Capítulo 3

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MARATON 1/3

Soñó con ellos. Llegaron para alejarle la
pesadilla. Un dulce bálsamo para sus
lastimados sentidos. Sustituyeron las
imágenes del demonio y del infierno. Sus
manos la calmaban sin herirla. James,
Logan y Carlos, con su toque gentil, pero
exigente, los labios adorando su cuerpo.
Destiny despertó llena de sudor, necesidad y
una buena dosis de vergüenza. Quizá no
era mejor que una meretriz. Quizá Kendall
tenía razón. Se estremeció como si el frío
hubiera alcanzado su húmeda piel. Miró
por la ventana y vio que estaba oscuro.
¿Cuánto tiempo llevaba durmiendo?
Buscó el reloj de al lado de la cama.
Cuatro y media. ¿De la mañana? Tenía
que serlo.
Podría ser que los hermanos no
estuvieran despiertos. Era la perfecta
oportunidad de salir corriendo. Les
pondría en riesgo si se quedaba. Kendall
la encontraría y mataría a quien la
ayudara. Y la idea de que sus tres
salvadores estuvieran heridos le dolía,
algo que no sabía cómo explicar.
Deslizó las piernas de la cama, tratando
de no hacer ruido. Zapatos. Un par, y
medias. No tenía abrigo, solo el fino
suéter, así que asió la camisa de franela
que vistió el día anterior. Tendría que ser
bastante.
Con extremo cuidado, abrió la puerta del
cuarto y salió al pasillo. Las puertas de
las otras habitaciones estaban
ligeramente entreabiertas,
preocupándola. Tendría que moverse
furtivamente y pasar por al lado de ellas.
Anduvo de puntitas, hasta al final del
pasillo y suspiró aliviada cuando llegó a
la salita. Hasta que vio a James
durmiendo en el sofá. Debía haber
dormido allí, porque ella le ocupaba la
habitación.
Un fuego bajo ardía en la chimenea, y
quiso acercarse, retener un poco de aquel
calor, antes de perderse en el frío.
Respirando hondamente, dio pequeños
pasos en dirección a la puerta. Si la
pudiera alcanzar... miró a James. Él no se
movió. Extendió la mano y contuvo su
respiración mientras la abría y se escapó
antes de que el frío pudiera entrar. Cerró
suavemente la puerta detrás de sí y
suspiró. Lo había logrado.
El frío glacial penetró rápidamente por su
ropa, demostrándole lo inadecuada que
era. El jeep continuaba detenido y por un
momento lo contempló, pero no se lo
robaría; porque estos hombres la habían
salvado. Caminaría hasta encontrar un
transporte.
— ¿Vas a alguna parte, cariño?
Giró en la dirección de la voz y vio a
Logan y a Carlos, con los brazos
cargados de leña. Intentó abrir la boca
para decir algo, para contestar. Pero no le
salió nada. Entonces hizo la única cosa
en la que podía pensar. Corrió.
Detrás de ella, oyó un montón de
maldiciones, y aceleró, corriendo lo más
rápido que podía sobre la nieve. No tenía
la menor idea a donde iba. Solo sabía que
tenía que huir.
No había ido muy lejos, cuando sintió
unos brazos fuertes empujándola al
suelo, se encontró con un duro tórax y
miró fijamente a Logan.
—No me mires así —dijo—. No te haré
daño. Mataré a cualquiera que te lo haga.

Ella lo miró confusa por el tono posesivo
de su voz.
—Déjame ir —le imploró—. No me puedo
quedar.
— ¿Y dónde irías? —La cuestionó Carlos,
a su lado—. No sobrevivirías ni una hora.
Sabía que él tenía razón, pero no se podía
quedar. No entendía la atracción que
sentía por los hermanos, no comprendía
lo que sentía en sus brazos o cuando la
miraban. Por uno podía entenderlo, pero
¿por los tres? ¿Qué tipo de mujer era?
—Dame tu abrigo, Carlos —le pidió
Logan—. Se está congelando.
Un momento más tarde, se sintió
envuelta en el calor corporal de Carlos. Su
abrigo tenía su olor, su esencia, era como
si la hubiera abrazado él y no Logan.
—No me puedo quedar aquí —susurró,
casi llorando.
Logan la miró fijamente durante un
instante. Entonces, sorprendiéndola, bajó
la cabeza y le dio un beso largo e intenso.
Aprovechándose de la boca abierta por el
choque, introdujo su lengua, haciéndola
bailar con la suya. Olvidó toda la
resistencia y se derritió como mantequilla
caliente sobre su pecho. ¡Jesús! ¡María!
¡José! Era tan letal como James. Y ella no
debía reaccionar así con él. No después
de lo que sintió con James.
Lágrimas calientes caían de sus ojos y
dejó escapar un gemido de angustia.
—La está asustando, Logan —murmuró
Carlos.
—Soy una puta —susurró ella—. Soy
como dijo él.
Logan se puso rígido, sus brazos eran
como bandas de acero alrededor de su
cuerpo.
— ¿Quién te llamó puta? —preguntó en
voz muy baja, mortal.
Luchó con él, hasta que él se vio forzado
a dejarla, pero la mantuvo cerca,
agarrándola firme por la mano.
— ¿Importa? Obviamente tenía razón
—contestó en voz mortificada—. Todo lo
que tienen que hacer es mirarme para que
me sienta en llamas. ¿Qué tipo de mujer
soy? —exigió ella.
—Nuestra mujer —contestó Carlos—.
Eres ese tipo de mujer.
Su boca se abrió. Estaba extrañada por
su anuncio. Miró lejos, buscando una ruta
de escape.
—Arriba, muñeca —dijo suavemente
Logan—. Vamos a llevarte a casa. Estás
congelada. A James no va a gustarle que
salieras corriendo.
Ella se tensó y Carlos musitó una
maldición.
—Para de asustarla, Logan.
—Nosotros nunca te haríamos daño, Destiny.
Vas a descubrir rápidamente que
haremos cualquier cosa para salvarte,
para protegerte —dijo Logan, tomándola
en los brazos.
Ella se acomodó en sus brazos, mientras
que él caminaba hacía la casa. Su mente
luchaba para entender la extraña
conversación que tuvo con los hermanos.
Carlos abrió la puerta y Logan entró con
Destiny en los brazos.
James estaba cerca, con los brazos
cruzados, y una expresión impenetrable.
A pesar de las seguridades de Logan,
empezó a temblar. Escondió el rostro en
el cuello de Logan, intentando esconderse
del escrutinio de James. Su fuerza la
asustaba. Kendall era nada comparado
con este hombre y, aún así le hizo tanto
daño. James podría hacerle mucho más.
Logan la acarició.
—No te asustes, muñeca —le susurró al
oído. Se acercó al fuego y la soltó. Ella se
escondió rápidamente detrás de él,
usándolo como barrera entre ella y
James.
Para su sorpresa, James se rió.
—Entonces, ¿así va a ser? ¿Vas a
esconderte detrás de Logan cada vez que
me enfade contigo?
Estiró la cabeza por detrás de Logan.
James estaba sonriendo y Carlos la
miraba con silenciosa intensidad. Por un
momento, vio en los ojos de Carlos algo
que reconoció como tormento.
—Yo... yo no entiendo... —empezó ella,
débilmente—. No entiendo nada.
James la miró; ella se quedó detrás de
Logan, agarrada a su camisa. Parecía
perdida, abandonada y con mucho
miedo. Se sentía feliz por ella, por confiar
en Logan. Aunque no entendía lo que
hacía. Claramente, estaba atribuyendo a
Logan el papel de protector.
Logan lo advirtió con los ojos, que no la
presionara. Maldición, podía pasar sin
tantas advertencias de Logan. Destiny
parecía una cosita asustada. Lista para
huir a la menor provocación.
Suspiró y sentó en el sofá.
—Ven aquí, cariño.
Intentó agarrar la mano de Logan,
mientras se mordía los labios, nerviosa.
¿Qué la hacía tener tanto miedo? ¿Quién
le hizo tanto daño que no podía confiar
en él y ni en sus hermanos?
Logan puso el brazo sobre sus hombros y
la guió al frente. Agarró su barbilla y la
hizo mirarle.
—Nadie te hará daño, muñeca. Te lo
prometo. Nunca.
Se relajó un poco al oír su promesa, y se
volvió hacía James.
— ¿Está enfadado? —preguntó ella
suavemente.
Extendió una mano hacía ella y sintió un
enorme placer cuando la aceptó. La
abrazó y le acarició el pelo, mientras la
miraba.
—No estoy enfadado contigo, cariño. No
contigo. Nunca contigo. Estoy furioso con
el hijo de puta que te hirió, que te hizo
tener miedo.
La abrazó más fuerte y la besó, suave,
tierno, apenas rozarle los labios. Por un
momento, se relajó en sus brazos,
ajustándose perfectamente, como si le
perteneciera. Después, se puso tensa, y se
alejó con ojos atormentados. Con un grito
bochornoso se puso de pie y salió
corriendo del cuarto.
James intentó seguirla, sorprendido por
su reacción, pero la mano de Logan lo
paró.
—Tienes que explicarle —dijo—. Ahora.
— ¿Sobre qué demonios estás hablando?
Logan suspiró y se pasó una mano por el
pelo.
—Piensa que es una puta.
— ¿Qué?
—Vamos, James. Sabes que está
confusa. Se sienta atraída por los tres.
Algún bastardo le dijo que era una puta y
ahora lo cree. No se entiende, ni nos
entiendo. Necesita que le expliquemos.
—Está bien —dijo James, con un suspiro
profundo—. Hablaré con ella.
James caminó por el pasillo hasta el
cuarto, con sus hermanos siguiéndole a
una pequeña distancia. Llamó
suavemente, no queriendo asustarla.
—Destiny, dulzura, soy yo, James.
—Vete —contestó ella, sofocada por los
sollozos.
Abrió la puerta, titubeando cuando la vio
sobre la cama, con los ojos enrojecido
por las lagrimas. Había echado el abrigo
de Carlos en el suelo. Se acercó y se
sentó en la cama. Después la abrazó. Ella
apenas luchó, lo que lo encantó.
—Dime por qué estás llorando —le
preguntó suavemente.
— ¿Qué dirías si te contara qué antes de
besarte en la sala, estaba fuera, besando
Logan? —contestó con labios trémulos.
Sonrió y acarició su pelo.
—Eso me hace muy feliz.
Sus ojos sorprendidos volaron hacia su
rostro.
— ¿Feliz? ¿Estoy actuando como una
puta y te hace feliz?
Él la miró duramente.
—No permitiré que hables de ti misma
así. Si vuelves a decir algo así, te acostaré
en mis rodillas y azotaré tu bonito culo.
Ella se quedó con la boca abierta. (Uhh
que lindo seria eso…)
—Hay algunas cosas que tienes saber
—dijo—. Comenzando con el hecho de
que nos perteneces. A todos.
Esperaba ver miedo ante su declaración.
Al revés, vio sorpresa. Logan y Carlos, que
estaban de pie en la puerta, se acercaron
a la cama. Logan sentó tras Destiny en la
cama y tiernamente, acarició su hombro
con la mano.
Destiny los miró, a uno después otro y otro...
James permitió que la información
penetrara su mente.
Se mojó los labios, nerviosa. Después
preguntó.
— ¿Eso significa qué no vas a dejarme ir?
Él se rió.
—Si me estás preguntando si eres una
prisionera, la respuesta es no. Y si me
estás preguntando si vamos a abrirte la
puerta y permitirte que salgas de nuestras
vidas, la respuesta es no.
Él se acercó más y la cogió por la
barbilla. La respiración de ella se aceleró.
Del otro lado, Carlos, agarró su mano. Los
tres hermanos la estaban tocando,
calmando.
—Nos perteneces, Destiny —susurró
James—. Puedo sentir tu deseo, tu
necesidad. Es tan fuerte como la nuestra
por ti. Estás asustada. Pero nos quieres.
— ¿Entonces quieren una esclava
sexual? —preguntó, con voz ahogada.
Sus ojos se estrecharon. Tenía miedo. No
solo de él y sus hermanos, si no de ella
misma, y del desconocido que le hizo
daño, tanto mental como físicamente.
—Si piensas que solo es sexo, estás
equivocada —dijo James, en voz muy
baja—. Lo hemos hablado desde
siempre. Serías nuestra esposa. Nuestra
pareja.
— ¿Q… qué? —gritó ella—. Pe… pero...
¡No pueden casarse con la misma mujer!
— ¿No? —le preguntó Logan.
—No es legal.
—Estás pensando con la cabeza —la
regañó James. —No hay ley que diga que
no puedes vivir con tres hombres. En
nuestros corazones serás de los tres.
Esposa de cada uno de nosotros. Amada
por todos.
Negó con la cabeza, confusa.
—Es una tradición en nuestra familia
—dijo Carlos, bajito—. Si te preguntas si
es genético, no, no lo es. Podemos
escoger y te escogemos a ti. Nuestros
padres escogieron a nuestra madre y
nuestros abuelos a nuestra abuela. Pero
no estamos destinados por alguna
compulsión invisible. Es algo que hemos
decidido cuando fuimos suficientemente
mayores para hacerlo. Siempre supimos
que existía una mujer para los tres. Así
que esperamos.
James presenció la reacción de Destiny ante
la sincera explicación de Carlos. Un brillo
de lágrimas desbordaba sus ojos y sus
manos le temblaban.
—Yo no puedo —susurró.
—Pero nos quieres —persistió Logan.
Asintió con la cabeza, un poco
avergonzada.
—Entonces por qué no puedes —la
presionó James, queriendo conocer sus
demonios.
—Porque ya estoy casada —se desahogó
ella.

La Mujer De Los Tres HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora