Capítulo 14

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MARATON 6/6

Destiny se sentía deliciosamente dolorida y
somnolienta cuando abandonó el baño
con Logan. Lo amaba. No parecía
posible, aunque le dijeron que iba a
ocurrir.
Se unieron a los otros en la cocina, donde
James estaba junto a la estufa. Carlos se
sentó en la mesa, bebiendo una cerveza.
Se acercó a James y lo abrazó,
descansando la mejilla en su espalda. Se
tensó —¿sorprendido?— por un breve
momento antes de volverse para
abrazarla.
Le sonrió y besó su cabeza.
—Pareces feliz —dijo él.
Sus mejillas se enrojecieron, y una
ridícula sonrisa apareció en su cara.
—Lo estoy.
Le elevó el rostro con los dedos y se
inclinó para besarla. Los labios se
movieron posesivamente sobre los suyos.
Su lengua se deslizó adentro,
saboreándola, reclamando su boca.
Se apartó lentamente.
—Toma asiento, la cena estará lista en
unos minutos.
Caminó hacia donde estaban sentados
Logan y Carlos y ocupó la silla que había
entre ellos.
Como James se movía por la cocina,
poniendo los platos y los vasos, decidió
abordar el asunto de sus tareas.
—Estaba pensando... —comenzó ella.
Todos se volvieron hacia ella.
—Estaba imaginado lo que podría hacer
para ayudar. Quiero decir, si no voy a ser
una invitada, porque, me voy a quedar.
Respiró hondo, maldiciendo su
inseguridad.
—Destiny —dijo Logan, regañándola un
poco—. Te queremos aquí. Queremos
que te quedes. Esta es tu casa. Supongo
que te llevará un tiempo acostumbrarte
con las cosas, pero no hay necesidad de
evitar algún tema, tampoco hay
necesidad de no abrazar tu posición aquí.
Ella sonrió y agachó la cabeza.
—Bueno, me gustaría saber qué podría
hacer para ayudarles.
—Siempre hay algo que hacer —dijo
James encogiendo los hombros—. De
momento, dividimos las tareas y
responsabilidades. Nos gustaría tener
ayuda.
—No sé cocinar —soltó, avergonzada por
la confesión. Se sentía tan inadecuada.
Su educación no la preparó para hacer
mucho.
—Nadie dijo que tenías que cocinar
—contestó calmamente Carlos.
—Podría aprender —agregó ella
rápidamente.
James dejo el plato con el filete de pollo
encima de la mesa y la miró fijamente.
—Destiny, nosotros no queremos una
esclava. Estás aquí como nuestra
esposa. Nuestra pareja. La madre de
nuestros hijos. Nos arreglamos bastante
bien. Podemos cocinar muy bien. Si
quieres ayudarnos, estoy seguro que
encontraremos algo.
Sus mejillas se enrojecieron por la
vergüenza.
—Estoy haciendo un caos, ¿verdad?
James se sentó y le pasó el plato a
Logan.
—Estás tensa —dijo James
gentilmente—. Solo queremos que seas
feliz. Relajada. Ahora, no tienes que hacer
nada. Vamos a concentrarnos en librarte
del matrimonio con ese bastardo, para
que no te pueda reclamar. Lo demás se
arreglará con el tiempo.
— ¿Cuándo iremos a Denver? —preguntó,
agradecida por el cambio de tema.
—Pasado mañana. Organicé con Riley
que se ocupe de los caballos, mientras
estemos afuera. Conduciremos, nos
registraremos al hotel y veremos a Carl el
día siguiente
Asintió con la cabeza, sintiendo un nudo
en la garganta.
— ¿Tendría tiempo de ir a un salón de
belleza, mientras estemos allí? —Mostró
los mechones del pelo—. Me gustaría
arreglarme el pelo.
—Podemos hacer cualquier cosa que
quieras —dijo James.
—También necesito pasar por un banco.
Quiero abrir una cuenta, así puedo pedir
que me mande algún dinero. No confío
que Kendall no vacíe mis cuentas.
—No necesitas preocuparte por el dinero
—dijo Carlos—. Somos más que capaces
de cuidarte.
—No es su dinero —dijo ella—. No estoy
hablando de su dinero. Estoy protegiendo
mi dinero.
—Me pareció bastante rico —comentó
Carlos.
Ella suspiró.
—Lo es. Pero si encontraría un modo de
llegar a mi fideicomiso, lo vaciará por
rencor.
James levantó las cejas.
— ¿Fideicomiso?
—De mis padres —explicó ella. Se movió
incómoda en la silla—. Eran ricos.
Murieron cuando era una adolescente, y
recibí mi herencia cuando cumplí veintiún
años.
—Entiendo, ¿y cuántos años tienes
ahora? —preguntó James.
—Veinticuatro.
— ¿Y cuándo conociste a Kendall?
—A poco tiempo después de que
murieron mis padres. Él... bueno, cuidó de
mí.
Carlos masculló algo inteligible. Logan y
James cambiaron miradas.
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué me estáis
mirando así? —exigió ella.
— ¿Sobre cuánto dinero estamos
hablando en tú fideicomiso? —preguntó
James.
Encogió los hombros:
—No lo sé realmente.
— ¿Aproximadamente? —preguntó.
— ¿Cincuenta? ¿Sesenta millones?
— ¡Jesús! —murmuró Logan.
— ¿Qué sabes realmente sobre la
situación financiera de Kendall?
—preguntó James, bajito.
Abrió la boca, pero la respuesta no salió.
Sintió un zumbido en la cabeza, y se
sintió increíblemente estúpida. Sus
mejillas ardían y se le formó un nudo en
la garganta.
Sin una palabra, se levantó y abandonó la
cocina.
—¡Destiny!
Oyó a Logan llamarla, pero no se paró.
Quería aguantar su humillación a solas.
Se paró en la puerta el tiempo suficiente
para coger el abrigo, abrió la puerta y se
paró en frente del porche. El aire frío la
asaltó, y se puso rápidamente el abrigo.
Caminó hasta la reja y se apoyó, mirando
fijamente hacia la luna naciente sobre la
nieve. Cerró los ojos y respiró
profundamente. Necesitaba el frío para
refrescar su rostro caliente.
estúpida, estúpida, estúpida. Nunca había
considerado que Kendall tenía un motivo
oculto para escogerla. Apareció cuando
murieron sus padres y actuó como su
protector y confidente. La presionó para
casarse con él cuando cumplió los
veintiún años. Ahora sabía por qué. Pero
ella no se quiso casarse inmediatamente.
La única vez en la que el sentido común
se mostró en todo este fiasco.
Apoyó sus codos en la reja de balcón y
enterró su rostro en las manos. Él solo
quería su dinero.
No le dolía saber que él no la había
amado, o que se casó con ella por otras
razones. Sabía que él no era capaz de
amar cuando la pegó, cuando mató a
sangre fría otra persona. Pero lo que más
la hería, era su total ingenuidad.
Claro que quería su dinero. Ahora, todo
cobraba sentido. La preocupación por
protegerla, las numerosas preguntas
sobre cómo estaba administrando su
dinero. Todo bajo la apariencia de
asegurarse de que ella estaba segura.
Gracias a Dios que no se quedó el tiempo
suficiente como para pasar todo a su
nombre, como habían planeado.
— ¡Jesús! ¿Cómo puedo ser tan
estúpida? —susurró. Estaba lista para
darle todo. Él probablemente habría
encontrado un modo de deshacerse de
ella dentro de seis meses.
Oyó la puerta abrirse tras sí, y cerró los
ojos.
—Destiny.
James caminó hasta su lado. Abrió un
ojo para ver sus manos en la reja al lado
de las de ella.
—Soy una tonta de remate —murmuró.
Suspiró y la abrazó suavemente.
—No eres una tonta, cariño. Diría que eres
una mujer maravillosa.
Agitó su cabeza negándolo.
—Soy patética. ¡Patética!
Lo agarró por las solapas del abrigo y
enterró el rostro en su pecho. Entonces se
río. Sonó chillón hasta para ella.
Los brazos fuertes de James la
abrazaron y sujetaron contra él.
Una lágrima resbaló por su mejilla,
rápidamente absorbida por la camisa del
James.
—Quería pertenecer a alguien —susurró
ella—. Quería importarle a alguien, no mi
dinero o quienes fueron mis padres. He
sido tan solitaria.
James le acarició la espalda.
—Perteneces a alguien, cariño. Y nos da
igual todo tu dinero.
Por alguna razón, su declaración abrió la
compuerta de las lágrimas que había
estado reprimiendo.
No se había dado cuenta lo
verdaderamente sola que había estado o
que desesperada estuvo para que alguien
la amara. Desesperada. Lo rezumaba
todo en una palabra. Y ahora estaba con
los hermanos. Quizá no fueran del mismo
calibre que Kendall, pero no sentía por
ellos lo mismo que sentía por Kendall. Era
mucho más. Y esto la asustaba.
La querían para siempre. Ella les quería
para siempre. Pero. Siempre existía un
pero. Si tan solo no hubiera tomado
tantas malas decisiones. Entonces podría
ser capaz de confiar en su decisión de
quedarse con James, Logan y Carlos
James continuó abrazándola,
acariciando su pelo. El sonido de un
móvil crispó sus nervios. James maldijo
suavemente, y lo sintió hurgar en el
bolsillo. Se alejó para darle un acceso
más fácil, y él saco el teléfono y
respondió.
—James —dijo él.
Después de una larga pausa, se volvió.
Destiny temblaba ligeramente. Quería volver
al calor de sus brazos.
—Muy bien, no tardaré —dijo mientras se
daba la vuelta.
Colgó el teléfono y lo volvió a guardar en
los vaqueros.
—Tengo que ir a la ciudad. Cintia
necesita mi ayuda.
Una punzada aguda se retorció en el
pecho de Destiny. Quedó sorprendida por su
ferocidad.
—Regresa a la casa, donde estarás
caliente —dijo. La cogió por el brazo y se
llevó hacia la puerta.
En la sala, Carlos y Logan levantaron los
ojos.
—Necesito ir a la ciudad. Cintia tiene un
problema, y sus ayudantes no cogen el
teléfono.
— ¿Quieres que vayamos contigo?
—preguntó Logan.
Carlos bufó disgustado.
—No. Por lo menos, no lo creo. Parece ser
que alguien se perdió. Si necesito
rastreadores, os llamaré. Prefiero que os
quedéis aquí y cuidéis a Destiny.
Destiny apretó los dientes. No necesitaba ser
cuidada, maldita sea, y no quería a
James con la mujer que se veía
claramente que lo quería.
¿Celosa? Oh, sí, estaba celosa. Y esto la
sacaba de quicio. No pensaba que se
sentía más miserable que antes, pero se
equivocaba.
— ¿No hay nadie más a quien podía
haber llamado? –preguntó Destiny.
James la miró extrañado por un
momento.
—La hemos ayudado antes a rastrear
personas desaparecidas.
Destiny se mordió los labios para no decir
algo más. No había nada menos
atractivo que una arpía.
—Avisaré si vuelvo muy tarde.

James se agachó, le dio un beso rápido, y
se encaminó hacia la puerta. Se puso el
Stetson y salió.
Destiny le observó salir, odiando el modo en
que la hacía sentir. Miró a Carlos y Logan
y se estremeció. Era obvio que podían ver
lo que estaba sintiendo. Últimamente,
parecía atraer solo humillación.
Sus hombros cayeron, y ella caminó por
el pasillo, en dirección a los dormitorios.
Se paró en el medio. Una risa histérica
burbujeaba de ella. ¿En qué habitación se
refugiará?
Optó por el baño. Abrió el grifo del lavabo
y humedeció su rostro con agua fría.
Cuando levantó la cabeza, vio a Carlos
mirándola por el espejo. Permaneció en la
entrada, apoyado en la puerta.
—¿Quieres jugar al Monopoly conmigo y
con Logan?
Le sonrió débilmente y asintió. Por lo
menos, él no estaba intentando
inspeccionar sus emociones.
Esperó un según y entonces volvió a la
sala. Logan tenía puesto el tablero de
Monopoly en la mesa de café, y Carlos
traía tres tazas de la cocina.
— ¿Quieres chocolate caliente?
—preguntó Carlos.
—Parece rico —contestó ella.
Se sentó en el sofá, mientras que Logan y
Carlos se sentaron en el suelo, a cada
lado de la mesa de café. Agarró la taza
entre sus manos y sorbió el chocolate.
Cualquier cosa para no pensar en donde
estaba James y con quien.
—Odio verte tan disgustada —dijo Logan
en voz baja.
Echó un vistazo de reojo, asustada de sus
propios pensamientos. Sus celosos
pensamientos.
Suspiró y dejó la taza. Se frotó cansada
la sien.
—Estoy siendo poco racionable.
Carlos murmuró algo.
Se volvió a él, sintiéndolo como un aliado.
— ¿Por qué no te gusta?
—Es una bruja malévola.
Destiny se rio.
—Gracias. Creo que necesitaba eso. Ella
no se parece a mí, esto es seguro.
Carlos gruñó.
—Está enfadada porque puso los ojos en
James, pero él no mordió el cebo.
— ¿Nunca? —preguntó ella
suavemente—. Me pareció que tú y
Logan eran todo lo que había entre
James y una relación más profunda con
ella.
Logan y Carlos se miraron duramente.
— ¿Se está acostando con ella? —quería
que la pregunta sonara casual, pero en
vez de esto, salió como aterrada.
Logan juró.
—Mira, amor, no sé si se acostó con ella.
Sé que ahora no se está acostando. No
después de ti.
De alguna manera, la idea de que James
se había acostado con Cintia, no la hizo
sentirse mejor. No es como si Destiny
hubiera estado aquí todo el tiempo.
—No somos santos, Destiny. Tuvimos
mujeres, pero no somos imbéciles
infieles. James no se acostaría con otra
mujer. No después de comprometerse
contigo.
Carlos movió la cabeza, asintiendo.
— ¿Entonces por qué se va a ella? —se
desahogó Destiny.
—No puede suportar la idea de no ayudar
a una mujer en apuros —dijo Carlos—.
Tiene una debilidad por damiselas en
apuros.
Destiny palideció. ¿Eso era lo que era? Dios,
encajaba en el molde. Las lágrimas
pugnaban por salir, y parpadeó para
detenerlas. No quería ponerse en ridículo.
Más de lo que estaba.
Logan lanzó un dado a Carlos, pegándole
en la cabeza.
— ¿Eres tonto?
Destiny se levantó. No se iba en molestar en
fingir por más tiempo. Estaba demasiado
enfadada como para actuar como si todo
estuviera bien.
—Me gustaría ir a la cama —dijo ella—.
¿Hay una habitación a la qué podría
usar? —esperaba que leerán entre líneas.
Quería una habitación solo para ella.
—Usa la de James —dijo Logan—.
Puede dormir en el sofá cuando vuelve.
—Gracias —murmuró mientras iba hacia
el pasillo.
En cuanto estuvo fuera de la vista, corrió
hacía el cuarto de James. Después de
entrar, se encerró y se apoyó en la puerta.
Las lágrimas que intentó tanto de
contener, se derramaban por sus mejillas.
Todas las emociones contenidas durante
los últimos años salieron a la superficie.
La desilusión y la sensación de traición,
su humillación y falta de juicio que
demostrara. Todo era suficiente para
derribarla, y hacerla avergonzarse.
No se molestó en desnudarse. Alejó el
edredón y se deslizó bajo ellas, y las pujó
firmemente a su alrededor, mientras se
abrazaba las rodillas.

La Mujer De Los Tres HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora