Capítulo 42

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Penúltimo Capítulo

Carlos se sentó detrás de Destiny,
rodeándola con los brazos y sus manos
descansaban en su vientre. Ella se inclinó
hacia atrás sobre sus pecho, la espalda
acunada contra su pelvis. El levantó una
mano para apartarle el pelo de la cara,
mientras que otra contracción atravesaba
su cuerpo.
Ella tembló en sus brazos, y él hizo todo
lo que pudo hacer, para no permitir que
su miedo tomara el control.
Cuando regresaron a la casa, después de
ejercitar a los caballos, no había sido
capaz de encontrarla en ningún sitio. En
ese momento, todo un montón de
terroríficos escenarios atravesaron su
mente. Locuras, ideas locas, pero sin
embargo le habían asustado.
Su ex marido había escapado de la
cárcel. O quizás había contratado a
alguien más para matarla.
Esto le trajo recuerdos de la noche en que
había yacido impotente en el suelo
mientras Destiny había sido alejada de él. Su
incapacidad para salvarla, el hecho que le
había fallado cuando más le necesitaba.
Cerró los ojos y enterró los labios en su
pelo. El picor de las lágrimas ardía en los
parpados y tomó profundos y
tranquilizadores alientos para intentar
controlar sus emociones. No podía. No
ahora. No cuando ella le necesitaba para
ser fuerte. No le fallaría otra vez.
—Respira, cariño. Respiraciones
profundas. Eso es —la animó James.
James se posición entre sus piernas,
mientras Logan se cernió sobre su
hombro.
—Ah Dios, ¡duele! —gritó ella.
Arqueó la espalda y Carlos pudo sentir la
tensión de su cuerpo, como una gomita
completamente estirada.
—Lo estás haciendo bien, cariño. Casi
estamos aquí. Cierra la boca. Respira por
la nariz, aguanta y empuja. Un empujón
largo. Vamos a ver a nuestro bebé.
Ante la dirección calma de James, ella se
tranquilizó. Carlos podía sentir su
inhalación profunda y luego aguantaba.
—Eso es, amor —susurró Carlos en su
oreja.
Las manos de Carlos enmarcaron el
vientre, intentando infundirle fuerza.
— ¡Eso es! —dijo James con voz
entusiasmada—. Vamos, cariño, un buen
empujón más. Puedes hacerlo.
Un agonizante gemido rasgó la garganta
de Destiny y Carlos se dolió por ella. El sentía
su dolor. Sentía su esfuerzo. Lo vivía con
ella. Dios, deseaba poder tomar su dolor.
Haría cualquier cosa porque ella no
sufriera así.
— ¡Aaaaah!
—Bien, descansa un minuto —instó
James—. La cabeza está fuera. Esa es la
parte dura. Permítame succionar y
trabajaremos en conseguir que nuestro
bebé haga el resto del camino hasta aquí.
Carlos miró hacia abajo, para ver una
ancha sonrisa partía la cara de su
hermano mayor.
Detrás de él, Logan se puso de pie, su
cara era llena de asombro, de admiración.
—Necesito pujar otra vez, James.
Había pánico en su voz, como si no
estuviera bastante segura de que debería
estar haciendo. Carlos la besó en el pelo y
frotó el vientre con las manos, queriendo
hacer algo para consolarla.
James se estiró y apretó una de las
manos de Destiny.
—Vamos, empuja, cariño. Un buen
empujón más y habremos acabado.
La espalda de Destiny se arqueó una vez
más y cada músculo en su cuerpo se
tensó. Luego se relajó, como un globo
desinflado. Cayó en los brazos de Carlos,
como un tallarín débil. Respiraba de
forma desigual, el pecho subiendo y
bajando con esfuerzo.
Carlos miró abajo una vez más y se
encontró con los ojos de su hermano.
—Es un chico —susurró James—.
¡Tenemos un hijo!
Una lágrima descendió por la mejilla de
Carlos y se apresuró a secarla con el
hombro.
Logan se acercó y James sostuvo al
resbaladizo bulto que se retorcía, para
que Logan lo cogiera.
— ¿Puedes ocuparte del cordón?
—preguntó James—. Necesitaré
cerciorarme de que sale la placenta.
Logan se estiró reverentemente a por el
bebé que gemía, con lágrimas brillando
en sus ojos. Los tres hermanos
intercambiaron miradas, sus ojos repletos
de emoción. Carlos apretó a Destiny en sus
brazos, la ráfaga de amor que sentía por
ella tan fuerte, que era todo lo que podía
hacer para contenerse.
Logan cortó y ató el cordón, luego
envolvió una manta alrededor del bebé.
Anduvo y bajó suavemente el bulto a los
brazos extendidos de Destiny.
Carlos consiguió su primera vislumbre de
su hijo. Destiny lo sostenía en sus brazos, los
dedos explorando levemente la cara y los
dedos diminutos.
—Es hermoso —susurró ella, su voz
pesada por la emoción.
Carlos se sentó allí, sosteniéndolos a
ambos en sus brazos. Sostenía todo lo
que le importaba allí, cerca de él, contra
su corazón. Otra lágrima bajó por su
mejilla, y esta vez no la enjugó.
—Te amo —él se ahogó contra su pelo.
Logan se inclinó para besar a Destiny en la
sien y luego bajó la cara para besar frente
del bebé.
—Gracias —susurró Logan—. Es
absolutamente hermoso.
Destiny giró la cara para sonreír
ampliamente a ambos, a él y a Logan.
— ¿Lo es, verdad?
Ella giró al bebé a su seno, ofreciéndole
su pezón. Después de unos pocos
momentos de que el bebé lo acariciara
con la nariz y lo rozara, Destiny se las arregló
para que lo cogiera. Pronto estuvo
alimentándose con satisfacción.
Unos pasos sonaron en el vestíbulo y un
segundo después entró rápidamente la
comadrona. Sonrió a Destiny.
—Bien, diría que lo habéis hecho bien sin
mí.
Se apresuró y tomó el control de la
situación. Ahuyentó a los hombres,
dándoles a cada uno una tarea diferente,
asegurándoles que podrían regresar tan
pronto como ella hubiera tenido la
oportunidad de revisar y limpiar a la
madre y al bebé.

La Mujer De Los Tres HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora