Duquesa Daiana

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Abrieron un establo, pero no cualquier establo. El espacio circular era inmenso, era rodeado por unas cercas de oro que protegían a las bestias que estaban siendo liberadas por dentro del perímetro. Grandes jaulas de acero golpearon la tierra, fueron arrojadas allí por los trabajadores del circo. Animales fantásticos de cuatro patas empezaron a caminar llenos de gracia sobre el suelo. Estaban domesticados para no hacer daño y no eran voladores, la variedad era disfrutable a la vista y se portaban tranquilos exhibiendo pelaje y plumas al público.

La mayor atracción del circo descendió desde una jaula incrustada de rubíes y perlas azules. Un caballo de tres metros de altura con un cabello largo y dorado, de pelaje blanco que emanaba fuego de colores pasteles. Sus ojos brillaban como zafiros, sus pezuñas eran de plata, grandes cuernos de marfil surgían desde su cabeza. La vista de todos los presentes fue robada por aquella grácil y majestuosa yegua, la atracción más costosa del circo vip de Pereza.

Blitz se murió del amor al verla. Literalmente, estampó su rostro contra los barrotes de oro, los sujetó con sus manos y sus grandes ojos llenos de sueños y esperanzas se enfocaron en aquella criatura tan perfecta.

—¡AHH NO PUEDE SER! —la reconoció, era exactamente igual a como la recordaba en las fotos— ¡TRAJERON A DUQUESA DAIANA!

Desde atrás, Stolas y Via se acercaron al imp. El príncipe sonrío muy alegre al ver como Blitz se regocijaba al ver a la bestia, ya que era una de las atracciones principales y sabía que le haría gran ilusión verla en carne y hueso.

—Este es el mejor día de mi vida... —susurró Blitz sin poder despegar la mirada de Daiana, la duquesa de todos los caballos del infierno. Su aspecto tan fino y delicado dejaba brillos por todo su camino, al igual que su paciente forma de galopar libremente por sus lados.

—Sabía que te gustaría, Blitzy —le dijo Stolas llegando a su lado y esbozando una sonrisa tranquila—. Este circo es vip y suelen traer bestias celestiales de los otros anillos.

—Stolas... —el imp se lo tomó muy en serio— Acabas de hacerme el tipo más feliz de todo este infierno, eres super increíble —se giró, lo tomó de los hombros y acercó su rostro a dos centímetros del suyo, lo fulminó con sus ardientes ojos y le penetró el alma con aquella mirada— Y estoy muy enamorado de ti, ¿Lo sabías, cierto?

Stolas cayó de rodillas al suelo y quedó a su altura. Lo observó muy nervioso, se sonrojó furiosamente ante esa proximidad y apenas pudo contener el aliento.

—S-Sé que solo es por el caballo pero no puedo evitar tomarlo en serio —pronunció con voz temblorosa y sus ojos bien abiertos—. ¿q-qué debería hacer?

—Besarme —Blitz le encajó el beso más apasionado y caliente que pudo. Lo estampó contra los barrotes, empezó el juego.

Octavia, llena de asco y vergüenza se alejó como cinco metros de ellos y decidió ignorar a la fuerza lo que sucedía. No podía cambiarlo. Lo de ellos se distribuyó en todas partes por internet y a su padre ya no le importaba. Era como si perdiera la noción del universo cuando Blitz estaba con él. Pero si tenía que poner en la balanza las cosas horribles que él hacía sin considerarla a ella a comparación de las cosas horribles que hacía su madre también con desconsideración... Su papá no era tan malo.

Se enfocó en Duquesa Daiana. Sacó su celular y quiso enfocarla para una fotografía en Voxtagram. El glitter multicolor que desprendía era tan brillante e intenso que provocó que unas tomas espectaculares fueran grabadas por ella. Bajó el celular y reconoció que era un espécimen muy bello a la vista, el mejor que había visto en un circo.

—Woah... Es mágica.

—Lo sé —Blitz apareció a su lado luego de como dos minutos mientras se acomodaba la camisa que Stolas desarregló. Luego, señaló al animal—. Es majestuosa, alegre y angelada. Siempre han dicho que Lucifer la monta y que es su corcel favorito —el imp se aferró a los barrotes y se mantuvo genuinamente sonriente y feliz al ver a la Duquesa simplemente galopando y existiendo—. Solo verla en vivo es un privilegio.

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