Capítulo 8

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Destiny abrió los ojos y parpadeó, para
ajustarse a la oscuridad. Sentía el cuerpo
calentito, y dejó salir un bostezo.
Estaba fundida contra el pecho de
James, sus manos alrededor de ella. Un
hombre desnudo la apretaba por detrás, y
miró por encima del hombro, intentando
ver si era Logan o Carlos.
Por lo que podía ver, era Logan. Frunció el
ceño. ¿Dónde estaba Carlos?
—Estás despierta —murmuró James.
Agachó la cabeza, tímida, sonrojada,
contenta de que él no pudiera verla bien
en la oscuridad.
Sus brazos la estrecharon y él le metió la
cabeza bajo su barbilla.
— ¿Estás bien?
Asintió contra su pecho. Estaba muy
bien. Nunca se había sentido tan bien en
toda su vida. Se acurrucó mejor entre sus
brazos, amando la sensación de
seguridad que tenía, estando allí. Levantó
el rostro, acercando los labios a su oreja.
— ¿Dónde está Carlos?
James se tensó ligeramente, pero
continuó acariciándole la espalda.
—Se fue a su dormitorio —dijo
quietamente.
— ¿Por qué?
James miró fijamente el techo.
—No duerme bien. Tiene pesadillas. No
quiere que lo escuchemos.
Destiny se sintió preocupada. Había visto el
tormento en los ojos de Carlos, pero ¿qué
podía ser tan malo como para aterrarlo
hasta en los sueños?
—Carlos volvió de Irak hace poco más de
un año. Pertenecía a las Fuerzas
Especiales, fue capturado detrás de las
líneas enemigas. Estuvo preso durante
varias semanas, antes de que nuestros
hombres lo rescataran. No ha sido el
mismo desde entonces.
— ¿Qué pasó? —preguntó con horror, con
miedo de saber todo lo que había
soportado.
James suspiró.
—Desearía saberlo. No quiere hablar
sobre ello.
— ¿Van a callarse, para que pueda
dormir? —exigió Logan, la voz era
amortiguada por la almohada.
Ella se río y le dio un codazo.
Parecía tan natural estar en la cama con
esos dos hombres, confortable, fácil, sin
apremios.
Logan se volvió y deslizó el brazo por
encima de su cuerpo.
—Estoy contento de que no te hemos
matado.
Ella sonrió.
—Pero qué modo de morir.
—Ven a acurrucarte en mis brazos.
James te tuvo toda la noche—se quejó
Logan.
Soltó la risa, pero lo abrazó y recostó la
cabeza en su tórax.
—Ahora cierra los ojos y vuelve a dormir
—le pidió él.
Cerró los ojos, maravillada por la dicha
que sentía.
Cuando Destiny volvió a despertarse, la luz
del sol entraba por la ventana, casi
cegándole, mientras abría los ojos.
Estaba sola en la cama, cosa que la
decepcionó.
Un rápido vistazo al reloj le dijo por qué
estaba sola. Eran casi las nueve.
Se flexionó, estirando el cuerpo. Se sentía
dolorida, pero increíblemente bien. Sacó
las piernas fuera de la cama, gimiendo
cuando los músculos protestaron.
Empezó a coger una toalla para cubrirse
y entonces se río del absurdo de la idea.
Por el contrario, caminó desnuda hasta el
baño. La idea de un largo baño caliente
sonaba como el cielo.
Abrió el agua y pronto, el vapor llenó el
baño. Cuando había bastante agua en la
bañera, entró. Suspiró cuando la envolvió
el agua caliente.
Se recostó en la tina y cerró los ojos,
permitiendo que el agua la envolviera.
Las imágenes de la noche anterior
llenaron su mente. Su cuerpo hormigueó,
sus muslos se estremecieron, los pezones
se endurecieron en respuesta.
Había sido la mayor experiencia de su
vida. Si no permanecía con los hermanos,
¿qué más podría esperar del sexo? No
creía poder encontrar a alguien que la
satisficiera como ellos.
Y estaba el hecho de que no tenía ningún
deseo de irse. Estaba cansada de huir,
cansada de vivir con miedo, ¿pero podía
creer que allí estaba segura? ¿Y si ella
atrajera a Kendall a su puerta?
Su conversación con Logan del día
anterior, le rondó por la cabeza. La verdad
era, que podía enamorarse de ellos. Quizá
aún no lo estuviera. Pero lo estaba
haciendo, como Logan lo dijo.
Suspiró. Debería estar feliz. Pero en
cambio, estaba llena de pavor.
Agitó la cabeza, no deseaba analizar la
sucia realidad. Tomó el jabón, se frotó el
cuerpo y se enjuagó deprisa. Cuando
estuvo lista, salió del agua y se envolvió
en la toalla.
Salió en busca de sus ropas, sin saber en
dónde las habían dejado Logan o Carlos,
cuando volvieron de la excursión de
compras del día anterior. Su estómago se
estremeció. ¿Había sido el día anterior
cuando había visto a Kendall en la
ciudad?
El sudor perló su frente, cuando
comprendió que él estaba muy cerca.
Se acurrucó en la cama, presa de un
ataque de pánico.
— ¿Destiny? ¿Qué está mal?
Vio a Logan en la puerta, mirándola
preocupado.
Se acercó y se arrodilló delante de ella, le
tomó suavemente las manos y entrelazó
sus dedos.
— ¿Qué te pasa, muñeca?
—Kendall está aquí —lloró—. Él me
encontrará.
Tomó su barbilla y la forzó a enfrentarlo.
—Vístete y reúnete con nosotros en la
sala. Te contaremos lo que hemos
planeado hacer.
Ella lo miró fijamente, atreviéndose a
esperar que pudieran mantenerla a salvo
y evitar así ser la causa de sus muertes.
Él se incorporó y la besó en la frente.
—Tus ropas están en el primer cajón
—salió, dejándola vestirse.
Revolvió en el cajón y sacó una camisa y
unos pantalones tejanos. Para su
sorpresa encontró un paquete con bragas
de algodón y dos sostenes de su talla.
Carlos debía haberlos escogido antes de
las botas.
Se vistió rápidamente y se dirigió a la
sala. Se detuvo en la puerta, disfrutando
de la vista de los tres hombres. Carlos
echado en el sofá, con una cerveza en la
mano; Logan con el ordenador, moviendo
el ratón; James cerca del fuego, con
aspecto impaciente.
James levantó los ojos y la miró, sus ojos
eran ardientes como las llamas.
Sintió que la abandonaba su confianza.
Tuvo el loco deseo de huir al dormitorio,
donde estaría segura. En cambio, dio un
paso en frente, cruzando los brazos
protectoramente sobre el pecho.
La expresión de James no se alteró.
Carlos alzó los ojos del sofá y se
concentró en la cerveza.
Logan se levantó, cruzó la sala y la tomó
de la mano.
—Ven. Tenemos mucho que hablar
—dijo, mientras la empujaba dentro de la
sala.
Se sentó en el sofá, a pulgadas de Carlos.
Se sentía en un punto sin retorno. Querían
que se quedara, y ella tenía que decidir si
escuchaba su corazón o hacía todo para
mantenerlos a salvo.
El peso de la decisión pesaba sobre sus
hombros.
—Es hora de hablar —dijo James. Metió
las manos en los bolsillos y apoyó el
tacón de la bota en la chimenea de detrás
de él.
Analizó a Logan y Carlos, midiendo sus
reacciones. Logan la miraba, atento.
Carlos no mostraba ninguna emoción en
su rostro.
—Estuvimos hablando con Carl Davis, un
amigo nuestro que es abogado en
Denver. Puede preparar los documentos
necesarios para tu divorcio —continuó
James.
Su corazón se aceleró, batía
dolorosamente en el pecho. Abrió la boca
para hablar, pero se le había secado.
Para su sorpresa, Carlos se giró y la
agarró por la mano; su gesto la
confortaba. Se concentró en él,
intentando descubrir sus pensamientos.
¿Aún pensaba qué no quería librarse de
su esposo? ¿Después de todo lo que
había pasado la noche anterior?
Él la miraba fijamente, con una expresión
indescifrable. Era testarudo. Pues ella
también. Lo enfrentó desafiante,
provocándole decir sus dudas.
Una sonrisa reluctante movió sus labios.
—Bien, Destiny —dijo perezosamente—.
¿Qué vas a hacer? ¿Un esposo abusivo o
una oportunidad con tres hombres qué
harán cualquier cosa para cuidarte?
—No es tan simple —dijo furiosa.
Carlos puso un dedo bajo su barbilla y la
obligó a mirarlo a los ojos.
—Sí. Lo es.
Se levantó, abrazándose por la cintura.
—A mí… a mí me importas mucho.
Todos ustedes—señalando a los tres—.
¿No lo ven? No podría soportar si algo le
sucediera a cualquiera de ustedes, por mi
culpa.
—Cariño, escúchame —le pidió James,
girándola hacia él—. Si no crees en nada
más, cree esto. No permitiremos que ese
bastardo te tenga.
—No me preocupo por mí —quería gritar
de frustración. ¿Por qué no lo entendían?
—Dijimos que cuidaríamos de ti —dijo
Carlos calmamente—. Si algo nos
sucediera, no podríamos cuidarte. Por lo
tanto, por prometerte que vamos a
protegerte, puedes estar segura de que
ningún bastardo va a tocarnos.
—Tienes un don con las palabras —dijo
Logan.
La absoluta convicción de la voz de
Carlos la hizo dudar.
—La pregunta es ¿tienes este tipo de fe
en nosotros? —dijo Carlos, levantando la
ceja al indagarla.
Había dado la vuelta a la situación, en su
contra. Si persistía con las protestas,
demostraría su falta de confianza en
ellos. ¡Maldito sea! ¿Qué se suponía que
tenía qué hacer?
James la abrazó por la cintura y la acercó
a su pecho.
—Contesta a una pregunta. Si no fuera
por Kendall. Si no fuera que estuvieras
casada. ¿Te quedarías?
Asintió, incluso antes de pensar en la
respuesta.
—Entonces está decidido —dijo James,
la satisfacción brillaba en sus ojos—.
Diremos a Carl que siga con el divorcio y
pensaremos en un plan para impedir que
ese bastardo se acerque a ti.
Abrió la boca para protestar, pero él la
silenció con un dedo.
—Confía en nosotros, cariño.
Ella suspiró. El problema era que
confiaba. Era una locura. Les conocía
desde hace unos días, y aun así confiaba
en ellos, más que en cualquier otra
persona.
—De acuerdo —aceptó.
James bajó la cabeza y la besó
hambrientamente. Empujo la mano en su
pelo, acariciando su nuca, mientras su
lengua hurgaba en la boca de ella.
Cuando se apartó, ella estaba jadeando.
—Bien, debo decirlo, esto es una sorpresa
—declaró una voz femenina.
Destiny giró y vio a una pelirroja alta, con
sombrero de vaquero y una placa.
James juró.
—Maldita seas, Cintia, ¿no sabes llamar
a la puerta?

La Mujer De Los Tres HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora