segura,
y acabas de decir que el bastardo sabe
que lo puedes sacar de tu vida.
—Era solo para convencerle de que me
diera el divorcio —dijo ella
defensivamente.
James le acarició los hombros, con
ternura.
—No te preocupes, cariño. Conseguiré tu
divorcio, pero lo más importante, es que
nunca más volverás a ver la cara del
bastardo.
Logan les llamó de la entrada.
—He preparado unos bocadillos, vengan
a comer.
Destiny se giró y caminó hacia la cocina. ¿Se
equivocó al amenazar a Kendall? La
preocupación volvió a su mente.
Se sentó y Logan le empujó un plato
delante. Los hermanos tomaron asiento y
empezaron a comer.
— ¿Qué vamos a hacer? —preguntó,
incapaz de detener la pregunta por más
tiempo.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó
James.
Ella hesitó, sintiéndose insegura con la
entera situación.
—Con relación a mí... a nosotros.
—Vamos para Denver para ver a Carl y
pedirle para que procese tu divorcio lo
más rápido posible. Entonces iniciaremos
nuestras vidas. Juntos.
Miró el plato y jugó con el bocadillo. Mil
preguntas llenaban su mente y no sabía
por cual empezar.
— ¿Quieres cabalgar después del
almuerzo? —la interrumpió Carlos.
Ella lo miró aliviada. Aire fresco y una
pausa, sonaban muy bien. Asintió,
después se dio cuenta.
— ¿Quiere decir montar un caballo? Llevo
mucho tiempo sin montar.
Carlos encogió los hombros.
—Me aseguraré de que tengas una buena
montura.
—No vayan demasiado lejos —los
advirtió James—. Habrá una tormenta.
—No necesito una niñera —contestó
Carlos, enfadado.
Destiny empujó el plato, ya no tenía hambre.
Quizá ayudara alejarse un tiempo. Quería
relajarse por una vez, sin preocuparse de
mirar por encima del hombro.
Carlos se levantó.
— ¿Estás lista?
Ella asintió y se levantó.
—Déjame ponerme algo más caliente.
—Estaré en el granero. Me encuentras allí
cuando estás lista.
—Son muy similares, lo sabes.
James miró a Logan, después de
observar a Destiny dejando el cuarto.
— ¿Qué quieres decir?
—Carlos y Destiny —contestó—. Conocen el
dolor. Lo puedes ver en sus ojos.
James apretó los labios. No le gustaba
pensar que cualquiera de ellos conociera
el dolor, pero sabía que Logan tenía
razón. Destiny y su hermano menor luchaban
contra sus demonios. Esperaba que
ganaran.
— ¿Qué supones que pasó allí?
—murmuró James.
Logan sacudió la cabeza, con los ojos
llenos de pena.
—Me gustaría saberlo. Me gustaría que
habláramos sobre ello. Quizá entonces
saldría el veneno que tiene dentro. De
todos modos, nunca deseé que se uniera
al maldito ejército.
James asintió en acuerdo. Pero Carlos
era testarudo, y una vez que había
tomado la decisión, nadie podía hacerlo
cambiar de opinión. Se fue como un
joven engreído y arrogante y regresó
pensativo, un alma atormentada.
—Quizá ella es lo que necesita
—murmuró Logan—. Quizá ella es lo que
todos necesitamos.
—Y quizá nos necesita igual de fuerte
—agregó James.

La Mujer De Los Tres HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora