Capítulo 28

88 7 0
                                    

MARATON 1/4

Cuarenta cinco minutos más tarde, sin
aliento y avanzando lentamente por la
nieve, James y Logan se pararon un
momento para descansar.
—Ya no queda mucho —dijo Cintia.
James asintió, sin aliento para contestar.
Su móvil sonó, acabando con el silencio
de la noche. James dejó la cuerda y
buscó frenéticamente el teléfono y
contestó:
—James.
—James... —la voz de Destiny, débil y
trémula, se escuchó por la línea.
—¿Destiny? —se sentía aliviado.
—James, gracias a Dios —la voz parecía
un poco más fuerte—. No tengo mucho
tiempo. —Podía oír lágrimas en su voz, y
se sintió aterrado—. Mató a Carlos
—sollozó ella.
La sangre de James se heló.
—Destiny, Destiny, ¿cariño, dónde estás? ¿Estás
bien? —gritó.
—No sé donde estoy —contestó, la voz
estaba desesperada—. Él me llevó. Por
favor ven a buscarme —la voz se rompió.
— ¡Maldita bruja, dame esto!
James apretó el teléfono, paralizado,
mientras oía la escena del otro lado del
teléfono. Destiny llorando. James oyó una
bofetada. Y el teléfono se colgó

— ¡Dulce Jesus!
Logan lo agarró por el hombro.
— ¿Qué demonios está pasando?
—Destiny —James dijo sofocado—. Dijo que
Carlos está muerto. Y que alguien la
tiene.
Logan dejó la linterna que llevaba.
—Tenemos que ir a la cabaña. Carlos.
Dios mío. —James no podía formar otro
pensamiento coherente.
—Pueden marcharse —dijo Cintia—.
Puedo llevar a Sean de aquí. Irán más
rápido sin el trineo. Llamaré por radio
pidiendo refuerzos, cogeré un coche tan
rápido como puedo. Mis ayudantes están
cerca.
James no esperó a oír algo más. Él y
Logan empezaron a correr por la nieve.
Carlos. Muerto. Las palabras se repetían
una y otra vez, llenando su mente como
una enfermiza letanía.
El bastardo les atrajo, secuestrando un
niño, y ahora tenía a Destiny. Su sangre se
enfrió. Más que la nieve que envolvía sus
piernas. Destiny moriría si no la encontraran
y rápido.
Adelante, el brillo de las luces de la
ciudad resplandecía contra la nieve.
James aumentó la velocidad, decidido a
llegar al jeep tan rápido como era posible.
Logan se mantenía detrás de él,
absteniéndose de expresar los miedos
que merodeaban en sus pensamientos.
Llegaron a la parte de atrás de la tienda
de Riley y continuaron corriendo
alrededor del aparcamiento, cruzando la
calle, donde estaba aparcado el Land
Rover. Varias personas, incluso los
padres de Sean gritaron preguntas, pero
James ignoró todo, menos al coche.
Se lanzó en el asiento del conductor,
encendió el motor y le dio marcha atrás.
Logan apenas entró, antes de que James
se disparara calle abajo.
El camino hasta en la cima de la
montaña parecía eterno y a cada minuto,
James rezaba.
—Dios, no te los lleves.
Agarró el volante, tomando las curvas
más rápido que nunca.
—Que estén bien. No te lleves a Carlos.
Tomaron el camino de entrada, y los dos
saltaron hacia la puerta. La casa estaba
oscura. James entró bruscamente,
gritando el nombre de Carlos. Logan pasó
por su lado, alcanzando el interruptor.
Maldijo cuando las luces no se
encendieron y volvió a gritar el nombre de
Carlos.
James paró en seco cuando escuchó un
bajo gemido. Saltó por encima del sofá,
hacia el pasillo, en dirección a las
habitaciones de huéspedes.
— ¡Consígueme luz! —le gritó a Logan.
— ¡Carlos! ¡Carlos! —James se lanzó al
suelo, al lado de su hermano herido.
Logan apareció con una linterna y
alumbró el cuerpo de Carlos. Su pecho
estaba cubierto de sangre, pero sus
párpados temblaron cuando la luz le dio
en la cara.
—Carlos, soy yo, James. ¿Puedes oírme?
— ¿Cómo no podría, cuándo me estás
gritando en el maldito oído? —se quejó
Carlos.
James suspiró de alivio, y se relajó.
—Bastardo, me quitaste diez años de
vida.
—Destiny —empezó Carlos, y su voz se
rompió—. Tiene a Destiny.
— ¿Dónde te disparó? —exigió James,
sin centrarse en Destiny por solo un
momento. Tenía que tomarlo de uno a
uno, y en este minuto, necesitaba estar
seguro que Carlos estaba bien.
—En el hombro —contestó Carlos,
jadeando.
— ¿Puedes levantarte?
Carlos se movió y gimió de dolor.
— ¡James! — Llamó Cintia desde la
puerta—.¿Estás aquí?
—Aquí —contestó Logan, moviendo la
linterna hacia ella—. ¿Cómo llegaste tan
rápido?
—He dejado al niño en la ciudad y vine
tan rápido como pude. ¿Jesús Cristo, qué
demonios pasó aquí? —preguntó
mientras se arrodillaba al lado de Carlos.
—Ayúdame a ponerme de pie, maldita
sea —dijo Carlos desesperado—. Tiene a
Destiny.
— ¿Quién la tiene, Carlos? —exigió
James.
Él y Logan levantaron a Carlos, y James
le pasó un brazo alrededor para que no se
cayera. Guiaron a Carlos hacia el sofá y
lo sentaron.
—Tenemos que llevarte al hospital —dijo
Logan.
—No.
—Carlos, no estás en forma para ir a
ninguna parte, solo al hospital.
—Atravesó la carne —jadeó—. No me
voy a ninguna parte, mientras que Destiny
sigue fuera con ese bastardo —se
rompió—. Le hizo daño. Lo oí pegándola.
James apretó los dedos en puños. Él
también oyó al bastando pegando Destiny.
— ¿Qué más oíste, Carlos? ¿Dijo algo?
Tenemos que encontrarla.
—Hizo una llamada. Dijo algo sobre una
lejana cabaña y cabos sueltos.
— ¡Cristo! —cabaña lejana. Cual si
hubieran bastantes esparcidas por los
Rocosos.
—Actuó cual si fuera cerca —dijo Carlos,
mientras puso una mano en el hombro.
Sangre roja brillante escapaba a través de
sus dedos.
—Necesitas ir al hospital. Cintia, ¿puedes
asegurarte de que llegará allí? —preguntó
James.
—No iré —dijo Carlos mordaz.
—Solo nos retrasarías —dijo James—.
No podemos perder ni un minuto. La
matará.
Carlos miró desoladamente a James.
—Le he fallado.
—Cree que estás muerto —dijo James—.
Lo mejor que puedes hacer es ir al
hospital, para evitar que suceda lo que
piensa ella.
Carlos se levantó.
— ¿Cómo sabes lo que piensa ella?
James le explicó rápidamente la llamada
y dispuso con Cintia que lleve a Carlos al
hospital. Su mente trabajaba
furiosamente, intentando formar un plan
de acción.
—Vamos, Logan.
Se paró suficientemente para coger más
munición para los rifles y salió corriendo
de la casa hasta el jeep. Logan saltó a su
lado.
—Cerca, cabaña lejana. ¿Cree qué podía
haberla llevado a Blythe Meadow?
—preguntó Logan mientras James
conducía.
—Es un buen lugar —asintió James—.
Encaja. Si no allí, quizá en la vieja cabaña
del minero. Comprobaremos a las dos.
Logan miró la ventana en silencio.
Entonces, se volvió hacia James con ojos
llenos de angustia.
— ¿Y si lleguemos demasiado tarde?
James agitó la cabeza y apretó el pie en
el acelerador.
—No podemos llegar demasiado tarde,
Logan. No podemos.

La Mujer De Los Tres HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora