Capítulo 20

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Destiny secó las palmas de las manos en los
vaqueros, mientras esperaban en el área
de la recepción de la oficina del abogado.
Estaba nerviosa por lo qué les diría el
amigo de los chicos.
Lógicamente, sabía que no había nada
que Kendall pudiera hacer para evitar el
divorcio. ¿Hacer las cosas difíciles? Sí.
Pero no podía evitar que pasara.
Esperaba que su amenaza fuera
suficiente para convencerlo de no
impugnar.
Su dinero era otra cosa, pero sus padres
lo pusieron en fideicomiso, y a menos
que le diera el dinero a Kendall, él no tenía
ninguna posibilidad de reclamarlo. Pero
esto no significaba que no lo intentaría.
Cerró los ojos y estremeció. ¿Se va a
liberar alguna vez de este error?
Calientes, consoladoras manos le
apretaron los hombros. Logan. Ya podía
reconocer su toque. Distinguirlo del de
James o de Carlos.
—Te estás preocupando demasiado,
muñeca. Cuidaremos de esto. Te lo
prometo.
Se volvió y sonrió débilmente.
—Quiero que se acabe.
—Lo sé. Se acabará.
Un hombre alto y bien vestido apareció en
la sala de espera. Se acercó a donde
estaba James y extendió la mano.
—James, me alegro de volver a verte.
—Cal —contestó James.
Cal se giró para apretar las manos de
Logan y Carlos y después se fijó en Destiny.
—Debe ser Destiny —le sonría
calurosamente, y ella se relajó un poco.
Extendió la mano y estrechó a la de Cal.
—Gracias por recibirnos.
—Es un placer —giró y señaló en
dirección al pasillo—. Si me acompañan
mi despacho, podemos empezar.
James alcanzó a Destiny, y ella aceptó de
buena gana su abrazo. La mano le
apretaba la cintura de forma
reconfortante, mientras seguían Cal en un
despacho grande, con muebles
carísimos.
Cal gesticuló que se sentaran, y ocupó la
silla de detrás del escritorio de caoba.
—James me contó la mayor parte de los
detalles —miró a Destiny—. ¿Puedo llamarla
Destiny? De alguna manera, no creo que le
gustaría que le llamara Sra. Schmidt.
—No, por favor, llámame Destiny —dijo
roncamente.
Él sonrió.
—Muy bien, Destiny —abrió una carpeta y
sacó un fajo de papeles. Los deslizó a lo
largo de la pulida superficie del escritorio,
en su dirección.
—Necesito que examine y firme estos
papeles para que pueda empezar. Su
caso es bien claro. Si no hay
complicaciones u objeciones, el divorcio
será final en aproximadamente noventa
días. Obviamente, si surgen problemas,
va a tardar más.
Destiny miró fijamente los documentos que
tenía delante. Sonaba tan simple.
Noventa días. Podía estar libre en tres
meses.
— ¿Que… que pasa si él no está de
acuerdo? —susurró—. ¿Quiero decir, si no
firma los documentos?
Miraba a Cal, intentando no expresar el
miedo en su expresión. Quería parecer
tranquila y segura de sí misma, pero por
adentro tenía los nervios destrozados.
—Entonces lo mataré —masculló Carlos.
Cal se río.
—A pesar de que me gusta la idea de
Carlos, es mejor dejar esto en las manos
del sistema legal. Una vez que se le
entregan los documentos a su esposo,
puede hacer una de estas tres cosas.
Puede firmar los documentos, puede
ignorarlos o puede contratar un abogado
y aparecer ante el tribunal para refutarlos.
Él se inclinó hacia delante y apretó la
mano de Destiny.
—No importa lo que haga, no puede
impedir que se divorciara de él. Todo lo
que puede hacer es retrasar lo inevitable.
Recuerda esto.
Deatiny soltó la respiración.
—Gracias.
Era todo lo que podía decir sin traicionar
su agitación. Finalmente estaba tomando
un papel activo en la decisión de su vida.
Y se sentía muy bien.
Miró a James, Logan y Carlos, incapaz de
contener la pequeña sonrisa de sus
labios. Después, volvió a mirar a Cal.
— ¿Ya está? ¿No tengo qué hacer algo
más?
—No —dijo Cal.
Se paró un momento y respiró
profundamente.
— ¿Tendré… tendré qué enfrentarlo en el
tribunal?
—No.
La respuesta vino de por lo menos tres
fuentes distintas y ella se giró en todas
las direcciones.
Cal se río.
—No. Si opta por ir a tribunal, es su
opción, pero usted no está pidiéndole
nada. No existe nada para debatir, así
que dudo que vaya a aparecer, y en ese
caso, apareceré en su lugar como su
representante.
Ella sonrió, sintiendo relajarse todo el
rostro. Cuanto más intentaba contener su
alegría, más se ensanchaba la sonrisa de
su rostro. James acarició su espalda,
para dejar después su palma en su
hombro, apretándolo.
Cal la miraba atentamente.
—Se acabará pronto, Destiny. Le aseguro.
Una lágrima se deslizó por su cara. Ella la
secó impaciente, sin saber por qué estaba
llorando. Estaba emocionada. Estaba
aligerada.
—Gracias —dijo de nuevo.
James se levantó y estrechó la mano de
Cal.
—Te lo agradecemos, Cal.
Cal también se levantó.
—Me alegro de hacer lo que pueda. Sabe
esto. Nos mantendremos en contacto.
Destiny siguió los hombres fuera del
despacho. Carlos se paró en el pasillo e
inmediatamente la abrazó. Ella también
lo abrazó, sintiéndose tan aliviada como
él.
— ¿Quieres ir a un salón de belleza ahora?
—preguntó James, mientras salieron en
el frío aire.
Ella asintió entusiasmada. Llegaron al
jeep y Destiny se sentó delante. Suspiró
profundamente y cerró los ojos.
— ¿Te sientes mejor? —preguntó Logan,
de detrás.
Abrió sus ojos y se volvió para mirarle.
—No sabes cuánto —dijo suavemente.
—Sé que me siento mejor —declaró
Carlos—. Cuanto antes se libra del
nombre del bastardo, mejor.
Destiny frunció la frente. No había
considerado esa parte del nombre. ¿Una
vez divorciada, volvería al nombre de
soltera?
Ella no veía como usando Rush, ya que
no estaba exactamente legal estar
casada con más de un hombre. Pero al
mismo tiempo, quería pertenecerles, no
quería ser vista como solamente una
amante o una novia.
— ¿En qué estás pensando, cariño?
—preguntó James, mientras encendía el
motor.
Ella no quería admitir exactamente lo que
pasaba por su mente. Parecía muy
atrevido. Odió la inseguridad que la
invadía, a pesar de sus esfuerzos para
mantenerla a la distancia.
Abrió la boca para contestar, pero no
conseguía pronunciar las palabras.
—En nada —contestó tartamudeando
levemente.
James frenó y paró, sin salir del
aparcamiento.
— ¿De qué tienes miedo? ¿Qué no quieres
decir? Sabes que nos puedes decir
cualquier cosa.
Ella se atragantó.
—Es ridículo.
James agarró su barbilla, rozando
suavemente su mandíbula con el pulgar.
—Odio que te preocupas tanto. Ahora
dímelo.
—Esa cosa del apellido. Me estaba
preguntando...
— ¿Preguntando qué? —cuestionó
Logan, inclinándose hacia delante en su
asiento.
—Me gusta la idea de ser una Rush
—declaró, con la cara ardiendo—. Pero sé
que no es posible.
— ¿Qué? —exigió Carlos. Se inclinó hasta
encontrar su mirada—. ¿Por qué no es
posible?
Las expresiones de Logan y James
también eran interrogativas.
—No me puedo casar con todos.
Legalmente. Esto es si estaban pensando
en casarnos. Oh, mierda, me hago un lio
—murmuró, cerrando los ojos.
— ¿Cariño, dudas de lo mucho que te
queremos?
Hesitó unos breves instantes, y asintió
poco después.
—En cuanto es posible, tendrás nuestro
nombre —continuó James—. Lámame
anticuado, pero nos perteneces.
Queremos que seas una Rush.
— ¿Pero cómo?
Él sonrió.
—No tienes que pensar más en ello,
cariño. Es bastante simple. Te casarás
con uno de nosotros en una ceremonia
legal.
Se quedó con la boca abierta. ¡Qué
*imbécil*! Aquella idea nunca le había
ocurrido y era perfecta.
—Me gusta la idea de que ella está
finalmente hablando de nosotros como
algo permanente —dijo Logan.
Miró hacia atrás y vio sus ojos brillando.
La verdad es que se sorprendió hasta a
ella. ¿Era una masoquista entrar en una
relación cuando no se haya liberado de
su primer y grande desastre?
No era un error. No podía ser un error. No
podía permitirse pensar esto.
James salió del aparcamiento y siguió
calle abajo. Minutos más tarde, paró
delante de un elegante salón de belleza.
Destiny lo miró sorprendida.
Él le sonrió.
—Pregunté por el mejor salón. Me lo
recomendaron varias personas.
Ella se inclinó y lo besó en los labios,
antes de salir rápidamente del jeep.
—Eh, fue mía la idea de preguntar
—murmuró Logan, mientras la seguía.
Destiny sonrió y le dio un beso casto en la
mejilla. Entró directamente en el salón,
donde fueron saludados por una alegre
señora que parecía tener unos cuarenta
años.
—No tengo cita —comenzó Destiny.
— ¿Cómo te llamas, dulzura? —preguntó
la mujer.
—Destiny Sch… solo Destiny —dijo ella.
La mujer anotó algo rápidamente en el
libro de citas, después le sonrió.
—Bien, tienes suerte, Destiny. Te puedo
atender ahora mismo. Mi nombre es
Jolene. Ven conmigo y déjame echarte un
vistazo. Después hablaremos sobre lo
que necesitas, aunque ya puedo decir que
necesitas algo de color.
Destiny parpadeó mientras la mujer la rodeó,
hablando todo el tiempo. Giró la cabeza
hacia los hombres que tomaron asiento
en la pequeña sala de espera. James le
sonrió y parpadeó.
Jolene agarró una capa y puso alrededor
del cuello de Destiny, después le pasó los
dedos por el pelo.
—Dulzura, odio ser la que te tiene que
decir esto, pero tienes que despedir tu
estilista. Éste es el peor tinte que he visto
jamás.
Destiny sonrió.
—Me temo que lo hice yo misma. Tenía
prisa. Hice un desastre. ¿Puede
arreglarlo?
— ¿Quieres teñirte de rubia?
—No, me gustaría volver a mi color
natural.
Jolene estudió la raíz del pelo durante un
minuto.
—Claro, lo puedo arreglar, dulzura. No te
preocupes. Venga hasta el lavabo y
déjame lavarte el pelo.
Varios minutos más tarde, Destiny se sentó
en la silla, con el pelo húmedo. Jolene
empezó a peinarlo y Destiny relajó.
Jolene se inclinó y preguntó en un
murmullo alto:
—Ahora, dulzura, no quiero parecer
curiosa, pero tienes que decirme cual de
aquellos magníficos machotes es suyo.
Destiny se congeló, una sonrisa se cernió en
sus labios. Para un breve instante,
consideró señalar a uno de ellos, ¿pero
por qué debería importarle pensara de
ella esta mujer?
—Todos los son —dijo suavemente.
Jolene irguió las cejas.
— ¿Todos? Oh dulzura, dime que estás
bromeando. ¡Ninguna mujer es tan
afortunada! —le guiñó exageradamente a
través del espejo.
Destiny se río y confirmó.
— ¿Hablas en serio, verdad?
Destiny asintió.
Jolene agitó la cabeza.
—¡Dios! Tienes que decirme como hiciste.
Daría algunos años de mi vida para tener
dos, mucho más tres hombres que
tengan este físico.
Destiny la miró asombrada. No había ningún
choque u ofensa en la voz de la mujer.
—Bien, no importa, dulzura, obviamente
estás diciendo la verdad. Basta con ver
cómo te miran. Cual si quisieran comerla
en el almuerzo —Jolene suspiró
nostálgica—. Hace mucho tiempo, conocí
un hombre que me miraba así.
—¿Qué pasó? —preguntó Destiny, curioso a
causa del deseo que sintió en la voz de la
mujer.
—Oh, queríamos cosas diferentes. O por
lo menos yo lo pensé. No podía creer en
lo que veía en su rostro. Échate hacia
atrás, dulzura, déjeme poner ese algodón
alrededor de tu frente.
____ obedeció, si esperó que continúe.
—Creo que al final se cansó de esperar.
Se subió en su Harley y nunca volví a
verle.
—Oh, qué mal —dijo Destiny—. ¿No sabes
cómo encontrarlo?
Jolene parecía sorprendida.
—Bien, nunca pensé en intentar
encontrarlo. Por supuesto, esto fue hace
años. Probablemente está casado y tiene
un montón de hijos.
—Quizá —murmuró Destiny.
Dos horas más tarde, Jolene giró la silla
para que Destiny viera en el espejo.
—Mírate, dulzura. ¿Qué piensas?
Destiny miró fijamente su reflejo.
—Soy yo —susurró ella. No un mechas
rubias brillantes en su pelo castaño claro.
Las puntas habían sido cortadas y el pelo
brillaba en la suave luz.
Jolene la miró satisfecha.
—Pensaba que te iba a gustar.
Destiny se levantó e impulsivamente abrazó
a la mujer mayor.
—Gracias.
Jolene la guio en dirección hacia la sala
de espera.
—Ve a ver si a tus jóvenes les gusta.
Destiny caminó hacia donde estaban
sentados los hermanos. James se
levantó y agarró su cartera.
—Estás hermosa, cariño.
Ella sonrió y balanceó la cabeza. Miró a
Logan y a Carlos quienes también
asentían con aprobación.
—¿Quieres recorrer las tiendas y comprar
un poco de ropa? —Preguntó Logan—.
Hay varias calle abajo.
—Me encantaría —contestó.
También buscaría una boutique,
especializada en lencería. Una pequeña
sonrisa curvó sus labios, y se mordió la
mejilla para no traicionar sus
pensamientos. Le encantaría comprar
algún conjunto sexy para sorprenderlos.
Carlos le sostuvo el abrigo y ella se lo
puso. Mientras salían, Destiny encontró la
mirada de Jolene, y la peluquera le lanzó
un insolente guiño y le mostró los
pulgares hace arriba.
A principio, Destiny se apresuró por las
tiendas, segura de que los hombres se
aburrirían mirándola probar la ropa, pero
pronto descubrió qué les gustaba verla
probar ropas nuevas.
Su última parada fue la tienda de
lencería, y usó la escusa de que
necesitaba sujetadores. Dentro, escogió
dos conjuntos sexy y se delectó con la
idea de sorprenderlos en cuando vuelvan
a casa.
Cuando salió, Carlos y Logan cogieron
sus bolsas.
—James se fue a por el coche —explicó
Logan, mientras que se preparaban a
cruzar la calle.
Se apresuraron hacia delante, cuando
Destiny vio ponerse en marcha a un sedán
que estaba aparcado en doble fila.
Parpadeó sorprendida cuando lo vio
acelerar. Directamente hacia ellos.
Carlos y Logan estaban delante y ella
empujó todo su peso contra sus
espaldas, desesperada en quitarlos del
medio. Lejos, oyó a James gritar.
Carlos y Logan cayeron justo cuando el
coche viró bruscamente. El dolor explotó
en su cadera cuando el parachoques
impactó en su pierna. Salió disparada,
usando las manos para parar su caída.

La Mujer De Los Tres HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora